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San Fermín

San Fermín de Amiens

¿Quién fue san Fermín y por qué se le recuerda el 7 de julio?

Según las Acta Sanctorum de san Honesto, la predicación de Fermín en las Galias dio muchos frutos en conversiones, entre ellos el senador Faustino, quien tras su decapitación recogería sus restos

7 de julio, san Fermín. A Pamplona hemos de ir, como dice la canción, aunque en realidad no es su patrón, aunque mucha gente así lo crea. El hombre que ha dejado su nombre a una de las fiestas más populares de España, con permiso de san Juan y sus hogueras, nació en Pamplona en el seno de una familia romana. Hijo del senador Firmo, que se convirtió junto con toda su familia gracias a la predicación de san Saturnino de Toulouse y de su discípulo Honesto, que se encargaría de la educación de Fermín.

Se cree que fue el primer obispo de Pamplona, aunque lo que se sabe de su vida viene de leyendas que se difundieron muchos años después de su muerte. Hasta el siglo VIII no se tienen fuentes de su paso por el mundo ni de un culto hacia él. Habría sido su maestro, Honesto, quien consiguió antes de morir de Fermín recibiera la ordenación episcopal del obispo Honorato de Toulouse. Tenía entonces 24 años.

Al cumplir 31, dejó su ciudad natal y cruzó el Pirineo para predicar en la Galia. Una vez en la actual Francia, se asentó en Amiens. Según las Acta Sanctorum de san Honesto, su predicación dio muchos frutos en conversiones, entre ellos el senador Faustino, y milagros; de ahí que fuera señalado por las autoridades como un cristiano peligroso. En Beauvais fue azotado y arrojado a la prisión por orden del gobernador Valerio, pero la repentina muerte de este le permitió obtener la libertad.

Fue encarcelado por orden de los gobernadores Lóngulo y Sebastián, y decapitado secretamente en la cárcel un 25 de septiembre. Tras su muerte, el converso Faustino recuperó su cuerpo y sus reliquias se dividieron entre Amiens y Pamplona. Aunque no es patrono de la ciudad navarra (este puesto lo ocupa san Saturnino), sí que es junto con san Francisco Javier, copatrono de la comunidad foral.

El origen de la fiesta que cada año se celebra en su honor se remonta a la Edad Media. En el año 1186, el entonces obispo de Pamplona, Pedro de París llevó a la ciudad una reliquia del santo. Entonces se dispuso que su fiesta sería el 10 de octubre, día en el que permanecería hasta 1590. En ese tiempo y hasta hoy se han ido añadiendo a los actos religiosos en honor al santo pamplonés comedias, danzas, juglares, música o fuegos artificiales, pero también ferias comerciales de ganado y encierros de toros, que han terminado por conformar los sanfermines como los conocemos hoy.

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