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La reforma de la Curia ha sido uno de los anhelos del Papa Francisco desde su llegada al Vaticano

El Papa Francisco culmina la reforma de la Curia que preparaba desde el inicio de su pontificado

El Papa ha elegido la fiesta de san José para publicar la Constitución Apostólica Predicate Evangelium, acentuando la reforma de la Curia y el espíritu misionero al que estamos llamados todos los bautizados

El Papa Francisco ha publicado hoy la esperada reforma de la Curia que se lleva gestando desde el principio de su pontificado. Ha elegido la fiesta de San José, un santo al que tiene una gran devoción para establecer una Constitución Apostólica en la que se pone el acento en la evangelización, antes que en el control. El texto recalca que la Iglesia tiene el deber de evangelizar «con la palabra y las obras de misericordia», tal y como enseñó Jesús de Nazareth.

Acento evangelizador

Entre los elementos novedosos de esta nueva Constitución, que entrará el vigor el próximo 5 de junio, se encuentra el Dicasterio para la Evangelización, que estará presidido directamente por el Papa. Consta de dos secciones. Una primera para la Evangelización en el mundo y la otra para las Nueva Evangelización y Nuevas Iglesias particulares. Cada una de estas secciones constará de un «pro-prefecto» que lo dirige.

El objetivo de la primera sección será analizar las principales cuestiones que afectan al anuncio del Evangelio, analizando las formas, los instrumentos y el lenguaje adecuado en cada momento. Una de las labores de esta Sección será recoger las buenas prácticas de Iglesias particulares para ponerlas a disposición de toda la Iglesia.

La segunda Sección de este nuevo dicasterio, dedicada a la Primera Evangelización y las nuevas iglesias particulares, analizará las nuevas circunscripciones eclesiásticas o su reforma. Tiene como objetivo colaborar con las conferencias episcopales, los obispos y las instituciones religiosas en el desarrollo apostólico en zonas de misión.

Al servicio de la caridad y la comunión

En tercer lugar en la jerarquía de la Curia, por debajo de Secretaría de Estado y del dicasterio de la Evangelización, queda el dicasterio para la Doctrina de la Fe. Es un cambio notable, pues este organismo ocupaba tradicionalmente el segundo lugar, como forma de destacar la importancia de la conservación ortodoxa de la fe.

Entre los dicasterios de nueva creación está también el del Servicio de la Caridad, que antes era simplemente la Limosnería Apostólica. Se trata del organismo que atiende el servicio a los más necesitados y que tradicionalmente tenía un papel meramente local, de servir a los pobres del entorno del Vaticano. Es algo que cambia, porque asume un papel más universal.

Otro cambio, con el que se busca una continua renovación de la Curia, se encuentra en la duración de los cargos. Los oficiales religiosos o miembros de Institutos de Vida Consagrada que hayan prestado servicio en el Vaticano deben retornar a la institución de donde procedían después de cinco años. Un periodo que se puede prorrogar otros cinco en el caso de que los superiores lo vean oportuno.

La Constitución Apostólica Predicate Evangelium considera la Iglesia como un «misterio de comunión», en el que los distintos elementos, desde la jerarquía hasta el pueblo fiel, deben entenderse y escucharse. En definitiva, una Iglesia en la que se vive la Sinodalidad.

En esta línea, el texto de la nueva reforma destaca el papel que tienen las Conferencias Episcopales de la Iglesia latina a la hora de canalizar la relación de los obispos de todo el mundo con el Papa. También se habla de las uniones regionales o continentales de obispos, que facilitan un clima de relación y unión entre los cristianos.

Por este motivo, el texto insiste en que «la Curia romana no se coloca entre el Papa y los obispos, sino que más bien se pone al servicio de ambos, según el modo propio de la naturaleza de cada uno».

El objetivo de la reforma es que cada bautizado sea realmente un elemento misionero de la Iglesia. Por ello, el Papa asegura que «la reforma de la Curia romana será auténtica en la medida que sea fruto de una reforma interior». Y señala la parábola del Buen Samaritano, en la que un hombre está dispuesto a desviarse de su camino para atender a una víctima, como el modelo que debe guiar a la Iglesia en el futuro.