¿Un milagro en Misuri? Estudian los restos de una monja y no encuentran explicación a su cuerpo incorrupto
Cuatro años después de su muerte, cuando iban a trasladar a la religiosa a la iglesia de la abadía en la que había vivido para enterrarla, se constató que no presentaba signo alguno de descomposición
No ha sorprendido ya a nadie volver a abrir el ataúd en el que reposaban los restos de la hermana Wilhelmina Lancaster y encontrar su cuerpo en el mismo estado que cuando murió el 29 de mayo de 2019. La fundadora de las Hermanas Benedictinas de María, Reina de los Apóstoles fue enterrada sin embalsamar, en un sencillo féretro de madera sin sellar.
Cuatro años después, cuando iban a trasladar a la religiosa a la iglesia de la abadía en la que había vivido para enterrarla, se constató que no presentaba signo alguno de descomposición. Era abril de 2023 y un año después, se han presentado los resultados del estudio forense que el arzobispo de Kansas City-St. Joseph, James V. Johnston, mandó realizar sobre la difunta.
Un equipo formado por un patólogo, un exforense del condado de Misuri y otros dos médicos han examinado los restos mortales, junto con el ataúd y han entrevistado a testigos presenciales del entierro de 2019 y la exhumación de 2023. Entre sus conclusiones, han reseñado que el estado del cuerpo es «notable» por la ausencia de cualquier signo de descomposición.
El revestimiento de la caja sí que se ha deteriorado con el paso de los años, pero no así el cuerpo ni las vestimentas de la religiosa. El informe señala también que la historia relacionada con la muerte y el entierro de la hermana Wilhelmina no describe las condiciones que se esperarían para protegerla contra la descomposición. Según indica el equipo médico, «la condición de su cuerpo es altamente atípica para el intervalo de casi cuatro años desde su muerte, especialmente dadas las condiciones ambientales y los hallazgos en objetos asociados».
Como parte del análisis, se han tomado muestras del suelo para determinar si algún elemento inusual pudiera haber influido en la conservación del cuerpo de Wilhelmina Lancaster, pero no encontraron nada. Los peritos médicos han advertido de que su estudio fue limitado, pero han concluido que «la condición de su cuerpo es altamente atípica para el intervalo de casi cuatro años desde su muerte, especialmente dadas las condiciones ambientales y los hallazgos en los objetos asociados».
Wilhelmina Lancaster tenía 95 años en el momento de su muerte. La orden que fundó, las Benedictinas de María, Reina de los Apóstoles, se dedica a la música, pero antes la religiosa había formado parte de las Hermanas Oblatas de la Providencia, una congregación de religiosas católicas negras en Baltimore.
Tras la exhumación, trasladaron su cuerpo a una urna de cristal y cubrieron su cara con cera para protegerla. Cuando la voz se fue corriendo, la abadía se convirtió en centro de peregrinación. Según la madre abadesa, Cecilia Snell, en el mes siguiente del traslado de Lancaster, se contaron entre 10.000 y 15.000 visitantes.