Jornada Mundial de las Familias
El Papa llama a las familias a «hacer del mundo una casa de acogida»
En uno de los testimonios, la mujer ha hablado de la «infidelidad repetida y falta de sinceridad» de su marido, que la llevó a marcharse de casa, ya que «mi vida se volvió insoportable». Por su parte, el marido lamentó que su mujer hubiera aireado todos sus errores en redes sociales
La Jornada Mundial de las Familias ha arrancado con un festival en el Aula Pablo VI, con una especial atención a la guerra en Ucrania. Una conexión con familias de una parroquia de Kiev ha dado paso a diversos testimonios y un discurso en el que el Papa Francisco ha destacado la importancia de la acogida. «Dejaos transformar por Él, para que también vosotros podáis transformar el mundo _ha afirmado el pontífice_ y hacerlo casa para quien necesita ser acogido, para quien necesita encontrar a Cristo y sentirse amado».
Testimonio matrimoniales
El obispo de Roma ha hecho su entrada en el Aula en silla de ruedas y ha escuchado diversos testimonios de familias. Desde una pareja que tiene tres hijos sin estar casados, pero se preparan para el matrimonio en la Iglesia, hasta otros que han sufrido la traición o el engaño en su propia relación. Uno de los testimonios más conmovedores ha sido el de una familia numerosa de Roma que ha acogido, junto a sus seis hijos, a dos refugiados de Ucrania.
Ante esta situación, el Papa Francisco se ha referido a la generosa acogida que han recibido numerosos refugiados ucranianos. Asegura que «la guerra os ha puesto frente al cinismo y la brutalidad humana, pero también habéis encontrado personas de gran humanidad. ¡Lo peor y lo mejor del hombre!» Por ello recomienda «no fijarse exclusivamente en lo peor, sino valorar lo mejor, el mucho bien que es capaz de hacer todo ser humano».
Testimonio de acogida
El Papa ha agradecido la generosidad de la familia numerosa romana que mantiene en su casa a refugiados ucranianos, demostrando que «la acogida es precisamente el carisma de todas las familias, y sobre todo de las numerosas». Y cuando se piensa que en una casa con muchos hijos es difícil acoger a otros, la realidad es que «las familias con muchos hijos están entrenadas para hacer espacio a los demás».
A través de este ejemplo, el Papa ha resaltado cómo las familias son siempre un refugio para los más débiles. Frente al rechazo social de la fragilidad, «en las familias, en cambio, es natural acoger: un hijo con discapacidad, una persona anciana que necesita cuidados, un pariente en dificultad que no tiene a nadie». En definitiva, «una sociedad sin familias acogedoras se volvería fría e invisible».
El viaje maravilloso de la familia
En la línea de mantener una Iglesia abierta a todos, el Papa Francisco ha animado a las parroquias y diócesis a que sean «cada vez más comunidades que sostienen a todos con brazos abiertos». Lo ha hecho tras escuchar a una pareja con tres hijos que hasta la fecha no había encontrado una comunidad que les sostuviera y que finalmente ha decidido apostar por el matrimonio.
Frente a las dificultades concretas de muchas familias, el Papa ha insistido en que «la vida familiar no es una misión imposible. Con la gracia del sacramento, Dios la convierte en un viaje maravilloso para emprender con Él, nunca solos». Un desafío que tiene como punto de partida el ser consciente de que «la familia no es un hermoso ideal, inalcanzable en la realidad».
Infidelidad repetida
La historia de Paul y Germanie Balenza, llegados del Congo, dejó en silencio el Aula Paolo VI. La mujer habló de la «infidelidad repetida y falta de sinceridad» de su marido, que la llevó a marcharse de casa, ya que «mi vida se volvió insoportable». Por su parte, el marido lamentó que su mujer hubiera aireado todos sus errores en redes sociales. Una crisis que duró algo más de un año, pero que gracias a la comunidad católlica terminó con un sincero perdón.
El Papa Francisco les agradeció «la valentía de contarnos la crisis que habéis vivido en vuestro matrimonio», así como haber puesto sobre la mesa un ejemplo que «transmite esperanza». También aseguró que «el perdón cura todas las heridas, es un don que brota de la gracia con la que Cristo colma a la parejaa y a toda la familia».
Ante esta situación, el Papa manifestó que «nadie desea un amor a corto plazo o a tiempo determinado. Y por eso se sufre mucho cuando los fallos, las negligencias y los pecados humanos hacen naufragar un matrimonio. Pero incluso en medio de la tempestad, Dios ve lo que hay en el corazón», sentenció el pontífice.