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San Juan Pablo II abrazando a Elio Toaff, rabino de la sinagoga de RomaVatican News

¿Qué entendía Juan Pablo II por «diálogo» con el mundo? Lo explica una exposición en Barcelona

De una mezquita en Damasco a la sinagoga de Roma, pasando por líderes exsoviéticos, reyes europeos o campesinos hispanos. Nadie quedó excluido de la atención de san Juan Pablo II en sus años de pontificado

Que Juan Pablo II fue el primer Papa en visitar la Gran Sinagoga de Roma o la Mezquita Omeya de Damasco, el primero en reunirse con líderes ex soviéticos o que reunió a representantes de todas las confesiones religiosas del mundo en las Jornadas de Oración de Asís no es ninguna novedad. Sin embargo, en ocasiones ha pasado desapercibida su intención profunda cuando propiciaba estos momentos de diálogo y de cercanía, y que ahora, en la época de la sinodalidad y el «acompañamiento pastoral» cobran una especial fuerza.

¿Qué entendía Juan Pablo II por «dialogar con el mundo»? ¿Qué objetivos buscaba? ¿Quiénes fueron las personas y entidades con las que gustó reunirse más a menudo y por qué? Estas son algunas de las claves que están detrás de la oportuna exposición Juan Pablo II. El Papa del diálogo, que han inaugurado en Barcelona la Universidad Abat Oliba CEU y el consulado de Polonia en la Ciudad Condal.

Una muestra que ha quedado instalada en el claustro de la universidad barcelonesa, que ha contado con el impulso del Centro de Pensamiento Juan Pablo II de Varsovia, y que podrá verse durante las próximas semanas con motivo de los 10 años de la canonización del Pontífice.

Diálogo en época de sinodalidad

La exposición cuenta con una serie de paneles y fotografías históricas, que revelan la capacidad de encuentro que Karol Wojtyla tuvo desde la cátedra de San Pedro. Y lo hace, poniendo el foco en once grupos diferentes: África, los pobres, los enfermos, las otras confesiones cristianas, otras culturas, otras religiones no cristianas, contacto con pensadores de diferentes disciplinas, diálogo con políticos de todo el mundo, diálogo con regímenes políticos discrepantes del ideal cristiano, jóvenes, reclusos y artistas.

El ejemplo del Papa santo es especialmente oportuno en este momento eclesial, porque, en contra de lo que algunos miembros del Sínodo Alemán han parecido proponer en los últimos meses, «para Juan Pablo II el diálogo nunca fue un fin en sí mismo, sino siempre un medio para interactuar con las personas», como se apunta en uno de los paneles de la exposición. Un medio, ante todo, para testimoniar de tal modo su propia fe ante las personas que le sirviese de ayuda para conducir a Dios.

Rostros que hablan

«Entre los enfermos, los pobres, los jóvenes, los mayores, los pensadores, los políticos, los artistas y los diplomáticos, en todos los continentes, en todas las situaciones y ante diversos grupos étnicos, Juan Pablo II descubría constantemente al ser humano que había detrás del diálogo», se apunta. Y este descubrimiento «es claramente visible en los rostros de las personas, tanto en los que reflejan ansiedad como en los que están llenos de alegría, esperanza y vida», tal como se aprecia en las imágenes que componen la exposición.

Una idea, precisamente, en la que también insistió la cónsul general de Polonia en Barcelona, Ilona Kałdońska durante la inauguración de la muestra, en la que estuvo acompañada por el rector de la Universitat Abat Oliba CEU, Rafael Rodríguez-Ponga. Así, Kałdońska describió al Pontífice como un «líder y diplomático, creador de ideas, un hombre de cultura y diálogo que condujo valientemente a la Iglesia romana hacia la Iglesia universal, abierta siempre a los enfermos, los pobres, los jóvenes, los ancianos, los pensadores, los políticos, los artistas y los diplomáticos de todos los continentes».