Dos hechos que emocionan en Valencia: un cáliz impoluto y un Sagrado Corazón que protegió una empresa familiar
En el punto cero de esta tragedia, que se ha llevado la vida de más de 200 personas, ha aparecido entre el fango un Cristo yacente, cuyo rostro se ha convertido en el símbolo del duelo por los fallecidos y los desaparecidos
Las calles siguen llenas de barro, lodo, coches y todo lo que arrastró la corriente de lluvia que ha llegado a inundar un barranco. Desde el pasado martes, 29 de octubre, la población de Valencia, Andalucía y Castilla-La Mancha, las más castigadas por la DANA, convive con la destrucción y la desesperación, pero en medio del caos y la desolación ha habido también signos de luz.
En el punto cero de esta tragedia, que se ha llevado la vida de más de 200 personas, ha aparecido entre el fango un Cristo yacente, cuyo rostro se ha convertido en el símbolo del duelo por los fallecidos y los desaparecidos. También en Paiporta un misterioso suceso ha conmocionado a la comunidad parroquial y a las redes.
La parroquia de san Ramón Nonato quedó totalmente anegada. Las paredes del templo y los despachos siguen todavía marcados por una línea, el nivel al que llegó el agua. Cuando los parroquianos han podido volver a entrar al recinto, ha sido descubierto sobre la mesa de la sacristía un cáliz que ya estaba ahí antes del desastre natural. Ni se había movido ni se ha manchado. Había sido preparado para la misa y sobre la copa estaba el corporal blanco.
El párroco Salvador Romero ha contado a Alfa y Omega que la lluvia les pilló con la Eucaristía a medias. En el momento de la comunión ya les llegaba el agua por la rodilla. Al terminar, volvió a la sacristía y dejó el corporal y el cáliz sobre la mesa. Después, recuerda, empezó a «colocar en alto cosas como las casullas y otras cosas por el estilo». Cuando el agua le llegaba por la cintura subió a la planta superior para poner a salvo a su madre.
Hasta el día siguiente no pudo volver a la parroquia. «Estaba todo absolutamente embarrado», cuenta Romero. Todo, menos la copa. «Se encontraba en el miso sitio donde lo había dejado y el corporal, también, totalmente blanco sin ningún tipo de mancha», continúa.
A escasos kilómetros de allí, unos diez, se encuentra la sede de SP Berner, una empresa familiar que se dedica a la transformación de plásticos y fabrica, entre otras cosas, cepillos de dientes para Mercadona. Mientras caía la gota fría y todo en Aldaya quedaba inundado, el edificio apenas resultó afectado, si bien todavía hoy siguen vaciando el vecino parking del centro comercial Bonaire.
Sus dueños –«estamos bien», comentan– han atribuido esta circunstancia a la imagen del Sagrado Corazón que instalaron el pasado mes de octubre en las afueras de la sede de la compañía. Una de las promesas de Jesús a santa Margarita María de Alacoque fue «Bendeciré los lugares donde mi imagen sea venerada», que en este caso recuerdan con devoción los familiares que trabajan en SP Berner.