Francisco anima en la Basílica de Santa Ana de Beaupré a «pasar del escándalo del mal a la esperanza»
En la basílica en la que San Juan Pablo II, en 1984, encontró a la comunidad indígena Inuit, el Papa Francisco tomó como referencia la narración sobre los discípulos de Emaús.
El Papa Francisco vivió una jornada de animación y afecto en el Santuario Nacional de Santa Ana de Beaupré, uno de los lugares de peregrinación más populares del norte de América. Ante cientos de fieles, dentro y fuera de la basílica, celebró una Misa en la que animó a recomenzar tras superar «el escándalo del mal».
En la basílica en la que San Juan Pablo II, en 1984, encontró a la comunidad indígena Inuit, el Papa Francisco tomó como referencia la narración sobre los discípulos de Emaús. Frente a quienes apuestan por escapar de los problemas, por huir a un lugar tranquilo, el obispo de Roma aseguró ayer que es preciso afrontarlos de cara y no pensar que la derrota es definitiva.
Teniendo como fondo las experiencias traumáticas de las escuelas residenciales, el Papa aseguró que «precisamente en las situaciones de desengaño y de dolor, justamente cuando experimentamos atónitos la violencia del mal y la vergüenza de la culpa» es el momento en que «el Señor sale a nuestro encuentro y camina con nosotros». Se trata de un encuentro en el que «no ofrece palabras genéricas o de circunstancia, ni tampoco consolaciones fáciles».
El Papa recordó cómo Jesús, al partir el pan, animó «a retomar el camino con alegría, a recomenzar, a pasar del fracaso a la esperanza». Algo que, a su juicio, «el Señor quiere también hacer lo mismo con cada uno de nosotros y con su Iglesia». Un objetivo para el que «sólo hay una camino, una sola vía, es la vía de Jesús» y por eso aconseja «dejar que Jesús nos alcance».
Vuestro encuentro con el Evangelio no solo os ha enriquecido a vosotros, sino que ha enriquecido a la Iglesia
También hizo mención el Papa al papel de las mujeres en el Plan de Salvación. «Santa Ana, la Santísima Virgen María, las mujeres de la mañana de Pascua nos indican un nuevo camino de reconciliación, la ternura materna de tantas mujeres nos puede acompañar –como Iglesia– hacia tiempos nuevamente fecundos, en los que dejar atrás tanta esterilidad y tanta muerte, y colocar en el centro a Jesús, el Cristo resucitado».
La única nota discordante de la jornada la pusieron dos personas con una pancarta dentro de la basílica en la que pedían «eliminar la doctrina». Se referían a las bulas del siglo XV en las que el Papa Alejandro VI daba licencia a los europeos para hacerse con las tierras que conquistaran en América.
Tras las huellas de San Juan Pablo II
En el Santuario Nacional de Santa Ana de Beaupré, donde ha estado hoy Francisco, también estuvo Juan Pablo II, quien mantuvo un encuentro con la comunidad Inuit. Fue en septiembre de 1984 y valoró especialmente su capacidad para «descubrir en vuestra cultura un modo particular de vivir vuestra relación con Dios y con el mundo». Por ello les animó a «conservar con atención esta riqueza», ya que dejarla empobrecer «significaría empobrecer también a quienes os rodean».
Más allá del respeto a la cultura indígena, San Juan Pablo II les aseguró a los pueblos indígenas que «vuestro encuentro con el Evangelio no solo os ha enriquecido a vosotros, sino que ha enriquecido a la Iglesia». El Papa polaco confesó que «vuestras tradiciones amerindias e Inuit permiten nuevas expresiones del mensaje de Salvación y nos ayudan a comprender mejor hasta qué punto Jesús es Salvador y su Salvación es Católica, lo que significa Universal».