Fundado en 1910

Vincenzo Paglia en la fundación Pablo VIPablo VI

Vincenzo Paglia: «La covid hizo estragos entre los ancianos porque había un descarte previo»

«El cuidado paliativo es acompañamiento, mientras que la eutanasia es como Poncio Pilatos, consiste en lavarse las manos», asegura en Madrid el presidente de la Pontificia Academia para la Vida, quien admite que es el hogar familiar, y no una residencia, el lugar propio donde vivir un anciano

La Fundación Pablo VI, creada por el Cardenal Ángel Herrera Oria en 1968, ha organizado en su sede un coloquio entre monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, y María Luisa Carcedo Roces, quien fuera ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social entre septiembre de 2018 y enero de 2020 —sucedió a Carmen Montón, la cual estuvo sólo tres meses, y dejó el cargo para dar paso a Salvador Illa y Alberto Garzón. Ha moderado el diálogo Jesús Avezuela, director general de la Fundación Pablo VI. El tema sobre el que han charlado es la «Carta de derechos de las personas mayores y deberes de la comunidad», publicada en 2022 en Italia, fruto de una comisión ministerial del gobierno italiano que presidió el propio monseñor Paglia y que nació a resultas de la pandemia covid, una pandemia que se ensañó de manera especial con los más ancianos. Entre el público se hallaban varias autoridades, entre las cuales cabe mencionarse al cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo.

Las tres grandes áreas de esta Carta son: respetar la dignidad de la persona de la tercera edad, cuidado responsable, vida socialmente activa. Para desgranar estos temas, Avezuela ha ido alternando el uso de la palabra, después de recalcar que las personas mayores «son de todos», de modo que ningún político debiera aprovecharse de ellas como argumento partidista. Monseñor Paglia ha iniciado su intervención asegurando que «las casas de los ancianos» fueron el escenario de «la mayor tragedia de la pandemia» de covid. Por ese motivo, se dirigió al gobierno nacional, para pedir que crease una comisión que atendiera a este «pueblo» constituido en Italia por «catorce millones de ancianos». Según Paglia, «no hay ningún pensamiento sobre este pueblo, ni político, ni sanitario, ni eclesial, económico cultural…»; lo que primaba hasta el momento era la «concepción del descarte». El ministro responsable lo escuchó con atención y le propuso a Paglia que él mismo presidiera la comisión.

Paglia aceptó, para ayudar al conjunto del país a «entender qué son los ancianos, cómo viven, qué derechos tienen, qué deberes tiene con ellos la sociedad», a fin de acabar con una mentalidad que considera a los ancianos «un descarte, porque no producen, son un despilfarro, cuestan dinero», lo cual «es una crueldad que no podemos aceptar». «La covid hizo estragos entre los ancianos porque había un descarte previo», dice Plagia. Por eso, asegura que su trabajo en esa comisión estaba dirigido a lograr «una perspectiva legislativa para cambiar el paradigma». En su opinión, «es responsabilidad de toda la sociedad estar a cargo de todos los ancianos». «El común denominador de los ancianos es la fragilidad», sentencia. Las conclusiones de esa comisión se aprobaron en el parlamento italiano sin votos en contra. «Los ancianos queremos quedarnos en nuestra casa», ha sido una de las frases más rotundas y representativas de su discurso. A tenor de este planteamiento, se hacía necesario «reorganizar los ministerios», pues no estaban adaptados al tipo de ancianidad que hoy existe. Prosigue: «los ancianos estamos más tranquilos, si contamos con un respaldo de miles de millones de euros». Otro de los puntos en que ha incidido Plagio son los «cuidados paliativos en todas las casas», así como la reivindicación de los mayores como «sujeto político, eclesial, económico». De ahí que la Carta sea una «ocasión extraordinaria para un cambio de cultura, mentalidad y pastoral».

Es responsabilidad de toda la sociedad estar a cargo de todos los ancianosVincenzo PagliaPresidente del Pontificio Consejo para la Familia y la Vida

Por su parte, Carcedo Roces ha indicado que hoy la esperanza de vida en España es de 83 años. El hecho de que haya una población envejecida ella lo califica de «éxito social», puesto que «es una fortuna vivir muchos años». Carcedo sostiene que es «consecuencia de la ausencia de guerras, políticas de bienestar y sistema sanitario». Como ejemplo alude al cáncer, que en la actualidad tiene una «supervivencia alta a un coste muy alto»; se registra un 90 % de supervivencia en cáncer mama o próstata. También afirma que los ancianos constituyen el segmento social con «menor riesgo de pobreza», puesto que las rentas mínimas de los pensionistas están garantizadas, lo cual es «un logro de la sociedad española». Por otra parte, señala que «sólo el 40% de los ancianos está libre de discapacidad». Admite que el porcentaje de población anciana va a crecer, lo mismo que las enfermedades crónicas; por tanto, resulta esencial «coordinar servicio social y sanitario». Aludiendo a los datos que muestran los estudios, dice que los ancianos desean «morir en su domicilio, entre los suyos». Además, elogia el «cúmulo de conocimiento y experiencia» de los más viejos; «no se puede desperdiciar esa riqueza».

Paglia insiste en que no le gustan las residencias, pues suponen una pérdida de autonomía y un desarraigo, y, sobre todo, porque «queremos vivir con quienes siempre hemos vivido» y «seguir en casa con nuestras costumbres y nuestras familias». Carcedo Roces le da la razón: se trata de «estar en tu casa con tus manías y tus cabreos». Paglia cita un dicho: «Dios creo la familia; el hombre las residencias». El prelado explica que «la soledad es el mayor problema de los países desarrollados entre todas las edades; hay niños solos, jóvenes solos, ancianos solos». Y añade: «el número de suicidio es mayor entre jóvenes». Lo cual debe llevar a «reflexionar sobre el sentido de lo humano, redescubrir la responsabilidad de los ancianos para transformar la sociedad». Por eso lamenta que, si bien en la Iglesia hay «pastoral para jóvenes, para ancianos nada». Paglia plantea que «millones de ancianos pueden enseñar a niños o ayudar como voluntarios». A menudo charla sobre estos temas con el papa Francisco: «los ancianos se quedan sin trabajo, sin oficio, qué significa ser ancianos cristianamente, qué pueden hacer los ancianos para ayudar a los más jóvenes». En su opinión: «hay que redescubrir la nueva vocación en los ancianos».

Tenemos que evitar el encarnizamiento terapéuticoVincenzo PagliaPresidente del Pontificio Consejo para la Familia y la Vida

Avezuela pregunta: «¿Es sostenible el sistema?». La exministra Carcedo, que ya se había referido al retraso de la edad de jubilación, reconoce que la solución que aporta no es otra que «subir cotizaciones» y añadir «correcciones para hacer sostenible el sistema». Para finalizar el coloquio, el director general de la Fundación Pablo VI se ha referido a una «situación delicada: los cuidados paliativos y el extremo de la eutanasia». Monseñor Paglia califica la eutanasia de «pobreza de pensamiento y pereza en la reflexión», pues «el miedo a ser humanos nos conduce a la eutanasia; la gente no quiere morir, quiere dejar de sufrir». Por eso, «el cuidado paliativo es acompañamiento, mientras que la eutanasia es como Poncio Pilatos, consiste en lavarse las manos». Y finaliza: «Tenemos que evitar el encarnizamiento terapéutico». Por su parte, Carcedo señala que, desde 2003 en España, es el paciente quien toma las decisiones y asevera que «hay algunas enfermedades que conllevan un sufrimiento que no se puede evitar», con lo que intenta justificar la ley de eutanasia aprobada en 2021. Carcedo dice que «había que regular ese procedimiento», por lo que la legislación no se limitó a despenalizar la muerte provocada.