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San Prudencio Galindo

¿Qué santo celebramos hoy, 6 de abril?

Hoy conmemoramos a san Prudencio Galindo, obispo

Parece que fue el primer controversista español. Probablemente de origen pirenaico. Dejó su patria –como tantos– por la invasión de los musulmanes y buscó fortuna al otro lado de los Pirineos, al amparo de la corte de los carolingios. Supo encontrarla y, además, su vida y ministerio sirvió como vehículo de la tradición isidoriana por tierras más allá de los montes. Amén de historiador erudito y sabio teólogo, fue obispo y santo.

Mantiene a lo largo de su vida con orgullo noble su condición de español. De hecho, en el evangeliario de su biblioteca, bellamente iluminado con las figuras simbólicas de los evangelistas, confiesa su origen hispano: «Yo, Prudencio, soy quien mandó hacer esta obra; yo, que nací en Hesperia y llevo la sangre de los celtíberos». ¡Quién sabe si el mismo nombre de Prudencio lo tomara en honor del paisano historiador y poeta de los siglos IV y V!

Gobernó la iglesia de Troyes, iluminándola con la doctrina y defendiéndola con su pluma. Gran conocedor de la Sagrada Escritura y consciente de que ella encierra el tesoro de la Palabra, enseñó a rezar a sus fieles con los salmos escribiendo para ellos el Breviarium Psalterii. También divulgó el Florilegium ex sacra Scriptura, un manual de ética con sentencias espigadas de los libros santos.

Consiguió reunir una gran biblioteca –manía de todos los intelectuales– donde se refugiaba en los momentos libres de atenciones pastorales, para preparar otras labores futuras. Pasa ratos y, a veces, temporadas dedicados a la reflexión y el estudio. Allí pudo reunir ejemplares que encerraban gran parte del saber teológico del tiempo; sus favoritos son Gregorio Magno, Isidoro de Sevilla, San Agustín.

Adquirió gran erudición eclesiástica y agudeza discursiva que le capacitaron para tomar parte en las controversias teológicas de altos vuelos que hubo en su tiempo. Por ejemplo, la disputa entre Godescalco –a quien es posible que conociera en la juventud, en las aulas de Fulda, donde Rabano Mauro era maestro–, acusado de hereje por Hincmaro, el temible arzobispo de Reims, que no paró hasta meterlo en prisión. Fueron conflictos de pensamiento teológico en cuestiones de predestinación y libre albedrío, y en ellas se vio envuelto el irlandés Escoto Erígena. Tuvo que intervenir Prudencio para dar salida a la pureza de la fe, poniendo en juego toda la agudeza del raciocinio del teólogo al tiempo que supo conjugar la caridad con la más implacable fuerza dialéctica.

No extraña que conste en su currículum de historiador y teólogo el hecho de llegar a ser capellán y consejero de Ludovico Pío y Carlos el Calvo. Troyes lo veneró como santo desde su muerte por haber sido un pastor celoso de la fe y de las almas, que supo hermanar la fuerza y rigidez de pensamiento con la blandura de un padre en sus gestos.

Otros santos del día

Celestino I, papa; Celso, Ireneo, obispos; Platónides, Ciriaca, confesores; Marcelino, Timoteo, Diógenes, Amando, Macario, Máximo, mártires; Urbano, Geramaro, Winebaldo, Guillermo, abades; Eutiquio, patriarca; Notkero el Tartamudo, monje (beato).

Pasos para la canonización

El acto de canonización suele ser por lo general presidido por el Papa, y es una de las ceremonias más importantes de la Iglesia católica. El proceso de canonización se produce tras la muerte del santo y normalmente la petición viene precedida por las siguientes etapas:

  • Postulación: es el proceso por el cual se presenta y se da a conocer la intención de proponer a una persona como santo. Este proceso requiere de datos biográficos y testimonios.
  • Siervo de Dios: iniciación del postulado dentro de proceso de beatificación y declaración como persona vinculada a la Iglesia católica.
  • Venerable: equivale a persona digna de estima y de honor. Asociado a una vida ejemplar y previo a la beatificación.
  • Beatificación: si se prueba la existencia de un milagro relacionado con el venerable se procede a la beatificación.
  • Canonización: si al beato puede atribuirse un segundo (o más) milagros se procede a canonizarle.