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El patriarca de la Iglesia caldea, Raphael SakoAFP

Irak vuelve a reconocer al cardenal Sako como patriarca caldeo casi un año después

El cardenal volvió en abril a Bagdad para visitar al primer ministro de Irak

El primer ministro Iraquí, Muhammad Shiaa al-Sudani ha restituido al cardenal iraquí, Louis Raphael Sako como patriarca de la Iglesia caldea «en Irak y en el mundo». Con esto, se le vuelve a reconocer como el responsable de los bienes de esta rama del catolicismo en Oriente.

El patriarca lo afirmaba a la agencia AFP, asegurando estar «satisfecho porque ha prevalecido el Estado de derecho, lo que da más esperanza a los cristianos sobre el respeto a sus derechos». Desde el comienzo de la crisis, el líder religioso solo había vuelto una vez a Bagdad para reunirse con el primer ministro en abril.

Restablecimiento de sus responsabilidades

Con un decreto difundido el 11 de junio en la web de la Iglesia caldea, se ha reconocido las prerrogativas del cardenal Sako, dando lugar a un nuevo escenario para superar la crisis de relaciones políticas e institucionales provocadas en julio de 2023, por las que el cardenal tuvo que abandonar su sede de Bagdad y trasladarse a Erbil.

El texto expone que, debido a los «poderes otorgados por la Constitución», se nombra al cardenal como «Patriarca de los Caldeos en Irak y en el mundo», así como «implementar la autoridad de dotación por la que el Patriarca es responsable de las dotaciones de la Iglesia Caldea».

El inicio del exilio

Hace casi un año, el cardenal Sako anunció su salida de Bagdad para asentarse en la región autónoma de Kurdistán, en uno de sus monasterios. Esto fue provocado por el presidente de Irak, Abdul Latif Rashid, quien revocó un decreto del 10 de junio 2013 del anterior jefe de Estado, Jalal Talabani. El texto reconocía de forma institucional al líder religioso como responsable de los bienes de la Iglesia, función de la que Rashid le relevó.

En aquella ocasión, presidente de Irak afirmó que el documento «no afectaba a su estatus religioso o legal», porque su nombramiento lo realizaba la Sede Apostólica, simplemente se trataba de «corregir» una cuestión constitucional. Sin embargo, las autoridades eclesiásticas locales afirmaban que lo que se buscaba era «el control de los bienes y propiedades de los cristianos y de la Iglesia».

Los acontecimientos tuvieron lugar tras meses de cruce de declaraciones entre el cardenal Sako y el legislador cristiano, Rayan al-Kildani. Este era líder del Movimiento Babilonia, con un brazo armado integrado en Hashed al-Shaabi, red paramilitar que mayoritariamente es pro-Irán.

El patriarca era contrario a la creación de las milicias cristianas, criticando que Kildani fuera representante de la comunidad cristiana. El legislador, por su parte, le culpaba de actuar como un político y no limitarse a sus funciones religiosas.