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Protesta de Femen en la catedral de Notre Dame de París en 2013

Una ex activista de Femen se disculpa por haber profanado Notre Dame de París en 2013

Stern se hizo más conocida en 2015 a raíz de unos discursos provocadores sobre feminismo radical, oposición a la religión y homofobia, pero en la actualidad se ha distanciado de las posturas de Femen

El 12 de febrero de 2013, nueve activistas de Femen entraron sin camiseta en la catedral de Notre Dame de París, gritando para demostrar su oposición a la Iglesia católica y para celebrar la renuncia de Benedicto XVI, que había hecho pública apenas un día antes. A pecho descubierto, hicieron sonar tres de las campanas que se iban a estrenar por los 850 años del templo, mientras coreaban los eslóganes que llevaban pintados en el cuerpo: «No más Papa», «no a la homofobia» o «crisis de fe».

Once años después, una de aquellas activistas, Marguerite Stern, ha pedido perdón a los católicos por sus acciones. «En aquella época era muy contraria a todo lo religioso», cuenta Stern en una entrevista con Our Sunday Visitor. En 2013 tenía 22 años y entrar en Notre Dame fue una manera de expresar su «satisfacción por el hecho de que la Iglesia había perdido terreno en su oposición a la ley del ‘matrimonio para todos’ que estaba a punto de aprobarse en Francia», comenta.

No obstante, sus convicciones han cambiado. «He comprendido que el transexualismo es una cuestión de pulsión con la muerte y de odio hacia uno mismo, que destruye no solo a los individuos, sino a toda la civilización», confiesa en dicha entrevista.

Stern se hizo más conocida en 2015 a raíz de unos discursos provocadores sobre feminismo radical, oposición a la religión y homofobia. Ahora se ha distanciado de algunas de las luchas de Femen, en concreto del activismo de las mujeres trans. La exactivista considera que la ideología de género es dañina y ha mostrado públicamente su oposición a ella.

Incluso, se ha visto a Stern asistir a misa, por el funeral de la joven Philippine, encontrada en el bosque de Bois de Boulogne en París, tras ser asesinada por un inmigrante marroquí con antecedentes. «La misa de despedida, en la catedral de Versalles, me emocionó mucho porque me sentí plenamente integrada en los ritos (católicos), que me parecieron hermosos y en los que me reconocí», ha dicho.