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El Papa Francisco ha insistido en la responsabilidad de una paz justa y verdadera a través de la negociación, y no del rearme nuclear.GTRES

El Papa Francisco insiste en la urgencia del desarme y en la repugnancia del «chantaje nuclear»

El mensaje del Papa Francisco ha sido leído por el arzobispo Gallagher en la primera reunión en Viena de los Estados miembros del Tratado sobre la Prohibición de las armas nucleares

El conflicto de Ucrania parece haber despertado al fantasma de la amenaza atómica. Por eso, el Papa Francisco ha vuelto a reiterar en un mensaje la urgencia del desarme como «un objetivo exigente y clarividente», especialmente en este momento en que la humanidad se encuentra en una «encrucijada».

En el documento leído por monseñor Paul Richard Gallagher, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, el Papa destaca que la situación ha empeorado respecto a hace cinco años, cuando se convocó la conferencia diplomática para negociar el Tratado.

El pago de vidas inocentes

Entre otras afirmaciones, ha llamado a «no pasar por alto los peligros de los enfoques miopes de la seguridad nacional e internacional y los riesgos de proliferación» que «se paga inevitablemente con el número de vidas inocentes y se mide en términos de matanza y destrucción».

El llamamiento del Papa, es el de «silenciar todas las armas y eliminar las causas de los conflictos mediante el recurso incansable a la negociación», ya que «los que hacen la guerra se olvidan de la humanidad»; reiteración que ya había hecho desde la ventana del Palacio Apostólico en el primer Ángelus tras el estallido del conflicto en Ucrania.

«La paz es indivisible» ha proclamado Francisco indicando que «para ser verdaderamente justa y duradera, debe ser universal. Es un razonamiento engañoso y autodestructivo pensar que la seguridad y la paz de unos está desconectada de la seguridad y la paz colectivas de los demás».

Garantizar la paz entre los hermanos

La pandemia, más que nunca, ha desvelado esta lección, demostrando, a juicio del Papa que «la seguridad de nuestro futuro depende de que se garantice la seguridad pacífica de los demás, porque si no se establece la paz, la seguridad y la estabilidad a nivel mundial, no se disfrutarán en absoluto».

Francisco ha reiterado que «no hay lugar para las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva». Son «una responsabilidad peligrosa y costosa», escribe; y las consecuencias humanitarias y medioambientales que se derivarían de cualquier uso de armas nucleares serían «catastróficas», con «efectos devastadores, indiscriminados e irreprimibles, en el tiempo y en el espacio».

Equilibrio de terror

Al mismo tiempo, ha advertido que no se puede ignorar «la precariedad que se deriva del simple mantenimiento de estas armas: el riesgo de accidentes, involuntarios o no, que podrían conducir a escenarios muy preocupantes». En este sentido, la energía nuclear bien puede definirse como un «multiplicador de riesgos» que «sólo proporciona la ilusión de una 'especie de paz'».

Tratar de defender y garantizar la estabilidad y la paz mediante una falsa sensación de seguridad y un «equilibrio del terror», apoyado en una mentalidad de miedo acaba, inevitablemente, por envenenar las relaciones entre los pueblos y obstaculizar cualquier forma posible de diálogo real.

La posesión de armas atómicas, además, conduce fácilmente a la amenaza de su uso: se convierte entonces en «una especie de chantaje que debería repugnar a las conciencias de la humanidad».

Desterrar el miedo

Por ello, el Papa pide a todos, según su papel o condición, que cooperen «sinceramente» para «desterrar de la mente de los hombres el miedo y la ansiosa anticipación de la guerra». La responsabilidad es «a nivel público, como Estados miembros de la misma familia de naciones», pero también «a nivel personal, como individuos y miembros de la misma familia humana y como personas de buena voluntad».

Desarme y estabilidad

Por último, el Papa ha reflexionado a propósito de los tratados de desarme existentes que «son algo más que obligaciones legales»:

«La adhesión y el cumplimiento de los acuerdos internacionales de desarme y del derecho internacional no es una forma de debilidad. Por el contrario, es una fuente de fuerza y responsabilidad, ya que aumenta la confianza y la estabilidad»

Cercanía a las víctimas

Al concluir su mensaje, Francisco ha expresado su cercanía a los Hibakusha, los supervivientes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, y a todas las víctimas de las pruebas de armas nucleares. Y ha animado a los representantes de los Estados, a las organizaciones internacionales y a la sociedad civil a «promover una cultura de la vida y la paz basada en la dignidad de la persona humana y en la conciencia de que todos somos hermanos y hermanas».