Francisco y Benedicto, una relación sin precedentes
La relación entre Benedicto XVI y Francisco se ha labrado en tres momentos decisivos de su vida: el primer cónclave y después en sus dos pontificados
Benedicto XVI y Francisco han forjado una relación sin precedentes en la historia. Por primera vez, un Papa emérito ha vivido a unos cientos de metros del Papa reinante durante más de una década. Repasamos la historia de esta singular «convivencia» entre estos dos pontífices con personalidades, estilos y orientaciones diferentes, pero unidos por el amor a la Iglesia.
La relación entre Benedicto XVI y Francisco se ha labrado en tres momentos decisivos de su vida: el primer cónclave, en el que participaron juntos como candidatos, y después en sus dos pontificados. Revelamos aquí aspectos poco conocidos de esa relación.
Cónclave de 2005
La víspera del cónclave de abril de 2005, consagrado a encontrar un sucesor de Juan Pablo II tras uno de los pontificados más largos de la historia, presentaba dos candidatos.
El cardenal Joseph Ratzinger era visto por muchos cardenales como el sucesor natural del Papa polaco. Por otro lado, la mente de los cardenales que buscaban imprimir cambios al gobierno de la Iglesia se concentró naturalmente en el cardenal Carlo Maria Martini, jesuita, antiguo arzobispo de Milán.
Ahora bien, el purpurado italiano ya sufría de Parkinson, motivo por el que no pudo ser considerado como candidato.
De esa manera, los votos que naturalmente se dirigían hacia Martini comenzaron a aglutinarse alrededor de otro jesuita, el cardenal Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, de 69 años.
El relato del cónclave proporcionado a la revista italiana Limes por un cardenal anónimo, que traicionó el secreto pontificio, revela los resultados de las votaciones: el primer escrutinio terminó con 47 votos a favor de Ratzinger contra 10 a favor de Bergoglio; el segundo 65 contra 36, el tercero 72 contra 40.
Ninguno de los dos candidatos había logrado la mayoría cualificada. Según varias fuentes, para evitar un largo cónclave, que podría generar división en Iglesia, el cardenal Bergoglio pidió a quienes le habían votado que dieran su apoyo al cardenal Ratzinger.
De este modo, en el cuarto y último escrutinio, Ratzinger obtuvo 84 votos, contra 26 a favor de Bergoglio. El cónclave había elegido al nuevo Papa. Aquellas horas intensísimas dio origen a la relación entre ambos
Pontificado de Benedicto
El cardenal Bergoglio no formó parte del primer círculo cercano a Benedicto XVI, un Papa europeo marcado por una visión tradicional de la Iglesia, forjada en la Baviera rural, alejada de la sociedad plural y urbana en la que creció el argentino.
Sabemos que el Papa alemán ofreció al cardenal Bergoglio el cargo de prefecto de una de las congregaciones (hoy se llaman dicasterios) más importantes del Vaticano. Quería contar con su asistencia en el gobierno de la Iglesia. Bergoglio no aceptó por considerar que debía concluir su labor como arzobispo al servicio de la Iglesia en Buenos Aires.
Por este motivo, durante el pontificado de Benedicto XVI, los encuentros personales entre los dos fueron espaciados, y las escenas de conversación evocadas en la película de Netflix, Los dos Papas, protagonizada por Anthony Hopkins y Jonathan Pryce, son pura fantasía, aunque ciertos rasgos de su carácter estén hábilmente representados.
Benedicto XVI y el cardenal Bergoglio volvieron a encontrarse en Aparecida (Brasil), en 2007, cuando el Papa acudió a Aparecida para participar en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en el que el arzobispo de Buenos Aires actuó como relator.
La visión y capacidad de síntesis que Bergoglio demostró en la redacción del documento final de ese encuentro llamó la atención no solo de Benedicto, sino también de muchos cardenales americanos y europeos, que más tarde estarían llamados a participar en un cónclave.
Pontificado de Francisco
Cuando Francisco fue elegido Papa y apareció en el balcón de la fachada de la Basílica de San Pedro, llegaba con retraso con respecto al programa establecido.
Antes de aparecer ante el mundo, quiso llamar por teléfono a Benedicto XVI, que se encontraba en la residencia de Castel Gandolfo. Era la primera persona a la que quiso saludar. Sus primeras palabras como Papa fueron dirigidas su predecesor. Un gesto que marcaría el estilo de esta relación inédita.
Diez días después, el 23 de marzo de 2013, Francisco fue a visitar al Papa emérito a Castel Gandolfo, momento que éste aprovechó para transmitir a su predecesor los dosieres más delicados sobre el gobierno de la Iglesia.
Según avanzó el pontificado, esta relación alcanzó nuevos hitos, como la publicación de la primera encíclica de la historia escrita «a cuatro manos» por dos Papas, la Lumen Fidei (La luz de fe).
«No se me volverá a ver en público», se dice que afirmó Benedicto XVI tras su renuncia. Francisco anularía este compromiso de su predecesor, asociándolo a varios actos públicos, como la canonización de Juan Pablo II en abril de 2014.
Uno de los momentos más emocionantes en la relación de estos dos hombres tuvo lugar en el Palacio Apostólico vaticano, cuando el 28 de junio de 2016 Francisco quiso celebrar el 65 aniversario de la ordenación sacerdotal de Benedicto.
Dirigiéndose al Papa Bergoglio, confesó sacando más de una lágrima entre los presentes: «Más que los jardines vaticanos, con su belleza, es su bondad el lugar donde vivo: me siento protegido».
Francisco también ha expresado públicamente en varias ocasiones lo que ha significado Benedicto XVI para él como Papa. Tras rezar el Ángelus, el 29 de junio de 2021, se dirigió directamente a Benedicto como «querido padre y hermano». «Gracias por tu testimonio creíble –añadió–. Gracias por tu mirada continuamente dirigida hacia el horizonte de Dios».
Aunque la «continuidad teológica interior» entre los dos pontificados ha sido subrayada por los interesados, Francisco y Benedicto XVI tienen diferencias significativas en cuestiones ligadas a la relación entre la Iglesia y el mundo.
Ahora bien, esas divergencias, a pesar de que muchos han querido manipularlas, no han empañado nunca la colaboración, el respeto y el aprecio, pues ambos están unidos por un mismo amor que ha dado sentido a sus vidas: la Iglesia de Jesús.