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Gabriel Romanelli, el único párroco católico en Gaza

Los cristianos de Gaza se niegan a salir de su hogar pese al plan de Israel para evacuar la zona

En el recinto parroquial de Gaza viven desde que comenzó el conflicto 416 cristianos y 50 vecinos musulmanes, ya ancianos

«No hay descanso, ni de día ni de noche, del ruido de los helicópteros y de las bombas», asevera el único párroco católico de Gaza. Hace seis semanas, la comunidad cristiana recibió un mensaje de las Fuerzas de Defensa de Israel en el que les aseguraban que la parroquia de la Sagrada Familia está en zona roja y les indicaban dos corredores para ir al sur.

Los cristianos que quedan, refugiados en las dos iglesias de la Franja (la católica y la ortodoxa) se niegan a huir. «Las familias no quieren irse. ¿Por qué deberíamos irnos? Ninguno de nosotros está involucrado en el conflicto», lamenta el padre Gabriel Romanelli al diario vaticano L'Osservatore Romano.

A pesar del plan de los generales de Israel, el párroco argentino en la Franja confía en la intervención del patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, para que finalmente no tengan que salir de la zona. En el recinto parroquial de Gaza viven desde que comenzó el conflicto 416 cristianos y 50 vecinos musulmanes, ya ancianos.

«Esperamos que pronto lleguen tropas israelíes cerca de nuestras casas. Por eso en estos momentos hay una gran tensión en nuestra comunidad. Aunque todavía no hemos recibido ninguna orden de evacuación», indica Romanelli.

El párroco, recibido por la comunidad cristiana de Gaza tras 7 meses sin poder entrar en la Franja

El sacerdote argentino se pregunta qué haría la comunidad cristiana en el sur de la Franja. «Se concentran junto con otros dos millones de palestinos desplazados que no tienen nada y viven en tiendas de campaña», cuestiona.

Otras instalaciones de la Iglesia católica en Gaza, como la sede de Cáritas y un centro de formación, se encuentran a cuatro kilómetros de la parroquia. Allí recibieron el anuncio de evacuación inmediata, pero, según cuenta el párroco, «afortunadamente, ambos edificios están prácticamente vacíos ya que se están realizando trabajos de reparación».