El papel de la mujer en la Iglesia y otros tres grandes retos del Sínodo de la Sinodalidad
Presentan las conclusiones 112 de las 114 Conferencias Episcopales del mundo, además de las Iglesias Orientales, la Curia Romana y otras instituciones
El Vaticano ha presentado esta semana el primer documento de trabajo del Sínodo sobre la Sinodalidad, después de un año de reuniones y encuentros a nivel local. Si hay un elemento destacable es que «desde todos los continentes llega un llamamiento para que las mujeres católicas sean valoradas, ante todo, como miembros bautizados e iguales del Pueblo de Dios».
Un Documento de Trabajo recoge las reflexiones y opiniones de fieles de todo el mundo, enviados por las distintas Conferencias Episcopales. En sus páginas se asegura que «es casi unánime la afirmación de que las mujeres aman profundamente a la Iglesia, pero muchas sienten tristeza porque su vida no suele ser bien comprendida y sus aportaciones y carismas no son siempre valorados».
Básicamente se asegura que en muchas diócesis son las mujeres quienes más atienden los servicios litúrgicos y quienes más se implican en la vida parroquial. También en el proceso sinodal han sido más activas que los hombres, por lo que lamentan que «en una Iglesia en la que casi todos los responsables de la toma de decisiones son hombres, hay pocos espacios en los que las mujeres puedan hacer oír su voz».
Este primer documento del Sínodo, que se valorará en una posterior fase continental, asegura que «casi todas las síntesis plantean la cuestión de la participación plena e igualitaria de las mujeres». Todo ello sin aportar una respuesta única. De hecho, muchas síntesis plantean que se estudie en profundidad el papel de las mujeres en las estructuras de gobierno o la posibilidad del diaconado femenino. Mientras que apenas hay consenso sobre el sacerdocio femenino, que muchos lo dan como cuestión cerrada en la Iglesia.
Si la Iglesia no es sinodal, nadie puede sentirse realmente en casa
Ensanchar el espacio eclesial
El título del primer Documento de Trabajo de este Sínodo de la Iglesia es Ensancha el espacio de tu tienda y hace referencia a la necesidad de acoger a todo tipo de personas, sin excluir a nadie. El texto asegura que «entre los que piden un diálogo más incisivo y un espacio más acogedor encontramos a quienes, por diversas razones, sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas». Entre ellos sitúa a «divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, las personas que viven en un matrimonio polígamo, las personas LGTBI».
También se señala en este grupo de excluidos a «los más pobres, los ancianos solos, los pueblos indígenas, los emigrantes sin pertenencia alguna que llevan una existencia precaria, los niños de la calle, los alcohólicos y drogadictos, los que han caído en las manos de la delincuencia».
Compromiso ecuménico
En este ensanchar la capacidad de acogida de la Iglesia, muchos testimonios insisten en la necesidad de profundizar en el camino ecuménico, en la unidad de todos los cristianos. De hecho, muchas síntesis locales lo califican como un compromiso «débil» y manifiestan «el deseo de aprender cómo podemos reforzar el camino ecuménico a partir de la colaboración concreta y cotidiana en torno a las preocupaciones comunes por la justicia social y medioambiental».
El primer año de experiencia de Sínodo sobre la Sinodalidad se ha materializado en aportaciones de 112 de las 114 Conferencias Episcopales del mundo, además de las Iglesias Orientales, la Curia Romana y otras instituciones. Una participación que lleva al primer documento de este foro a afirmar que «el proceso sinodal ha marcado los primeros pasos del retorno de un exilio, cuyas consecuencias afectan a todo el Pueblo de Dios: Si la Iglesia no es sinodal, nadie puede sentirse realmente en casa».
A partir de ahora, el gran desafío es cómo mantener este diálogo con todos los fieles, con qué estructura y con qué tipo de cualificación para quienes lo gestionen. De hecho, «la inmensa mayoría de las síntesis señalan la necesidad de proporcionar formación en el tema de la Sinodalidad».
Hasta 2024
La realidad es que las estructuras no son suficientes, es preciso que quienes deban gestionar y dirigir los trabajos sinodales sepan ejercer la autoridad y el liderazgo de la forma adecuada. El reto en este momento es ¿ quién forma a los líderes sinodales?
Una vez concluida esta primera etapa de escucha del Pueblo de Dios en todo el mundo, las conclusiones plasmadas en el Documento de Trabajo se debatirán a nivel continental. Una fase que culminará en la primera sesión de la Asamblea Sinodal de octubre de 2023, el momento en el que los obispos pueden comenzar a tomar decisiones concretas sobre las numerosas cuestiones planteadas. Además, hay que recordar que el Papa Francisco ha decidido alargar el Sínodo hasta 2024, con una segunda sesión que permita repensar y profundizar sobre determinados argumentos.