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Fuerzas del orden frente a una cárcel de Ecuador

Un misionero salesiano en Ecuador: «Las cárceles son escuelas del crimen para los jóvenes»

Desde Quito, el provincial de los Salesianos en el país, Marcelo Farfán, es testigo directo de la ola de violencia que asola Ecuador

Hace 13 días, uno de los capos más temidos desapareció de la prisión en la que cumplía condena en Guayaquil. Desde entonces, la violencia ha ido escalando desde las cárceles, donde las fuerzas de seguridad eran hechas rehenes por los presos, hasta las calles. Más de una veintena de bandas dedicadas al narcotráfico han sembrado el terror en Ecuador, a lo que el Gobierno ha respondido desplegando a los militares y decretando el estado de excepción. Desde Quito, el provincial de los Salesianos en el país, Marcelo Farfán, es testigo directo de esta situación.

Las cárceles aquí están controladas por los jefes del crimen organizadoMarcelo FarfánProvincial de los Salesianos en Ecuador

–¿Cómo están viviendo la ola de violencia en la misión?

–La sensación es de inseguridad y temor por no saber lo que va a pasar en estos días, como una especie de tensa calma. De algún modo, las fuerzas del orden han logrado establecer el control y se han replegado un poco las pandillas. Pero no sabemos qué va a pasar, sobre todo en las ciudades de la costa donde continúan las situaciones de extorsión y violencia. Esto afecta mucho a la vida ordinaria de la gente. Por poner un pequeño ejemplo: los salesianos tenemos uno de nuestros centros en Monte Sinaí, en Guayaquil, una de las zonas periféricas más complicadas. Allí nos han dejado carteles y avisos pidiendo lo que se llaman vacunas [una especie de impuesto revolucionario]. Tienes que pagar si quieres seguir funcionando. Te dejan un sobre en la puerta y un aviso firmado por la pandilla que sea. Es solo un papel, no lo tendremos muy en cuenta, pero sabemos como funciona esto. Infunde mucho temor en la gente.

–¿Cree que esta paz tensa va a durar?

–Tenemos varias percepciones: por una parte, se ha logrado ese control en este momento por el estado de emergencia que estamos viviendo, el toque de queda y la salida del ejército a la calle. Gracias a Dios se ha logrado resolver el tema de los rehenes en las cárceles. Esto ha tranquilizado a miles de familias que estaban esperando. Las cárceles aquí están controladas por los jefes del crimen organizado. Por eso, en el momento en el que se apresa a más personas, lo que está haciendo el Estado es entregar a más jóvenes para escuelas de crimen en las cárceles.

Los principales puertos del país están controlados por el tráfico de drogasMarcelo FarfánProvincial de los Salesianos en Ecuador

–Además del temor y la tensa calma, ¿cuál es el clima en las calles?

–La vida sigue aparentemente normal, pero se siente mucha más inseguridad, sobre todo en las ciudades de la costa, por que son donde estos grupos de crimen organizado han querido y han buscado controlar las salidas de los puertos. Esmeraldas, Manta, guayaquil, Puerto Bolívar y Machala son los principales puertos del país y están controlados por el tráfico de drogas. En la capital, Quito, que está en la sierra, la situación es más tranquila, pero funcionamos a medio gas. A las 20:00 se ve la ciudad desierta, antes del toque queda, que es a medianoche. La gente se recluye en sus hogares.

–En este contexto, ¿cuál es el papel de la Iglesia?

–La Iglesia en Ecuador tiene mucho peso y prestigio. Por ejemplo, la Iglesia, junto a las universidades, fue llamada el año pasado a mediar en un conflicto que hubo con el movimiento indígena. La jerarquía eclesiástica hizo un pronunciamiento a raíz de la violencia, haciendo un llamado al diálogo y a la paz. Nosotros, los salesianos y otras muchas comunidades, estamos presentes en estas zonas difíciles y hemos sido respetados. No hemos tenido amenazas abiertas, además de estos intentos de extorsión [habla del impuesto revolucionario que les pidieron en su centro de Guayaquil].

La presencia de la Iglesia ayuda a acompañar a la gente. Estar con la gente, participar un poco de la vida y seguir adelante con nuestros proyectos educativos o de servicio social, que vienen de hace mucho tiempo. Para los salesianos en concreto, por nuestra misión educativa, la mayor preocupación es la realidad de los jóvenes.

El año pasado se han dado más de 700 asesinatos de niños y adolescentes en EcuadorMarcelo FarfánProvincial de los Salesianos en Ecuador

–¿Cómo es esta situación?

–Es el resultado del empobrecimiento del país, de la falta de oportunidades y de una corrupción generalizada. Los chicos en estos barrios no tienen futuro, no apuestan por la educación porque están tentados por la ganancia rápida que da el microtráfico. Resulta difícil establecer propuestas educativas o de capacitación porque no ven que merezca la pena demorarse en formarse si ya pueden obtener dinero inmediatamente. El año pasado se han dado más de 700 asesinatos de niños y adolescentes en Ecuador, y ya deben ser más de 2.000 los menores encarcelados, porque están vinculados con el sicariato, la delincuencia de las bandas.

–¿Hay también chicos que quieran estudiar y tener un futuro mejor?

–Tenemos colegios en las principales ciudades portuarias controladas por el narcotráfico y son una alternativa para los chicos. Son colegios en los que hay que pagar una pequeña cantidad, porque el estado no lo cubre todo. En esas mismas zonas los colegios públicos se han vuelto de altísimo riesgo para los jóvenes. En los colegios se consume droga, hay micromafias que son incontrolables. Un colegio nuestro se convierte en un espacio seguro para ellos y es lo que nos dicen. En Esmeralda, por ejemplo, hemos tenido situaciones de extorsión a las familias: algunas tienen sus pequeños negocios e inmediatamente les piden estas vacunas con amenazas. En el último año, 80 chicos han tenido que dejar el colegio porque sus familias fueron amenazadas, tienen que salir de la ciudad y venirse a la sierra, donde se sienten más seguros.

–¿Cree que la sociedad podrá recuperarse de este episodio tan traumático?

–Este es uno de los mayores desafíos en el momento, sobre todo en el ámbito educativo. No habíamos visto en Ecuador nada así. Aquí ha entrado una violencia parecida a la de los cárteles de Sinaloa en México, que también están presentes acá; o lo que sucedía en Colombia. Las bandas organizadas dan el paso a aterrorizar a la sociedad y lo han hecho captando jóvenes. En el futuro inmediato, el desafío es qué hacer con todos estos chicos que han sido vinculados a las mafias. Hay elementos estructurales que el estado ha de tocar porque esta situación en Ecuador tiene sus orígenes y sus años de historia. Se explica por una serie de políticas no correctamente tomadas que han ido corrompiendo la sociedad civil. Se han comprado jueces, policías, militares y políticos. ¿Qué confianza puede haber en un país desinstitucionalizado? La embajada norteamericana ya empieza a decir que hay que estar atentos porque Ecuador va de camino a convertirse en el primer narcoestado de Hispanoamérica.