Un agosto negro para la Iglesia nigeriana: del asesinato de 50 cristianos a la epidemia de abusos litúrgicos
El último de los ataques contra los creyentes ha tenido lugar en una pequeña aldea al sureste de Nigeria, donde un grupo de pastores fulani ha masacrado a medio centenar de cristianos
las parroquias españolas apenas se llenan los domingos, mientras que en la remota Nigeria los seminarios están llenos hasta los topes. El semillero de vocaciones de África, han apodado a este país, que pronto se convertirá en el tercero más habitado del mundo. La población cristiana no ha parado de crecer en los últimos años, pero tampoco cesa la persecución.
El último de los ataques contra los creyentes ha tenido lugar en una pequeña aldea al sureste de Nigeria. Era un día como cualquier otro del verano en Ayati, hasta que un grupo de pastores fulani armados irrumpió en la localidad, dejando a su paso un reguero de más de 50 muertos. La masacre tuvo lugar el pasado 8 de agosto y la causa oficial es una disputa de tierras.
En el olvido ha quedado ya la matanza de Pentecostés, que tuvo lugar en Owo en 2022. Al final de una misa, terroristas islámicos abrieron fuego contra los cristianos. Murieron 41 de ellos y más de 70 resultaron heridos. Poco tiempo después, en diciembre de 2023, un grupo de terroristas asesinó a más de 170 feligreses que atendían a misa de Navidad, en un ataque coordinado en 26 aldeas de la zona centro del país, que divide un norte mayoritariamente musulmán del sur, donde abunda la población cristiana.
Nigeria se ha convertido en uno de los países más peligrosos del mundo para vivir la fe. Así lo ha asegurado la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada y la causa son los continuos ataques de los grupos terroristas islamistas Boko Haram, el Estado Islámico de África Occidental y, sobre todo, los grupos fulani, quienes también se han radicalizado.
Además de los asesinatos, son comunes también los secuestros de sacerdotes. Algunos son relámpago y al cabo de varios días son puestos en libertad a cambio de una recompensa. Otros no corren la misma suerte. En lo que va de año, aunque no existen cifras oficiales, se calcula que son siete los religiosos que han sido puestos en cautiverio.
Con este violento panorama enfrente –solo en Nigeria se registra el 82 % de los cristianos asesinados por su fe del mundo–, la Iglesia nigeriana, aunque vive un repunte de las vocaciones y las conversiones, está también un problema interno. La Conferencia Episcopal del país ha advertido a todos los sacerdotes nigerianos contra los «crecientes abusos litúrgicos observados durante la misa y otras ceremonias sagradas», avisan en un comunicado.
Los obispos nigerianos subrayan que la eucaristía es el corazón del culto cristiano, pero han percibido que se está viendo «empañada por desviaciones y prácticas inapropiadas que socavan su santidad». Mientras que recuerdan que la liturgia no es «un patio de recreo para la innovación personal», advierten de que cualquier sacerdote que se desvíe de las normas y tradiciones establecidas es «culpable de una grave traición a su deber sagrado y corre el riesgo de extraviar a los fieles».
«Los fieles no merecen otra cosa que la verdadera y reverente celebración de los misterios de nuestra fe», subrayan los obispos. Entre estos abusos litúrgicos que han observado, citan las desviaciones de las oraciones, el manejo irreverente de la Eucaristía y la incorporación de músicas y bailes seculares a las celebraciones. Ante esto, la Conferencia Episcopal ha pedido a sus hermanos obispos que tomen medidas inmediatas y decisivas para corregir estos abusos. «Los fieles esperan de vosotros liderazgo, y es vuestro deber sagrado asegurar que la liturgia en vuestra diócesis se lleva a cabo con la dignidad y reverencia que exige», sentencian la conferencia.