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Gabriela Gambino, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida

El plan del Vaticano para que los jóvenes se casen, tengan hijos y no se divorcien

«Hay jóvenes de todo el mundo que prefieren por razones equivocadas, también de tipo económico y social, no comprometerse nunca», sentencia Gabriela Gambino

Al Vaticano le preocupa que las mujeres italianas tengan de media 1,27 hijos, se celebren solo 3,2 matrimonios por cada mil habitantes y estos duren de media 17 años. Naturalmente, también le preocupa las bajísimas tasas de natalidad y nupcialidad en el resto de Europa. Para remediarlo tiene un plan: darle un empujón a los jóvenes que se quieran casar y ofrecerles el acompañamiento de parejas de esposos experimentados para que sus eventuales problemas matrimoniales no acaben desembocando en un divorcio.

En una entrevista con El Debate, la subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida explica las líneas maestras de su iniciativa. «Hay jóvenes de todo el mundo que prefieren por razones equivocadas, también de tipo económico y social, no comprometerse nunca», diagnostica Gabriela Gambino. Pensando en ellos, este ministerio vaticano lanzó hace unas semanas los Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial. Son una serie de pasos para que los jóvenes que se plantean casarse terminen de lanzarse a la piscina. «Es una petición explícita del Papa Francisco», explica Gambino.

La propuesta de la Santa Sede parte de lo concreto. Invitan a las diócesis a que implementen en sus parroquias un programa con una duración determinada que ayude a los novios a prepararse y hacer un discernimiento. Piden que esté organizado por etapas claras y que cada una finalice con un rito dentro de la comunidad. Por ejemplo, la bendición de la pareja o la entrega de una Biblia para que la lean juntos.

Pero desde el Dicasterio para los Laicos insisten en que este camino es un discernimiento, no una preboda. Y que los novios aún deben sentirse libres de abandonar su relación si lo consideran oportuno. «De este modo, los jóvenes podrán continuar con su discernimiento de forma sólida y libre», explica Gabriela Gambino. Además, advierte de que, si las expectativas de las familias amenazan con condicionar la decisión de los futuros esposos, es conveniente mantenerlas al margen de los ritos que marcan el final de cada fase preparatoria.

Ayudados por los veteranos

Pero la propuesta estrella de los Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial es la implicación de matrimonios experimentados en las parroquias. Según Gabriela Gambino, las parejas curtidas «tienen una experiencia de vida conyugal» que puede ayudar a las parejas más jóvenes. No solo a ellos, también a los sacerdotes. «Es importante dar valor la dimensión de corresponsabilidad y complementariedad entre vocaciones de la Iglesia», señala la subsecretaria. A su juicio, es precisamente en la preparación para el matrimonio donde los laicos pueden jugar un papel más activo, asumir responsabilidades y ofrecer una alternativa al clericalismo sobre el que el Papa Francisco tanto advierte.

Desde el Dicasterio subrayan que, dado que los Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial buscan animar a los jóvenes a casarse por la Iglesia, no basta con que el acompañamiento que les ofrecen las parejas experimentadas sea humano y psicológico. «Debe ser también espiritual», matiza Gambino. Al fin y al cabo, se hace en las parroquias y con toda la comunidad como testigo.

Otro de los objetivos de este documento es acercar al matrimonio (si cumplen las condiciones) a las parejas que llevan años conviviendo, ya tienen hijos o incluso se casaron en su momento por lo civil. A juicio de Gabriela Gambino, es un grupo cada vez más numeroso al que no se puede abandonar. «Normalmente, son personas que se están acercando a la fe», opina.