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Los cardenales Omella y Osoro dejarán de ser, respectivamente, presidente y vicepresidente de la CEE este 2024EFE

2024 será el año de la renovación episcopal de España: el 25 % de las diócesis lo acabarán con obispo nuevo

A lo largo de 2024, los obispos españoles tendrán que elegir a los nuevos presidente y vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Además, entre vacantes y jubilaciones inminentes, el 25 % de las diócesis españolas deberían terminar el año con un nuevo obispo

El tándem de cardenales Omella-Osoro, que a comienzos del pontificado del Papa Francisco parecía llamado a transformar el panorama de obispos españoles, y que incluso fue presentado por algunos medios como una suerte de ariete del ala más heterodoxa de la Iglesia, llega a su fin en 2024.

Con su retirada del panorama episcopal, la Iglesia en España inicia un cambio de ciclo histórico, que puede ser similar al que propició la elección del cardenal Antonio Rouco Varela al frente de la Conferencia Episcopal en 1999.

Adiós a la dupla Osoro-Omella

Ambos cardenales, Juan José Omella y Carlos Osoro, han ocupado desde 2020 la presidencia y la vicepresidencia de la Conferencia Episcopal, respectivamente. Ambos llevan una década al frente de las dos archidiócesis más importantes en términos demográficos y políticos, Barcelona y Madrid. Y ambos forman parte también de la comisión asesora para el nombramiento de obispos, que Roma instituyó de forma no oficial en 2022.

Desde ese organismo de nuevo cuño, sus decisiones han tenido un peso determinante a la hora de proponer candidatos a la consagración episcopal. En rigor, la comisión no es sino un grupo de trabajo no oficial, que sugiere al Papa algunos perfiles para el nombramiento de obispos. Después, el Santo Padre coteja esas sugerencias con las propuestas que le presenta el nuncio Bernardito Azua, que es quien, según el Derecho Canónico, debe entregar oficialmente al Papa las ternas con diferentes candidatos cuando hay una diócesis vacante. Aunque todos los nombramientos acaban teniendo siempre el sello de la nunciatura, la importancia de lo sugerido por los cardenales Omella y Osoro no ha sido escasa.

Una influencia de 10 años

Para comprender lo que supone su retirada, es necesario precisar que la influencia de ambos cardenales en los principales órganos decisorios de la Iglesia española se extiende diez años atrás, hasta 2014.

En aquel año, el cardenal Osoro fue nombrado vicepresidente de la CEE, cargo que mantiene desde entonces salvo el paréntesis de un trienio (de 2017 a 2020), en que el entonces cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ocupó la vicepresidencia y ejerció de hecho la presidencia ante un cardenal Ricardo Blázquez muy mermado de salud.

Aquel mismo 2014, Omella fue nombrado miembro de la Congregación para los Obispos de la Santa Sede, a pesar de ser titular de una diócesis considerada «menor», la de Calahorra y La Calzada-Logroño. Menos de un año después, en 2015, era designado por el Papa como arzobispo de Barcelona; en 2017 recibía el birrete cardenalicio de manos del Santo Padre y era confirmado en la Congregación vaticana; y en marzo de 2023 recibía un último espaldarazo de Roma, al ser nombrado miembro del Consejo de Cardenales, un órgano de ocho purpurados que asesora personalmente al Papa Francisco.

Marzo, el gran cambio de ciclo

Sin embargo, con el cardenal Osoro ya como emérito de Madrid, y el cardenal Omella con su jubilación como arzobispo de Barcelona presentada en abril de 2021, sólo queda aguardar al mes de marzo para que la Iglesia española inicie un ciclo de renovación histórico.

Y es que será en ese mes, concretamente del 4 al 8 de marzo, cuando los 79 obispos españoles se reunirán en Asamblea Plenaria para elegir, entre otros cargos, a los nuevos presidente y vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Para ambos cargos, Osoro ya no podrá ser elegido por ser emérito, y Omella, que cumplirá 78 años en abril, queda virtualmente descartado incluso aunque el Papa no decida jubilarlo antes de esa fecha, puesto que los obispos siguen escrupulosamente la ley no escrita de no elegir para ningún cargo relevante de la CEE a un pastor mayor de 75 años, aunque esté en activo.

Corrillos de sacristía

El nombre de sus sucesores copa las quinielas de los aficionados a la rumorología episcopal. Sin embargo, no son más que meras especulaciones que circulan por los corrillos de sacristía de los palacios episcopales.

Lo que es seguro es que, junto al presidente y vicepresidente, los obispos también tendrán que elegir al núcleo fuerte del episcopado: los nueve miembros de la Comisión Ejecutiva. Y de esta ya sabemos dos nombres, pues junto a la presidencia y vicepresidencia, son miembros natos el arzobispo de Madrid y el Secretario General de la CEE, a la sazón el cardenal José Cobo y el obispo auxiliar de Toledo César García Magán.

Nuevas relaciones con el Gobierno y la sociedad

Por si todo esto fuera poco, la Plenaria también habrá de elegir o renovar a los obispos presidentes de las 10 Comisiones y 8 Subcomisiones episcopales, algunas de las cuales tendrán gran protagonismo en los próximos años tanto en su relación con el Gobierno y la sociedad civil, como en el desarrollo de la propia vida de la Iglesia.

Es el caso, por ejemplo, de la subcomisión de Migraciones, las Comisiones de Clero y Seminarios, Educación y Doctrina de la Fe, o la subcomisión de Familia y Defensa de la Vida. Estas dos últimas, de hecho, se verán directamente interpeladas por la aplicación en España del documento Fiducia Suplicans, que avala la bendición «no litúrgica» de parejas homosexuales o en situación irregular. Y al menos el obispo presidente de Doctrina de la Fe, el arzobispo de Valencia Enrique Benavent, no podrá repetir en el cargo.

Renovación en el 25 % de las diócesis

Más allá de los organismos de la CEE, en 2024 llegará una amplia renovación de las diócesis españolas. Actualmente, en España hay tres diócesis en sede vacante: Gerona, y Huesca y Jaca, unidas desde hace décadas in persona episcopi, o sea, a través del mismo obispo. Además, hay otras nueve cuyos obispos han presentado su renuncia por jubilación, sin que aún haya sido aceptada: Barcelona, Cuenca, Ciudad Real, Lérida, Mallorca, Tuy-Vigo, Sant Feliu de Llobregat, Segovia y Mérida-Badajoz (la única que tiene asignado sucesor, su actual arzobispo coadjutor).

Junto a estos prelados pasados de fecha, en 2024 otros 5 alcanzarán la edad de jubilación: los de Cádiz y Ceuta, Cartagena, Málaga, Tenerife y Urgell. De esta forma, 17 de las 70 diócesis de España, un 25 % del total, esperan relevo. Tal vez alguno de los nueve obispos auxiliares sea promovido a titular, pero incluso en ese escenario, el 2024 debería traer en torno a una docena de nuevos sucesores de los Apóstoles.

Que cada uno de ellos sea, como pide el Código de Derecho Canónico, «insigne por la firmeza de su fe, buenas costumbres, piedad, celo por las almas, sabiduría, prudencia y virtudes humanas, y dotado de las demás cualidades que le hacen apto para ejercer el oficio de que se trata», solo el tiempo lo dirá… y también la Plenaria, el nuncio, la Comisión asesora, y el Papa Francisco.