Escuela de verano de Biblia
Batallas de la Biblia: todo lo que se sabe de las cinco grandes gestas de la Escritura
Aunque su sentido más importante es el teológico, la arqueología revela cada vez más pruebas de los acontecimientos citados en la Biblia, sobre todo de aquellos relativos a batallas y guerras
Lejos de ser una mera compilación de mitos antiguos, hazañas inventadas o enseñanzas morales, como insisten en presentar a la Biblia aquellos que la denostan, la Sagrada Escritura es ante todo un relato de hechos reales acaecidos en la historia del pueblo de Israel, que Dios utilizó para tejer su alianza con el género humano. Y una de las pruebas más palmarias de su veracidad está en los pasajes que recogen las grandes batallas bíblicas, de las cuales la arqueología ha encontrado numerosas evidencias.
Porque aunque estos relatos bélicos sirven ante todo para ilustrar principios teológicos y espirituales, la mayoría de estos eventos han sido verificados por los historiadores, con abundante profusión de registros.
Cinco grandes batallas
A lo largo del Nuevo y, sobre todo, del Antiguo Testamento, se encuentran cientos de referencias a guerras, disputas entre clanes y duras contiendas, bien libradas entre el pueblo hebreo y sus naciones vecinas, bien protagonizadas por otros pueblos. Pero, de entre todas ellas, cinco destacan por sus implicaciones históricas y teológicas: las de Jericó, Gabaón, Qarqar, Meguido y el célebre duelo entre David y Goliat.
- La Batalla de Jericó
La batalla de Jericó es uno de los eventos más dramáticos del Antiguo Testamento. Según el capítulo 6 del libro de Josué, los israelitas marcharon alrededor de la ciudad de Jericó durante siete días, tocando trompetas. En el séptimo día, por orden de Dios, las murallas de la ciudad se derrumbaron, permitiendo a los israelitas tomar la ciudad e incendiarla.
Lejos de ser un mito, las excavaciones en Tell es-Sultan, identificada como la antigua Jericó, han revelado restos de una ciudad fortificada que fue destruida alrededor del 1.400 a.C. Algunos arqueólogos, como la británica Kathleen Kenyon, argumentaron en los años 60 que la destrucción pudo haber ocurrido antes de la llegada de los israelitas, pero las evidencias más recientes, como las aportadas por el estadounidense Bryant Wood, sostienen que las evidencias son consistentes con la narrativa bíblica, incluidas las pruebas de que los muros no fueron derribados, sino que se vinieron abajo, y que la ciudad fue posteriormente escenario de un riguroso incendio.
- La batalla de Gabaón
Menos conocida que la de Jericó, la batalla de Gabaón es también narrada en el capítulo 10 del libro de Josué. Los israelitas, liderados por Josué -el designado por Dios como sucesor de Moisés-, luchan contra una coalición de cinco reyes amorreos. Durante la batalla, Josué oró para que el sol y la luna se detuvieran, prolongando el día hasta que los israelitas obtuvieran la victoria definitiva.
Aunque no hay evidencia científica directa que confirme que el sol se detuvo, dos investigaciones publicadas en 2017 sugieren que el evento podría referirse a un fenómeno astronómico, concretamente un eclipse anular ocurrido en el año 1207 a.C. Pero lo que es seguro es que las excavaciones en sitios asociados con los amorreos han encontrado restos de ciudades y fortificaciones, y que la ciudad de Gabaón existió, e incluso es mencionada en un relieve del templo egipcio de Amon-Ra, en Karnak.
- Batalla de Qarqar
La batalla de Qarqar no se menciona directamente en la Biblia, pero es relevante para el contexto de la Sagrada Escritura, además de ser una de las que cuenta con más registros arqueológicos. La pugna fue una confrontación entre el rey asirio Salmanasar III y una coalición de reyes, incluyendo el rey Ajab de Israel, en el 853 a.C. Las inscripciones en monumentos asirios como la Estela de Mesa o el Monolito de Kurkh describen la batalla y mencionan a Ajab y a sus huestes como uno de los combatientes que fue derrotado. En el bíblico Libro de los Reyes no se cita en concreto Qarqar, pero sí se da cuenta de cómo Ajab combatió contra los asirios… y lo que es peor, cómo introdujo un culto idolátrico a Baal, persiguió a los profetas de Yaveh e «hizo el mal a los ojos del Señor, más aún que todos los que le precedieron».
- David y Goliat
La pelea entre David y Goliat es uno de los relatos más famosos del Antiguo Testamento. Según el primer libro de Samuel, el joven pastor David derrotó al gigante filisteo Goliat con una honda y una piedra. Pero la lucha entre ambos no fue una mera disputa personal, sino que formaba parte de una gran batalla librada por Israel… de la que la arqueología ha encontrado pruebas suficientes.
El valle de Elah, donde se dice que ocurrió la batalla, ha sido identificado y explorado arqueológicamente en numerosas ocasiones. Y aunque no hay evidencia directa de Goliat, las excavaciones en ubicaciones como Gath han proporcionado información sobre la presencia filistea en la región, así como la posibilidad de que aquel pueblo fuese singularmente alto y fuerte.
- Batalla de Meguido
La batalla del monte Meguido es mencionada en el Apocalipsis como el escenario de la que será la batalla final entre las fuerzas del bien y el mal. La referencia no es directa, sino que el término utilizado es Armaguedón o Harmaguedón (Apocalipsis 16, 16), que es la derivación hebrea del Har (monte) Meguido. Pero, además de esta ubicación futura, ya en el segundo libro de los Reyes, en el Antiguo Testamento, Meguido fue escenario de varias batallas importantes, incluida una en la que el rey Josías de Judá fue asesinado por el faraón Necao II.
Excavaciones en el yacimiento de Tel Meguido han revelado restos de un asentamiento fortificada y evidencias de múltiples niveles de destrucción, lo que sugiere que fue escenario de numerosas batallas a lo largo de los siglos.
Como se ve, la arqueología aporta cuantiosas pruebas de los grandes acontecimientos bélicos que cita la Biblia, aunque de nuevo en cada uno de los pasajes lo más relevante es la enseñanza teológica que encierran. Y que, en síntesis, vendría a ser cómo Dios fortalece a sus fieles para enfrentar las diferentes pruebas que encuentran a lo largo de la vida; mientras que quien se fía de sus solas fuerzas acaba pagando las consecuencias de su soberbia.