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Mateo, en el campamento de Infancia Misionera en JavierOMP

Aprender a ser misionero a los 12: «La diferencia con ser bueno, es centrarte en Jesús y darlo a conocer a los demás»

La Iglesia celebra este domingo la Jornada de Infancia Misionera que, solo en España, recaudó el año pasado más de 2,3 millones de euros para ayudar a 400.000 niños

Hay dos elementos fuera de lo corriente a continuación. Uno de ellos se desvela al final. El otro, es iniciar un texto sobre la labor de los misioneros entrevistando a un niño de 12 años. Esa es la edad que tiene Mateo, el jovencísimo madrileño que ha presentado este año la Jornada de Infancia Misionera, que el próximo 14 de enero organiza Obras Misionales Pontificias (OMP) con el lema Comparto lo que soy.

Solo en 2023, gracias a esta Jornada de oración y colecta destinada a la infancia, OMP pudo ayudar en todo el mundo a 4 millones de menores, y de ellos, cerca de 400.000 se beneficiaron de los 2,3 millones de euros recaudados desde España. Proyectos tales como la escuela Saint Famillie, para 380 niños de Chad; el comedor de la parroquia La Epifanía, en la frontera entre Tailandia y Myanmar, que alimenta diariamente a 409 pequeños; o la casa de acogida para niñas que tienen en Tánger las religiosas de Jesús-María, cuyos detalles explicó en la presentación de la Jornada la hermana Elvira Pillado, ponen rostro concreto a cada céntimo recaudado por OMP.

Mateo y sus compañeros en el campamento de Infancia MisioneraOMP

Un misionero de 12 años

Junto a la religiosa, la presencia de este chaval de 12 años en la rueda de prensa de Infancia Misionera estaba justificada por haber participado en los dos campamentos misioneros que OMP ha celebrado los dos pasados veranos en el castillo de Javier, en Navarra.

Además, como él mismo ha recordado para El Debate, reza a menudo las oraciones misioneras que allí les regalaron; de sus propios ahorros paga la suscripción a la revista Gesto (la publicación infantil que edita OMP); luce con orgullo ante sus amigos las camisetas con mensajes evangelizadores que se trajo de recuerdo; y le ha enseñado a sus tres hermanos pequeños los himnos misioneros que cantaban versionando temas como Nocheochentera, y unas cuantas historias de santos misioneros que aprendió en los campamentos.

«No hace falta irse al Congo. Con sacar el lavavajillas…»

Lo más llamativo es que arrancó su intervención dando titulares sorprendentes para un crío de su edad: «Lo que marca la diferencia entre ser bueno y ser misionero, es centrarte en Jesús. Los misioneros son buenos, pero sobre todo se centran en Jesús y hablan de Él a los demás».

Por eso, matizaba, «no hace falta irse al Congo para ser misionero, aunque está fenomenal ser misionero en el Congo. Pero con cosas como obedecer en casa, sacar el lavavajillas, no pelear con tus hermanos, rezar por los misioneros, ser aplicado, invitar a tus compañeros a ir a catequesis, o dar testimonio con tus amigos, por ejemplo al bendecir la mesa el día de tu cumpleaños cuando hay mucha gente delante, ya puedes ser misionero».

Campamento de Infancia Misionera en MalawiOMP

Rosconadas, venta de dibujos y una batería de propuestas

Sin mirar el post-it con tres breves notas que llevaba a modo de esquema para su intervención, y que había garabateado mientras desayunaba apenas una hora antes de intervenir, Mateo explicaba que «en el campamento misionero hacíamos oraciones y actividades, así que allí he aprendido que, si no actúas, la palabra sola no hace nada. Que está muy bien rezar, y yo rezo por la mañana y por la noche con mi familia ¡de mil amores! Pero también me gusta actuar, ayudar activamente. Incluso dando propuestas para que, lo que tú no puedes hacer, lo hagan otros».

Los ejemplos que enumera para este diario son incluso más numerosos que los que dio en la rueda de prensa: en los últimos años ha vendido dibujos a sus familiares para aportar en el Domund; ha participado en la organización de «rosconadas» y mercadillos solidarios en su colegio (tanto en el actual, religioso concertado, como en el anterior, uno público); promovió entre sus vecinos poner un belén en el portal de su edificio; ayuda con frecuencia como monaguillo en su parroquia y en una residencia de ancianos en el lugar en el que veranea; saca dinero de su hucha para las recogidas que periódicamente convoca el Banco de Alimentos; y es capaz de llamar a una veintena de amigos y familiares para que le «apadrinen» con dinero por cada kilómetro que hace en una marcha solidaria que su colegio organiza anualmente a beneficio de Cáritas.

Infancia Misionera en UgandaOMP

«¿De mayor? Lo que Dios quiera»

«Rezar por los niños de Chad está muy bien –insiste–, porque Dios es lo mejor que podemos darles. Pero también hace falta conocer cómo viven y hacer cosas concretas para ayudarles. Rezar y actuar, rezar y actuar: eso es lo que hacen los misioneros».

Cuando le preguntamos si de mayor se vería en un país de misión, responde con cautela: «Si lo pienso ahora, me da mucha cosa irme lejos. En realidad, yo, de mayor, prefiero ser lo que Dios quiera para mí y lo que Él me diga cuando me toque. Hombre, por ahora, me gustaría ser, o narrador deportivo, o cura en una parroquia. Pero vamos, que lo que Dios quiera».

Cómo apoyar a la Infancia Misionera

Para que más niños como Mateo puedan conocer lo que significa tener corazón misionero, el director nacional de OMP, José María Calderón, recuerda la importancia de «apoyar la cita de Infancia Misionera, que nos permite mostrar el rostro de Jesús a los más pequeños y ayudarles a tener unas condiciones de vida que les hagan descubrir la dignidad para la que han sido creados».

Porque la labor de los misioneros «no se sostiene sola, sino a través de la oración y el respaldo material de toda la Iglesia», apunta Calderón. Así, para quien quiera ayudar económicamente, OMP ha puesto en marcha la web www.infanciamisionera.es, el teléfono 915 902 780, y el número de bizum 00500.

Decíamos al inicio que en este texto había algo profundamente inusual. Y no nos referíamos solo a la presencia de un niño de 12 años para explicar qué es un misionero, con unas palabras que sorprendieron a sus propios padres. Lo que dejábamos para el final es que el apellido de Mateo es Méndez, y que sus declaraciones en exclusiva para El Debate las conocemos de primera mano porque, esta vez, el protagonista de la noticia es el hijo del (orgulloso y emocionado) periodista que la redacta.