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El obispo de Vitoria, monseñor Juan Carlos Elizalde, tomando un café

¿Qué hace un obispo en su día a día? Cuatro de ellos responden

Algunos se relajan con el senderismo; otros con la natación, el dibujo, las series o la fotografía. Esto es a lo que se dedican cuando no están de visita pastoral o atendiendo a los fieles

Podría uno pensar que ejercer de obispo en una diócesis española en el siglo XXI es un trabajo anodino, plano, burocrático y repetitivo. Nada mejor, pues, que consultarle directamente a los implicados. Eso es lo que ha hecho El Debate, y esto es lo que han respondido.

Antonio Gómez (Almería): «No hay un día igual»

El obispo hace unos días, durante la Misión Joven Rural

El obispo de Almería es un gran aficionado a la fotografía, a la arquitectura, a la lectura y a a pintura. «Desde las 7:30 a las 24:00 horas transcurre un día normal, casi sin parar», explica monseñor Antonio Gómez Cantero. «Tener consciencia de que eres pastor de todos a los que te aproximas, o aquellos más alejados, o simplemente los que no conocen el gozo de ser discípulo de Cristo en la Iglesia, te exige estar oteando siempre el horizonte (obispo significa vigía, cuidador…). Yo no quiero ser un obispo florero», asegura el prelado, que llegó a la diócesis andaluza en 2021 procedente de la de Teruel y Albarracín.

El obispo de Almería trata de dedicar tiempo a los jóvenes de su diócesis

«A veces digo que no hay una vida más desordenada que la de un obispo. La exigencia pastoral te descoloca cada día. Somos servidores, ya está», resume monseñor Gómez Cantero. «Me gusta pensar en los primeros evangelizadores. Salieron de sus casas a una tierra extraña, con sus familias o algún otro miembro de su comunidad de origen. ¿Cómo serían los primeros pasos de la evangelización?», se pregunta.

«No hay un día igual», afirma. «Sí hay pautas que trascurren, a veces desordenadamente. La oración, los encuentros celebrativos y los sacramentos. Últimamente se bautizan y confirman jóvenes y adultos que vienen de vuelta, o retoman el sentido de su fe. En estos sacramentos comienzo la homilía diciendo: ¿Sabéis dónde os vais a meter?», bromea.

Monseñor Gómez Cantero en un encuentro con 400 niños el pasado 17 de mayo en la catedral

«En el obispado, todas las mañanas, recibo a distintas personas: seglares, religiosas, sacerdotes, asociaciones, hermandades, políticos… o simplemente algunas otras que tan solo quieren charlar o conocer a su obispo. Intento comer a las 13 y cenar a las 19 horas. Es muy difícil asegurar un horario. Después, cuando puedo, salgo a andar una hora al caer el sol», explica.

Don Antonio hizo recientemente una visita sorpresa al barrio de San Isidro de Huércal-Overa

«Siempre tiene que haber tiempo para la lectura. En la mañana me gusta ojear cinco periódicos por internet. Por la tarde o la noche tengo tres libros abiertos: una novela, uno de exégesis bíblica y otro de conocimiento humano: sociología, antropología o psicología. Estoy terminando Espiritualidad, Mística y Salud Mental de Jordi Font i Rodon», agrega.

«Mi afición es la arquitectura y el diseño. Me gusta indagar en los últimos movimientos. Todas las artes expresan lo que una sociedad y sus individuos llevan dentro. Me sirve de relax mirar diseños y nueva arquitectura y opto por la simplicidad (menos es suficiente, dice el arquitecto Pier Vittorio Aureli) y busco siempre el equilibrio asimétrico», razona.

A don Antonio le gusta inmortalizar con su móvil paisajes que visita, como esta fotografía que tomó en uno de sus paseos

A nivel pastoral, el obispo de Almería asegura que «hay varios jóvenes que vienen a hablar conmigo. Suelen ser algunas tardes a la semana». «La vida y la sociedad son tan complejas que estos coloquios me enseñan también a evangelizar», puntualiza.

«Finalmente, me gusta dibujar, pero hace tiempo que cuando salgo o paseo solo, el móvil me sirve para captar imágenes que me provocan. Al final del día termino cansado. Sólo me queda preguntarme si he servido o me he servido. Cierro los ojos, pienso, doy gracias y duermo», concluye.

Juan Carlos Elizalde (Vitoria): «Me gusta ir al monte, como buen navarro»

«Estoy muy contento en Vitoria y siempre digo que me gustaría jubilarme aquí», afirma monseñor Juan Carlos Elizalde

«Lo primero que hago al levantarme es rezar. Igual que al irme a dormir», comienza diciendo el obispo de Vitoria monseñor Juan Carlos Elizalde. «Ningún día sin oración y sin la Palabra y Jesús vivo y presente en el pan y vino consagrados», subraya. Nacido en Mezquíriz en 1960, «me gusta mucho andar o ir al monte, como buen navarro, pero ya no tengo tanto tiempo libre», explica. «Los sábados quizá son los días más tranquilos donde intento siempre sacar una hora para una afición que me gusta mucho: nadar», agrega.

Coincide con el obispo de Almería en señalar que «cada día es distinto y cada semana también». «En mi agenda siempre tengo reuniones, salidas a parroquias, a pueblos o a organismos y eventos diversos de toda índole. Todo esto alternado con muchas horas al teléfono», confiesa.

Monseñor Elizalde con algunos de los 30 niños alaveses que han ido este fin de semana al encuentro mundial con el Papa

«Lo que más disfruto es de la gente, de estar con ellos, escucharles, conocer mi diócesis y que ellos me conozcan a mí. Una ocasión perfecta son las visitas pastorales que realizo a todo el territorio», explica, durante las cuales «quiero escuchar especialmente a los más jóvenes y a los más ancianos. Siempre me aportan desde ambos lados».

El obispo durante la visita que realizó esta semana al barrio de Ibaiondo de Vitoria

«En estos tiempos de radical secularización, el obispo tiene que hacer más para seguir confirmando en la fe al pueblo de Dios y que se sepan todos hijos e hijas muy amados», concluye.

Gerardo Villalonga (Menorca): «La vida de un obispo es muy entretenida»

Monseñor Gerardo Villalonga durante los actos de la fiesta de la Mare de Déu del Toro, patrona de MenorcaObispado de Menorca

La diócesis de monseñor Gerardo Villalonga, a la que llegó hace apenas un año, es de las más pequeñas de España. Pese a ello, el obispo de Menorca asegura que «la vida ordinaria de un obispo es muy entretenida. Debes organizarte bien para que la agenda no te coma». «La tentación es caer en el activismo, porque siempre hay muchos asuntos que resolver y, si les das prioridad, el montón de otros temas pendientes va creciendo de día en día, cosa que puede incluso provocar algo de angustia y estrés», aconseja.

Monseñor Villalonga con el grupo de jóvenes menorquines que participaron en la JMJ de Lisboa del pasado veranoObispado de Menorca

Para evitar caer en ese activismo, el obispo de Menorca aporta la solución «de tipo espiritual»: «La oración de la mañana es muy importante, porque después de la Liturgia de las Horas, debes aprovechar aquel momento de paz ante el Señor para organizar la jornada, con la agenda en la mano, encomendando a Dios todas tus cosas y rezando por todos aquellas personas y grupos con quienes te habrás de encontrar después, dando a todo un sentido sobrenatural».

«Lo primero siempre es Dios y, cuando así se vive, todo lo demás se reordena y uno encuentra la paz y serenidad necesarias para la vida cotidiana», subraya. «Después de Dios, como es natural, vienen las personas, a las que siempre has de escuchar con respeto y atención, sin prisas», añade.

José Luis Retana (Salamanca): «El día comienza a las 6 de la mañana»

Monseñor Retana entrega unos diplomas

Monseñor José Luis Retana tiene 72 años y goza de una gran vitalidad. Tal vez por eso esté encargado de dos diócesis: Salamanca y Ciudad Rodrigo. Inicia su jornada muy temprano, a las seis de la mañana, con los rezos del día. «Tras la oración personal, disfruta de un desayuno sencillo antes de celebrar la eucaristía a las siete y media, en su capilla privada. Estos momentos de oración son fundamentales para él, y le proporcionan fuerza espiritual para afrontar los desafíos de cada día», explican desde el obispado.

Monseñor Retana se fotografía con jóvenes de la asociación «Fe y Luz»

Su agenda está «cuidadosamente organizada» para equilibrar sus responsabilidades en ambas diócesis. Si ésta se lo permite, suele salir a pasear unos 30-50 minutos después del almuerzo y antes de reanudar sus actividades, «que suelen extenderse hasta las ocho o nueve de la noche, con trabajos en el despacho, el estudio, la preparación de homilías y de charlas, o la asistencia a otros actos programados».

El obispo de Salamanca de paseo por la ribera del Tormes. Al fondo, la catedral salmantina

«Este jueves, concretamente, compartió un almuerzo con los presbíteros de Ciudad Rodrigo y, por la tarde, se trasladó hasta Salamanca para celebrar la eucaristía en el monasterio de Santa María de la Vega, junto a las religiosas Oblatas de Cristo Sacerdote y el presbiterio diocesano de Salamanca», explican desde el obispado. «Después se dirigió a su casa en Salamanca para terminar la jornada con una cena ligera», añaden.

«Es por la noche cuando dedica un tiempo para ver alguna noticia o serie de televisión, leer algún libro… Y antes de irse a dormir, sobre las once, repasa la agenda del día siguiente y dedica unos minutos más a la oración, agradeciendo a Dios por el día transcurrido y encomendando sus preocupaciones y proyectos al Señor», concluyen.