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Dicasterio para los Laicos la Familia y la Vida

Giulia Cirillo entrega al Papa Francisco las conclusiones del documento de FratesDicasterio para los Laicos la Familia y la Vida

«Nada sin nosotros», la petición de las personas discapacitadas al Papa Francisco

Una delegación de personas con discapacidad presentó a Francisco un documento con sus recomendaciones para un mayor protagonismo en la Iglesia

«¿Qué es lo que nos impide ser miembros activos de la Iglesia? A veces lo más evidente, como aquí podemos ver», dice Enrique Alarcón mientras señala un escalón. Es un obstáculo que no le ha permitido subir con su silla de ruedas al estrado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Aun así, nada frena al Presidente de la sección española de Frater (Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad) para explicar a los periodistas los detalles del documento que él y sus compañeros le han dado en persona al Papa. Es un texto sobre la participación en la Iglesia de las personas con discapacidad y cuenta con el apoyo de la Secretaría General del Sínodo y el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

Enrique es una de las 35 personas convocadas por el Papa para proponer a la Iglesia modos de abrir sus espacios. Tras la redacción de varias propuestas desde mayo, finalmente ha viajado a Roma con otros cuatro representantes para hacer oír sus voces aunque no todos puedan hablar. «Los escalones nos impiden entrar en los templos y que no haya traductor a lengua de signos también complica las cosas», protesta. Pero a su juicio, las barreras de tipo físico no son las más grandes. «Es la mentalidad. Normalmente hay una estigmatización hacia las personas con discapacidad donde lo que se potencia y se premia a primera vista son las limitaciones».

Otra mirada a la discapacidad

Enrique Alarcón es crítico con los enfoques a través de los que la Iglesia (y la sociedad en general) se acercaban a la discapacidad hace muy poco tiempo. «Muchas veces se nos veía como objetos de la piedad y se nos decía: «Dios te quiere mucho y te envía una gran cruz para que te redimas»». Es un discurso que refutan en el documento que han presentado al Papa. «Cada uno puede tener sus limitaciones, pero tenemos miles de capacidades para afrontar la existencia», presume Alarcón.

El Señor te devuelve la dignidad para que seas miembro activo tanto en la sociedad como en la IglesiaEnrique Alarcón

Coincide con él Giulia Cirillo. Es italiana, viene de la Comunidad de Sant'Egidio y pide con insistencia combatir esta mentalidad. «Se debe superar en la Iglesia y en la sociedad una forma de piedad muy particular. No podemos pensar como creyentes que Jesús le de un valor especial al sufrimiento ni lo quiera para nosotros», dice con fuerza a pesar de su cansancio tras una mañana frenética en la que ha conocido al Papa. «A veces tenemos alguna dificultad más que los demás, pero Jesús nos quiere alegres, que descubramos nuestros talentos y nuestra vocación», añade.

Pero la convicción de Giulia no significa que se vea capaz de todo ni que quiera hacer la guerra por su cuenta. Es consciente de que «todos antes o después necesitamos pedir ayuda y ninguno se salva solo», dice parafraseando al Papa. «Somos una comunidad porque todos somos hijos de Dios».

Contra la resignación

Según Enrique Alarcón, el documento que él y sus compañeros han presentado al Papa propone un camino de superación a las personas con discapacidad. «La resignación lo que hace es empequeñecer a la persona, no le deja salir de las distintas problemáticas que tiene en su vida». Alarcón presta especial atención al pasaje del Evangelio en el que Jesús cura al paralítico y le dice «levántate, toma tu camilla y anda». «Tiene un significado muy profundo, cuando una persona se levanta está a la altura de los demás y adquiere dignidad», opina. Además considera que «el Señor te devuelve la dignidad para que seas miembro activo tanto en la sociedad como en la Iglesia».

Enrique tenía 22 años cuando comenzó a colaborar con Frater. Fue justo dos años después de sufrir el accidente que le dejó en silla de ruedas. Cuenta con gracia que en esta fraternidad descubrió una figura de Jesús que, en vez de decirle, «tú sufre, que está bien, cuánto te quiero», le decía «oye, chico, ya está bien, tienes 22 años, qué quieres de la vida, ¿que te tengan lástima siempre?». A raíz de aquella experiencia adquirió responsabilidad «no solo dentro de la Iglesia, sino en todo el movimiento asociativo de las personas con discapacidad».

La Iglesia es donde tengo un encuentro con la comunidad y con Jesucristo y donde encuentro fuerzaEnrique Alarcón

Su historia es parecida a la de Luz Elena Bracamonte, mexicana y sordomuda. Forma parte de DCYIA (Deaf Catholic Youth Initiative for the Americas), una organización que, entre otros proyectos, ayuda a la formación de maestros para niños sordos en la ciudad mexicana de Guadalajara. Luz Elena está entusiasmada de contar en Roma, con la ayuda de un intérprete, los avances de su iniciativa. Y pide con muchas ganas una fotografía de ella haciendo unos cuernos con sus manos que, lejos de tener ningún significado diabólico, son un signo de fuerza y buena suerte en la lengua de signos mexicana. Pero a pesar de su optimismo es crítica. «Falta especialmente información, falta apertura de la Iglesia en la inclusión, falta formación en los sacerdotes y seminaristas. Necesitamos que la inclusión se vea por todas partes», diagnostica.

Agradecidos al Papa

La delegación de personas con discapacidad se muestra muy agradecida al Papa. «Él particularmente nos ha llamado en primera persona a dar nuestro testimonio y nos ha dicho que en la Iglesia todos tenemos derecho a la palabra», dice Giulia Cirillo.

Por su parte, Luz Elena Bracamonte espera grandes cambios. «Ojalá el Papa Francisco anuncie y comparta esta información porque la hemos hecho desde las bases». La mexicana aspira a que, gracias a su documento, «se abra la inclusión a toda la Iglesia». «Hemos preparado actividades para la discapacidad y ojalá podamos dar pasos para la sinodalidad, promoviendo los valores del Evangelio. Ojalá que todos podamos difundir todo esto, que quitemos todos los obstáculos. Todos somos iguales como personas y tenemos que seguir avanzado poco a poco, paso a paso».

Qué cambiar

Enrique Alarcón hace mucho hincapié en que el objetivo de su visita al Vaticano no es felicitarse los unos a los otros sino mejorar las cosas. «La Iglesia no es mi zona de confort. La Iglesia es donde tengo un encuentro con la comunidad y con Jesucristo y donde encuentro fuerza para poder con el Espíritu Santo a lanzarme a vivir una vida plena de servicio», dice decidido.

El Presidente de Frater en España pone deberes a quienes buscan un cambio. «Lo primero es escuchar lo que aquí hemos trabajado, escuchar al Santo Padre porque tiene varios documentos muy importantes sobre la exclusión de las personas con discapacidad y cómo somos miembros activos y llamados a ser agentes evangelizadores», opina. También recomienda leer la Biblia e identificar cómo Jesús, en vez de decir «no, pobrecito, quédate ahí y llora tu pena», a juicio de Alarcón dice «levántate, hombre, sal de ahí y ponte en la vida».

Según él, la segunda tarea que tienen por delante los cristianos es «desaprender y darse cuenta de que las limitaciones no son nuestro nombre propio». Aunque advierte, «todos tenemos capacidades, pero si no nos ponemos a dinamizarlas no crecerán».

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