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El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha publicado un documento de acompañamiento a los matrimonios .GTRES

El Vaticano recomienda crear servicios para parejas en crisis en las parroquias

Se plantea una pastoral matrimonial «ante todo como pastoral del vínculo», con el objetivo de ayudar a las parejas a afrontar dificultades, y defender y consolidar la unión matrimonial

El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida del Vaticano ha publicado hoy un documento en el que promueve que las parroquias dispongan de un servicio de acompañamento específico para las parejas en crisis. Recomienda que sean especialmente otros matrimonios quienes asistan a los que afrontan cualquier tipo de obstáculo. «Conviene que sean los cónyuges, especialmente los que han vivido una crisis, después de haberla superado, los que se conviertan en acompañantes de las parejas en dificultad», afirma el documento.

Acompañamiento cercano

Esta tarea lleva consigo la necesidad de implantar, de manera «urgente», proyectos de formación destinados a aquellos que acompañan a quienes están en crisis o separados. Siempre dentro de un doble enfoque, el de atender a los cónyuges, como a los hijos, en caso de que los haya.

El objetivo de este servicio parroquial es «garantizar un acompañamiento no sólo psicológico, sino también espiritual, para recuperar el significado profundo del vínculo y la conciencia de la presencia de Cristo entre los cónyuges». Se trata de crear «espacios y caminos capaces de introducir a las personas en el arte del discernimiento en la vida cotidiana».

También emplaza el Dicaterio para los Laicos a prestar una atención especial a quienes han sufrido la separación o el divorcio. Recomienda alentar a estas personas a encontrar en la Eucaristía el alimento que las sostenga en su estado.

Una sana antropología

Las recomendaciones sobre las parejas en crisis forman parte de los Itinerarios Catecumenales para la Vida Matrimonial que ha presentado el Dicasterio para los Laicos. Se trata de un documento en el que se plantea el refuerzo de la formación que reciben los matrimonios, antes, durante y después de su unión.

Una de las novedades es la necesidad de abordar la vocación matrimonial desde la pastoral de la infancia y juvenil. Pretende que los más jóvenes sean conscientes de la importancia y el valor del matrimonio. Para ello «será necesario formar a los niños en una sana antropología cristiana, que incluya los primeros elementos de la sexualidad humana y la teología del cuerpo».

En segundo lugar se plantea una fase intermedia, de acogida a los candidatos al matrimonio. Un proceso en el que es preciso adaptarse a la realidad de cada pareja, tanto si proceden de un recorrido formativo anterior, como si llegan de una convivencia previa o de personas alejadas de la fe. En cualquier caso, todos «han de ser acogidos con una mirada comprensiva, con calidez y sin legalismo, apreciando su deseo de familia, evitando ejercer cualquier presión sobre ellos».

A la hora de comenzar la fase catecumenal, el Vaticano recomienda un año de formación, aunque depende «de la experiencia previa de la pareja en materia de fe y participación eclesial». Un proceso que debe ser de discernimiento, para desvelar «las intenciones que se tienen con respecto a la voluntad de comprometerse para toda la vida y con respecto a la descendencia». Se trata, en definitiva, «de hacerles comprender la diferencia entre prepararse para el día de la boda y prepararse para la vida matrimonial».

Los Itinerarios Catecumenales inciden en la importancia de «proponer la preciosa virtud de la castidad, por mucho que ahora esté en rotundo contraste con la mentalidad común». Destaca que «no solo tiene una dimensión negativa, que pide a cada uno, según su estado de vida, abstenerse de un uso desordenado de la sexualidad, sino que también posee una dimensión positiva muy importante de libertad de la posesión del otro _en términos físicos, morales y espirituales_ que, en el caso de la llamada al matrimonio tiene una importancia fundamental».

El Vaticano propone terminar la etapa de Catecumenado con un breve retiro espiritual que ayude a «poner siempre en el centro el encuentro con el Señor como fuente de toda vida cristiana». De esta forma se logra «centrarse en lo esencial y apartar los ojos de las cosas secundarias».

El gran desafío llega en la etapa de acompañamiento en los primeros años de vida matrimonial. Un periodo en el que el Vaticano propone ofrecer formación con «encuentros periódicos _posiblemente mensuales_ y otros momentos, tanto comunitarios como de pareja». Se trata de una fase de aprendizaje en la que «la cercanía y las sugerecias concretas de los matrimonios ya maduros serán de gran ayuda».

En definitiva, se plantea la pastoral matrimonial «ante todo como pastoral del vínculo», con el objetivo de ayudar a las parejas a afrontar dificultades y defender y consolidar la unión matrimonial.