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Chema ÁlvarezCedida

Entrevista misionero del Sagrado Corazón

De gestor a querer ser misionero en África, un sueño truncado por un cáncer: «Me dieron 6 meses y llevo 6 años»

Chema Álvarez charla con El Debate para hacer un repaso a su fructífera vocación como escritor y su lucha contra el cáncer

El padre Chema Álvarez es misionero del Sagrado Corazón, (Valladolid, 1947), con 17 años, descubrió su vocación trabajando en una gestoría, donde leyó accidentalmente la revista Mundo Negro y le surgió una inquietud de servicio por los demás, una posible vocación misionera. Mientras hacía una gestión anodina en un banco, entendió que no sería nunca feliz si decía que no a esa inquietud vocacional.

Ha sido profesor de Religión y pastoralista, y en la actualidad, como vicario de la parroquia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en Madrid. Charla con El Debate para hacer un repaso a su fructífera vocación como escritor. Es autor, en San Pablo, de los libros de la colección Religión para torpes y otros libros de pastoral Retazos gitanos, formación de catequistas: Jesús enseñaba así y testimonio: Pues sí, tengo cáncer... ¿y?

–¿Cuándo nace su inquietud por la escritura?

–Todo empezó cuando me dijeron: ¿esto que tú dices por qué no lo escribes? Las palabras se las lleva el viento y lo escrito queda. Mi primer libro para la editorial San Pablo fue a petición suya, ya que echaban en falta algún libro dedicado a los jóvenes y de catequesis de adultos. Lo fraccioné en distintos capítulos y así nació una colección de 10 libros Religión para Torpes, que recogen los aspectos, esenciales de nuestra fe. Se me ocurrió el título a partir de lo que dice Jesús camino de Emaús: «Pero qué necios y torpes sois para entender las cosas de Dios».

Chema ÁlvarezCedida

–Ha publicado un libro queriendo ayudar a las personas que padecen cáncer. ¿Cómo fue ese proceso?

–Me dejo inspirar, porque entiendo que Dios te propone cosas, tú lo escuchas y Él te guía. Al escribir sobre tu enfermedad te estás desnudando porque estás contando tus miserias, lo que normalmente la gente queremos ocultar. No queremos que la gente nos compadezca, queremos que nos envidie y por eso contar tus debilidades es todo un riesgo.

La ventaja es que cuando estás viviendo una situación cercana a la muerte, de pronto comprendes que todo se relativiza y te da igual lo que piensen los demás. Una cosa buena que tiene padecer un cáncer u otras enfermedades similares es que comprendes que hay cosas más importantes y te vuelcas en ellas.

Lo escribí con la intención de poder ayudar a quienes lo están sufriendo, queriendo darles razones para sobrellevarlo. No puedo hablarte de la sanación, que eso es cometido de médicos y tratamientos, pero sí proponer remedios y ayudas desde el punto de vista de la fe.

–¿De qué forma se entera de que tiene cáncer?

–Casualidades de la vida. Empecé a tener malestares físicos que atribuí al esfuerzo que tuve que hacer por Navidad, ya que tuve que andar transportando cajas pesadas de aquí para allá. Empecé con dolores en un hombro y fui al traumatólogo, que lo consideró tendinitis y me mandó rehabilitación y analgésicos. Pasó ese dolor, pero apareció en el otro hombro. Sigo el mismo tratamiento y el dolor aparece de nuevo, esta vez en la espalda, y luego en el abdomen.

Tuve la suerte de ser atendido por una buena doctora, que acertó en proponer que se buscara el dato del PSA. Éste salió altísimo y me dijeron que tenía cáncer de próstata, me derivaron al Ramón y Cajal y vieron que tenía metástasis ósea y afectado también el hígado. Meses antes me habían operado de cáncer de colon y creo que la baja de defensas que me supuso fue lo que favoreció lo siguiente.

Gracias al tratamiento, y creo también que por la oración, la metástasis ósea se detuvo. Un día, en la consulta, se lo digo al médico y le pregunto que si esto se puede considerar un milagro, porque así lo estuve pidiendo. Pero me contestó que esto a veces pasa. Los que tenemos fe y rezamos, confiamos en la oración y seguro que algo conseguiremos. Me dieron 6 meses de vida y llevo ya 6 años. Me ha encantado pasar por esta experiencia porque yo antes hablaba con gente con estos problemas, y no es lo mismo cuando lo ves desde fuera que cuando lo tienes dentro, de pronto comprendes que si quieres ayudar tienes que ponerte en la piel del otro.

Chema ÁlvarezCedida

–No ha podido ir a otros países de misionero. ¿La escritura es su misión?

–Hasta que no entras en el asunto no lo comprendes, cuando estás en esto experimentas muchas cosas que te acercan a la realidad. La vida es alegría y también es sufrimiento. Y buscando comprenderlo lo reflexiono en el libro que me publicaron hace poco: «Vivir de la mano de Dios». Has de aprovechar el paso por la materia, por esta etapa física de tu existencia, para comunicarte con Dios; no esperar a morirse, porque cuando te mueras ya te encontrarás con Él cara a cara. Así que aprovecha ahora para vivir aquí la vida de la mano de Dios.

El libro del cáncer ayuda también a la familia y a las amistades para saber cómo enfocarlo, porque no basta que la gente te dé una palmadita, y te diga: «Ánimo, llévalo con paciencia», porque esperas algo más y hasta que no estás en el ajo no lo entiendes.

–¿Qué le diría a los jóvenes que estén viviendo un proceso de discernimiento vocacional?

–Vale la pena dedicar tu vida a algo de provecho, para uno, pero también que sea provechoso para los demás. En el capítulo 25 de San Mateo, Jesús dice: «Venid conmigo, benditos de mi padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, estaba desnudo y me vestisteis»... Es la mejor orientación para vivir la vida y si tú la vives así, tranquilo, que estás de la mano de Dios. No la sueltes.