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Asumir el Pontificado después de una persona tan carismática como Juan Pablo II fue siempre un peso difícil de sostener para Benedicto XVI. Ni tenía su capacidad oratoria, ni su simpatía, ni su contundencia ante determinadas situaciones. Pero, es un error juzgar solo por las apariencias, por la comunicación externa.

Benedicto XVI ha sido uno de los grandes teólogos del siglo XX. Un intelectual que ha buscado durante toda su vida con el estudio de la teología, la investigación y la enseñanza, el rostro de Dios. Pero al mismo tiempo, es un hombre sencillo, muy cordial y muy gentil; incluso tímido, que se ha puesto a total servicio de la Iglesia.

Joseph Ratzinger ha jugado otro papel importante en la historia de la Iglesia al establecer una serie de medidas contundentes contra los abusos sexuales. Sus cambios en el Derecho Canónico facilitaron que cientos de sacerdotes fueran expulsados del estado clerical por este motivo. Era algo inédito en aquel tiempo. Quien fuera el director de la Sala Stampa del Vaticano, durante su Pontificado, el padre Lombardi constata el acierto de esas medidas.

«Estoy convencido que una herencia que deja es la de haber afrontado con sinceridad, humildad, seriedad y profundidad el problema de los abusos sexuales. Ha sido uno de los momentos de crisis que ha vivido durante su pontificado», dice Lombardi.

Y el último gran logro de Benedicto XVI, demostración de su valentía, fue el hecho de su renuncia como Papa. Es algo histórico en la vida de la Iglesia, ya que tan solo se había certificado un caso así 700 años antes con Celestino V, en el año 1294. En la Iglesia se consideraba que un Papa debía permanecer para siempre, igual que ocurría hace años con los obispos. Hoy es normal que los obispos se jubilen y presenten su renuncia a los 75 años, aunque el Papa puede prorrogar el mandato. Pero la realidad es que nadie había pensado que el obispo de Roma también tenía un límite de edad. Benedicto XVI rompió una tradición milenaria y lo hizo de forma meditada y razonada, como buen alemán. Así pues, el impulso intelectual al diálogo entre fe y la razón, la lucha contra los abusos y la división se pueden considerar los hitos de un Papa grande en la historia de la Iglesia.