La iglesia que quedó en la franja de la muerte del Muro de Berlín
De lo que fue el templo de la Reconciliación solo quedan hoy la cruz deformada por la caída, el retablo original de la última cena, algunas columnas colocadas en un lateral de la capilla y una cicatriz en el suelo que dibuja su planta
Una cicatriz recorre la ciudad de Berlín. En algunos tramos aparece dibujada en el suelo con una sutil línea de adoquines rojizos, pero en otros todavía se alza imponente la pared de tres metros que separó durante 28 años las vidas de dos mundos irreconciliables, el Muro de Berlín.
La capital germana amaneció el 13 de agosto de 1961 con una alambrada que separaba el sector de la ciudad controlado por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña del mantenido bajo el paraguas de la Unión Soviética. Hasta que cayese en 1989, los distintos intentos de escape de personas que huían hacia la República Federal Alemana hicieron que los soldados del Ejército Rojo y otros entregados a la causa comunista tuvieran que modificar el diseño inicial del muro, que era apenas una alambrada vigilada por hombres armados. Para 1965 ya había un doble muro de cemento que dejaba en su interior la conocida como la franja de la muerte.
Las torres de vigilancia se alzaban imponentes a lo largo de esta siniestra frontera. Se dice que nunca se hacía de noche en la calle entre los muros que separaban Berlín oriental del occidental. Para cruzar y acceder al sector capitalista de la ciudad no solo había que saltar una pared de más de tres metros de altura, sino que después había que estar preparado para caer cobre camas de pinchos, esquivar los coches patrulla, los perros entrenados para matar, las balas de los soldados en las torretas de hormigón y las fosas y distintos tipos de alambres de púas colocadas expresamente para no dejar a nadie escapar con vida.
En pocos años, los feligreses de la iglesia de la Reconciliación, un templo evangélico construido en un vistoso tipo de ladrillo rojo en 1894, tuvieron que dejar de asistir. La mayoría de ellos vivían en el sector francés, pero su templo había quedado en la parte soviética de la frontera entre los dos berlines. En un primer momento, se planteó usar su campanario como punto de vigilancia, pero su altura era tal que los oteadores no veían con claridad lo que pasaba a sus pies, por lo que finalmente el gobierno de la República Democrática Alemana, controlada por el Politburó, decidió derribarla en 1985.
La excusa que puso el gobierno de la RDA fue «aumentar la seguridad, orden y limpieza en la frontera estatal con Berlín occidental». Tras siete años de discusión, los muros de la Iglesia de la Reconciliación fueron dinamitados y parte de sus escombros se utilizaron años después para levantar una capilla con el mismo nombre, que hoy se puede visitar en el memorial dedicado al Muro de Berlín en la calle Bernauer.
En el momento del derribo, la cruz que coronaba el campanario salió despedida y cayó en el cementerio que se encuentra en las traseras de donde se encontraba la iglesia original. Se deformó por completo. Una vez reconciliadas las dos Alemanias, la cruz de metal fue colocada frente a la actual capilla. Crece a su alrededor desde el año 2005 una plantación de centeno, sembrada para dar vida donde hubo tanta muerte. Con sus semillas se han sembrado otros doce campos de centeno desde Bulgaria hasta el Báltico.
De lo que fue la iglesia de la Reconciliación solo quedan hoy la cruz, el retablo original de la última cena, algunas columnas colocadas en un lateral de la capilla y unas cicatrices en el suelo: una fina línea metálica que dibuja la planta original del templo de la franja de la muerte.