Nancy Pelosi, la abortista que presume de seguir comulgando a pesar de tenerlo prohibido
En 2022, el arzobispo de San Francisco le aplicó a la ex Speaker el canon 915 del Código de Derecho Canónico que establece que no puede recibir la comunión por «obstinadamente persistir en un manifiesto pecado grave»
De ascendencia italiana y criada en colegios y universidades católicas, la ex presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos ha tomado la bandera del aborto como propia y la ha ondeado públicamente con orgullo. En contra de las enseñanzas de la Iglesia, Nancy Pelosi opina que es «pecaminoso» limitar el acceso de las mujeres a acabar con la vida de sus hijos. Así lo manifestó en agosto de 2022, después de que la sentencia histórica que blindaba el aborto en la Constitución fuese derogada por el Tribunal Supremo.
Tras estas declaraciones públicas realizadas en un panel por el Día de la Igualdad de la Mujer, que se celebra al otro lado del charco el 26 de agosto, el arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, intentó ponerse en contacto con ella. La ex Speaker, quien se define como una «católica devota», rechazó reunirse con el prelado para hablar de su defensa a las prácticas abortivas. Debido al rechazo repetido de Pelosi a Cordileone, cuyas notificaciones de reunirse quedaron sin respuesta, el arzobispo escribió una carta pública a los católicos de su diócesis en la que explicaba que a la política se le había comenzado a aplicar el canon 915 del Código de Derecho Canónico: «No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave».
En la misiva del arzobispo, argumentó su decisión alegando que las acciones de Pelosi eran un «escándalo público», por su apoyo reiterado al aborto. Así, lo que pretende es provocar en la ex presidenta de la Cámara de Representantes una «conversión de corazón» y que vuelva a alinearse con la doctrina sobre la dignidad de la vida humana.
Esta prohibición solo se aplica en el interior de la archidiócesis de San Francisco, de manera que cuando Pelosi está en Washington o en otro lugar del mundo puede acceder a la Comunión si se acerca a recibirla. Así lo hizo, por ejemplo, cuando el mismo 2022, viajó hasta el Vaticano y participó en la festividad de san Pedro y san Pablo en la basílica pontificia, donde recibió la Eucaristía.
De igual manera, la política californiana se ha acercado al altar de nuevo en cada ocasión en que asistía a misa. Ella misma, al recibir la noticia de la prohibición de Cordileone, dijo haber vivido un «duro golpe», puesto que se definía como «comulgante habitual». Dos años después, ha confirmado que la decisión del arzobispo no ha afectado a su práctica religiosa. «Recibo la comunión igualmente. Ese es su problema, no el mío», ha desvelado en una reciente entrevista con el National Catholic Register.
Además de presumir de seguir yendo a misa y participando en ella, en esta misma conversación ha declarado que su fe radica en su relación personal con Dios. «Mi fe católica es que Cristo es mi salvador. No tiene nada que ver con los obispos», comentó. En esta misma entrevista, Pelosi ha criticado el acuerdo entre el Vaticano y China, que permite el nombramiento de obispos en el país. «No estoy nada contenta, y no sé qué han logrado», ha señalado, sobre todo refiriéndose a que las autoridades de Pekín puedan interferir en la elección de la jerarquía eclesiástica.
Como respuesta a las respuestas de la política, el arzobispo de San Francisco ha hecho pública una carta en la que ha pedido oraciones por la conversión de Pelosi sobre «la cuestión de la vida humana en el seno materno, para que sea coherente con el respeto por la dignidad humana que muestra en tantos otros contextos», ha escrito Cordileone.
En esta misma misiva, el prelado escribe que su «principal preocupación» es la «salvación de las almas». Para ello, destaca que una de las principales vías para conseguirlo es el «diálogo» y reitera «encarecidamente» su petición a Pelosi para poder abordar todos los puntos en los que hay desacuerdo, pero también «otras áreas críticas en las que nuestras visiones están alineadas», como las amenazas a la libertad religiosa o la difícil situación de los migrantes.