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El Papa Francisco participará en el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales del 14 y 15 de septiembre

Diálogo interreligioso

El camino hacia la paz en Ucrania pasa por los líderes religiosos y Kazajistán

Entre los días 13 y 15 de septiembre el Papa Francisco participará en el Encuentro Mundial de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, que tendrá lugar en Nur Sultán (antigua Astana), la capital del Kazajistán. Un evento importante, porque puede afianzar el mayoritario rechazo a la guerra en Ucrania y restar soporte a quienes instrumentalizan la religión para fomentar la violencia.

Se trata de una de las líneas maestras de este Pontificado, que se ha intensificado durante la invasión de Ucrania. Tanto en la firma de los documentos de Abu Dabi como en encuentros posteriores, el Papa Francisco ha insistido en que los líderes religiosos están llamados «a extirpar el odio de los corazones y condenar toda forma de violencia. Con palabras claras, exhortamos a deponer las armas, a reducir los gastos militares para proveer a las necesidades humanitarias y a convertir los instrumentos de muerte en instrumentos de vida».

El Papa está especialmente preocupado por el desarrollo de los acontecimientos y así se lo ha hecho saber a los nuncios del Vaticano la semana de este jueves. En su opinión, «nos enfrentamos a una guerra de especial gravedad, sea por la violación del Derecho Internacional, sea por el riesgo nuclear, que por las graves consecuencias económicas y sociales».

Una luz de esperanza

El hecho de que el encuentro de líderes religiosos se celebre en Kazajistán tiene una especial relevancia. En primer lugar porque se trata de un territorio de la antigua Unión Soviética, con miles de kilómetros de frontera con Rusia y cercano a Ucrania, donde se desarrolla la guerra.

El Papa esperaba encontrarse allí con el patriarca de Moscú e insistir en sus propuestas de paz. Debido al rechazo que podría encontrar por parte de la mayoría de los líderes religiosos mundiales, el patriarca ortodoxo Cirilo I ha declinado la invitación, aunque sí estará presente una delegación de su Iglesia.

Otro de los elementos importantes de Kazajistán es que se ha convertido en un modelo de tolerancia religiosa en Asia y Medio Oriente. Se trata de un país donde tres cuartas partes de los habitantes son musulmanes y el resto cristianos, mayoritariamente ortodoxos. Ese es el panorama oficial, aunque la realidad es que gran parte de la población es atea, después de muchos años de comunismo. Tras el fin de esta dictadura, en el país ha habido una gran tolerancia religiosa.

Un español de tierras kazajas

El español José Luis Mumbiela es obispo de Almaty y presidente de la Conferencia Episcopal de Kazajistán. A su juicio, «el nivel de tolerancia religiosa en el país es óptimo. Es una realidad desde que el país se independizó de la Unión Soviética y siempre se ha respetado la libertad de culto. Diría que es el mejor país del Asia Central para ser cristiano, pese a que es una religión minoritaria».

Mumbiela, que ha intervenido en un encuentro de Ayuda a la Iglesia Necesitada, considera «un gesto profético» el que Kazajistán haya organizado estos encuentros de líderes religiosos. Se trata, a su juicio, «de defender la religión de toda manipulación y la presencia del Papa es una llamada especial para alejar la religión de la violencia».

El prestigio del Papa en el país va más allá de la esfera católica en un país donde apenas un 1 % profesan nuestra fe. Mumbiela, asegura que «sorprende cómo incluso la gente no cristiana sabe que viene el Papa Francisco y se interesan por ello». Se trata de una figura importante en la que muchas personas ven «una luz de esperanza».

Mumbiela aún recuerda el efecto que tuvo en Kazajistán la visita de Juan Pablo II. Fue en el año 2001, pocos días después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York. Asegura que aquella visita «fue de un gran impulso para el país», cuando aún necesitaba un reconocimiento internacional. El reto es saber si este próximo llamamiento a la paz servirá para ir arrinconando a los partidarios de la guerra.