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Los cristianos del Líbano acogen a refugiados por el conflicto del resto del paísACN

Las bombas, la tensión creciente y el agotamiento hacen mella en los cristianos de Líbano

La destrucción generalizada de infraestructura y el movimiento masivo de comunidades también corren el riesgo de desestabilizar la demografía del Líbano

Además de las pérdidas humanas y los daños materiales, la guerra de Israel contra Hezbolá está provocando movimientos masivos de personas en un país donde la demografía es siempre un tema muy delicado, lo que podría causar problemas en el futuro. Mientras continúa la campaña militar, los desplazados por los bombardeos y quienes los acogen y cuidan muestran signos de agotamiento físico y psicológico, afirma Marielle Boutros, coordinadora de proyectos de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) en el Líbano.

«En estos momentos, tenemos 1,5 millones de desplazados, es decir, uno de cada cuatro ciudadanos del país, la mayoría de ellos concentrados en la región del Monte Líbano. Son acogidos en refugios, como escuelas, iglesias, centros de retiro o casas particulares. Necesitan de todo: comida, medicamentos, agua, ropa, productos sanitarios, porque han abandonado sus casas muy rápidamente y no se han llevado nada», explica.

En vista de que muchos de los refugiados huyen a zonas cristianas, las diócesis locales han estado en primera línea para brindar asistencia. Sin embargo, sin una planificación a nivel estatal a la vista, esta generosidad corre el riesgo de agotar los suministros financieros y materiales, que ya se han visto afectados por años de crisis financiera, agravada por el estancamiento político y la explosión en el puerto de Beirut en 2020. «La Iglesia respondió muy rápidamente y sigue recibiendo a la gente con una gran sonrisa y mucha caridad, pero aunque están haciendo un gran trabajo, se nota que están cansados, porque esto no empezó el 22 de septiembre. Empezó mucho antes», dice Boutros.

La semilla de futuros conflictos

«Ya tenían dificultades para llevar a cabo sus misiones, pero no debemos olvidar que perdieron sus ahorros en la crisis financiera de 2019 y, a pesar de ello, han continuado con la mayoría de sus otros servicios pastorales. Es realmente abrumador, sobre todo si se considera la cantidad de trabajo y el hecho de que no tienen ingresos fijos», comenta la coordinadora de los proyectos de ACN en Líbano.

Por otra parte, explica, existe una seria preocupación de que las crecientes tensiones entre las personas, y especialmente entre diferentes grupos religiosos, puedan preparar el terreno para futuros conflictos en el Líbano. «La gente que acoge a los desplazados está cansada por el trabajo y la falta de recursos, pero los desplazados también están muy cansados, lejos de sus hogares, con mayores necesidades, enfadados y asustados. Por eso, el cansancio es muy notorio ahora y aumentará aún más, entre los que acogen a los desplazados y los desplazados», asevera.

Aunque Israel afirma que sus ataques se limitan a los operativos de Hezbolá, existe un riesgo constante de ser víctima de daños colaterales, explica Boutros. «Somos libres de movernos, pero las carreteras pueden ser peligrosas, ya que a veces los israelíes atacan a los operativos de Hezbolá que van en coche, así que puedes estar conduciendo y el coche de al lado puede ser alcanzado. La semana pasada, un coche fue alcanzado en una carretera que recorro a diario. Es frustrante. No sabes si el coche de al lado o el vecino de tu calle pueden ser de Hezbolá».

Las escuelas católicas, todavía en pie

Algunos libaneses ya se muestran cautelosos a la hora de recibir refugiados del sur del país, por temor a que puedan atraer ataques en sus propios barrios. Mientras los desplazados internos, especialmente en la región del Monte Líbano y el norte del Líbano, se preparan para un invierno difícil, no se sabe cuándo terminará la guerra y, si termina, cuándo la gente podrá regresar a sus hogares en el sur, dice Boutros. Es probable que los cristianos regresen más rápidamente, ya que sus aldeas y hogares han sufrido menos daños, pero muchas áreas chiitas han sido completamente arrasadas. Boutros estima que si hay ayuda internacional, podría llevar un año reconstruir las casas de la gente, pero sin ella, la crisis será grave, ya que la mayoría de las personas perdieron los ahorros que tenían en la crisis financiera de 2019, y sus hogares, ahora destruidos, eran su único activo real.

La destrucción generalizada de infraestructura y el movimiento masivo de comunidades también corren el riesgo de desestabilizar la demografía del Líbano, que, en un país tan dividido en diferentes grupos religiosos, es siempre un tema muy delicado.

Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) también reaccionó rápidamente a la crisis y actualmente tiene 15 proyectos con las diócesis y órdenes religiosas más afectadas que se ocupan de los desplazados internos. Las escuelas católicas, que han permanecido abiertas, ya sea físicamente o en línea, siguen siendo una gran prioridad para la fundación pontificia, porque muchas familias no pueden pagar las tasas, pero los profesores todavía necesitan recibir sus salarios a fin de mes.

«Si queremos fortalecer las comunidades cristianas en la región, tenemos que centrarnos en las instituciones cristianas del Líbano. Además de todo el trabajo pastoral que ya realizan las diócesis y las órdenes religiosas, el sistema educativo es muy importante. Si hay algo que sigue estando en pie en el Líbano en estos momentos son las escuelas católicas», explica Boutros.