Empezamos con la monarca cuya fiesta se celebra hoy, 14 de marzo. Matilde de Alemania, esposa del rey Enrique I, destacó por su profunda fe y su entrega a los más necesitados. Aunque vivió en una de las cortes más poderosas de Europa, su vida estuvo marcada por la humildad y la caridad. Lejos de las intrigas palaciegas, dedicaba gran parte de su tiempo a la oración y a la ayuda de los enfermos y desvalidos, con el respaldo de su esposo.
Tras la muerte del rey en 936, Matilde renunció a los lujos de la corte y distribuyó sus joyas entre los pobres, simbolizando su ruptura con las vanidades del mundo. Sin embargo, su vida no estuvo exenta de sufrimientos: sus propios hijos, en una disputa por el poder, la acusaron de malgastar las riquezas del reino, obligándola temporalmente a retirarse. Pero una vez restaurada su posición, utilizó su herencia para fundar y restaurar monasterios e iglesias, convirtiéndose en una gran promotora de la vida monástica en Alemania.