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Los seminarios de Vida en el Espíritu «nunca habían tenido tanta respuesta como ahora»Ben White

«Nunca habían tenido tanta respuesta como ahora»

¿Qué son los seminarios de Vida en el Espíritu y por qué tienen tanto éxito?

Miles de personas han pasado ya por estos retiros, cada vez más en auge, donde se pide al Espíritu Santo que renueve el corazón, la sociedad y la Iglesia con «un nuevo Pentecostés»

Son uno de los retiros más en boga en los últimos años. Y no solo por la implicación que han tenido en ellos rostros conocidos como Tamara Falcó o las hermanas Ana y Casilda Finat, sino porque el boca a boca transmite un sinfín de historias de renovación interior y una catarata de «tienes que hacer uno».

Organizados por la Renovación Carismática Católica, a los seminarios de Vida en el Espíritu acuden personas sin fe, bautizados que habían abandonado la Iglesia, católicos «de toda la vida» que nunca han tenido una experiencia de Dios, creyentes que atraviesan «noches oscuras», y hasta sacerdotes, religiosos y religiosas de muy diferentes sensibilidades eclesiales.

Pero, ¿en qué consisten exactamente los Seminarios de Vida en el Espíritu (SVE)? Como explica Eduardo Toraño, Consiliario nacional de la Renovación Carismática Católica Española (RCCE), «los seminarios son un medio, un instrumento de evangelización de la Renovación Carismática para actualizar el sacramento del bautismo, o prepararse para él en el caso de no haberlo recibido. No es un curso, ni una teoría, sino una experiencia directa de Dios, que está presente en el corazón, por el Espíritu Santo que se nos ha dado».

Es habitual orar por los asistentes al seminarioJon Tyson

Junto al equipo de servidores de los SVE, Toraño señala que «van dirigidos a todas las personas que tienen inquietud por Dios, que están cansadas, agobiadas y heridas por el peso de la vida, que buscan algo y no saben dónde; que han perdido el fin para el que han sido creados».

Por eso, lo único necesario para participar es «una actitud de abandono para abrirse al Espíritu Santo y así poder experimentar un nuevo Pentecostés. Y esto supone un despertar o profundizar en la experiencia del amor de Dios Padre, de la salvación de Jesucristo que nos sana y libera, y de la presencia del Espíritu Santo en la propia vida», apuntan Toraño y su equipo.

A través de meditaciones –«enseñanzas», en el argot propio de la Renovación Carismática–, testimonios y, sobre todo, momentos de oración, de alabanza y de adoración al Santísimo, quienes participan en el Seminario se abren a una experiencia sorprendente y, en ocasiones, catártica, de esas que Benedicto XVI describió en Deus Caritas Est como capaz de «dar un nuevo horizonte a la vida, y con ello, una orientación decisiva».

Alabar elevando los brazos; algo que sorprende a algunos en un primer momentoS. H. Gue

Como explica Sagrario Ruiz Martín, servidora en el equipo de la Renovación Carismática Católica en el Espíritu, RCCeE, (una de las dos ramas de la Renovación, junto a la RCCE), «actualmente hay varios formatos de seminarios: algunos son retiros de fin de semana; otros son de un día cada siete semanas, y otros son mixtos, con varios días entre diario y un fin de semana. Y en todos se concentran las enseñanzas y se ora por el bautismo en el Espíritu Santo de los que asisten».

Así, este tipo de retiros, en sus diferentes modalidades y con independencia de que sean impartidos por cualquiera de las dos ramas de la Renovación Carismática, se dirigen tanto «a personas que no han descubierto a Dios, porque sí supone un primer anuncio del amor y la salvación de Jesús, y les lleva a experimentar la presencia del Espíritu» como «a los que llevando una andadura incluso larga en el Señor y están en el proceso de ser revestidos de poder desde lo alto, como estaban los discípulos de Jesús después de su resurrección», explican Toraño y su equipo.

El secreto de su auge

Pero, ¿cuál es el motivo de que una experiencia que ha nacido dentro de un movimiento concreto, haya roto la barrera de la propia Renovación Carismática y suscite el interés de cada vez más personas, incluso de sacerdotes y religiosas?

«Creo que ahora –señala Sagrario Ruiz– estamos asistiendo a un acontecimiento de reavivamiento de Pentecostés en la Iglesia. El Papa Francisco ha exhortado a la Renovación Carismática a que compartiéramos con todos el bautismo en el Espíritu Santo, y eso es lo que hemos hecho: compartir esta gracia que no es exclusiva de la RC y hacer visible el tesoro que supone reavivar la experiencia fundante del cristianismo que, es precisamente el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés».

El seminario está pensado para cualquier persona, independientemente de su experiencia previa de feVince Fleming

«El testimonio de los que lo han vivido –destaca el padre Toraño– y el ver que no se les desarraiga de su realidad comunitaria, sino que se la potencia, hace que muchos se acerquen a vivir lo que el Espíritu está queriendo hacer en estos tiempos». Y reconoce que «nosotros somos los primeros sorprendidos, porque hemos estado años promoviendo seminarios, pero nunca habían tenido tanta respuesta como ahora». Y remarca: «Algo está pasando, y no es nuestra metodología, es algo que viene de lo alto».

Seminarios para sacerdotes

Uno de los aspectos más llamativos es el gran volumen de sacerdotes y consagrados que se lanzan a vivir esta experiencia. ¿Acaso no conocen ya al Espíritu Santo?

Como aseguran Eduardo Toraño y su equipo, «al ser una experiencia de Dios, el sacerdote es el primero que puede aprovechar este momento histórico, en el que el Señor se muestra tan activo. El sacerdote puede vivir la experiencia con los seglares, pero también hacemos específicos para ellos, porque así pueden renovar y ser ungidos para la llamada que han recibido».

Además, al vivirlo «con otros hermanos de ministerio pueden abrir su corazón, heridas y dificultades con mayor libertad al estar en un grupo más homogéneo. Es un error creer que porque estudiamos teología o conocemos a Dios, no tenemos nada que aprender. El Espíritu es sorprendente, cuanto más le conocemos más nos damos cuenta de lo que nos queda por conocer», explica el consiliario nacional de la RCCE.

El momento clave: «la efusión del Espíritu»

Uno de los momentos más destacados del seminario es lo que sus organizadores, tomando una palabra enraizada en la tradición de la Iglesia, llaman «la efusión del Espíritu». Es decir, un momento de oración y alabanza, en la que los servidores –los miembros de la RCC que organizan el Seminario– interceden por quienes participan en el encuentro, pidiendo al Señor que les envíe su Espíritu Santo.

Se trata de un momento de recogimiento en alabanza, de verdadera piedad, que no tiene nada que ver con esos shows televisivos de sectas evangélicas. «La confusión con otros movimientos, sectas o experiencias que nada tienen que ver con la Iglesia –explica Sagrario Ruiz, que forma parte de Charis, el equipo de coordinación internacional de la Renovación Carismática-, puede venir por las formas externas, como la oración con imposición de manos; o también podría darse un afán de otros grupos de identificarse con la experiencia de oración de sanación o manifestaciones carismáticas que vemos en la Iglesia. Pero la confusión siempre es un ataque del enemigo».

Y apunta que, a diferencia de otras prácticas newage como el reiki, «la oración cristiana está siempre centrada en Dios, en el Dios de Jesús, en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Jesucristo es el que salva, sana y libera, no hay más ‘maestros’, ni videntes. Las personas que tienen carismas dados por el Señor saben que ellos solo son meros instrumentos y que el poder es el poder de Dios, emana del poder de la resurrección de Jesús y de la fuerza del espíritu Santo», apunta Sagrario Ruiz.

Los que asisten experimentan un avivamiento interiorJon Tyson

Lo que viene después

Aunque la clave del seminario de vida en el Espíritu ocurre… justo cuando concluye. Como señala el padre Toraño, «después de esta experiencia maravillosa, muchas personas comienzan su práctica religiosa de manera nueva: dejan el acostumbramiento, o el cumplimiento que quizás habían heredado, para buscar a Dios con el corazón. Aparece una sed nueva por la Palabra de Dios, por las oraciones de alabanza, por la adoración al Santísimo Sacramento, mejora las relaciones entre los hermanos, hay mayor deseo de vivir en fraternidad…»

Y concluye desde su propia experiencia personal: «Muchos decimos que después de un seminario hemos nacido de nuevo, nos hemos encontrado con Jesús resucitado, hemos recibido sanación física, psíquica, espiritual, relacional. Hemos descubierto que Dios nos sorprende, actúa, es providente, lleva la iniciativa, habla, está vivo. Un Seminario puede ser un antes y un después en la vida de fe: ya no actuaré por obligación, ni por ley iré a misa o practicaré, nacerá de mí un deseo de vida que salta hasta la vida eterna».