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Una multitudinaria ovación a Benedicto XVI abre el año en Roma

Al celebrar la Jornada Mundial del Paz, el Papa Francisco comparte sus pensamientos más personales en recuerdo de Joseph Ratzinger ante los numerosos peregrinos acudidos al Vaticano

Una ovación al Papa Benedicto por parte de la muchedumbre que se había congregado en la plaza de San Pedro, donde destacaban por color y entusiasmo numerosos españoles, agrupados algunos de ellos en torno a su bandera.

Fue la respuesta espontánea a las palabras del Papa Francisco, quien desde la ventana del Palacio Apostólico pidió a los presentes que invocaran la intercesión de la Virgen María para su predecesor, fallecido en la mañana del 31 de diciembre.

«Todos nos unimos, con un solo corazón y una sola alma, para dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia», afirmó el pontífice al rezar a mediodía la oración mariana del Ángelus en una apacible mañana junto a miles de peregrinos.

Poco antes había presidido en la Basílica de San Pedro la misa y en la homilía había también pedido la oración de todos para que María acompañe a Benedicto XVI «en su paso de este mundo a Dios».

Las últimas palabras de Benedicto

Las primeras intervenciones públicas del Papa en agradecimiento y homenaje a Joseph Ratzinger se han focalizado en el lado más personal e íntimo del pontífice alemán.

Fuentes vaticanas han confirmado las informaciones de prensa que revelan que el Papa Francisco fue el primero en acudir al lecho de muerte de Benedicto, cuando expiró a las 9:34 de la mañana del sábado, en el monasterio Mater Ecclesiae.

El Pontífice argentino acudió inmediatamente tras recibir por teléfono la triste noticia del fallecimiento de labios del arzobispo Georg Gänswein, secretario privado de Benedicto.

El Papa impartió la bendición y rezó por él. Monseñor Gänswein le reveló que las últimas palabras de Benedicto XVI fueron en alemán: «Jesus, ich liebe dich» («Jesús, te amo»).

Así de llena estaba la plaza de San Pedro el 1 de enero de 2023EFE

Testamento espiritual

Poco después se publicaba el testamento espiritual de Joseph Ratzinger, un documento de poco más de una página, dedicado a dar las gracias a las personas que más cerca estuvieron de su vida (sus familiares), a su pueblo alemán y a su país que le adoptó durante tantos años, Italia.

Su última voluntad se limita a recoger la mayor preocupación del pontificado de Benedicto XVI: «¡Permaneced firmes en la fe! ¡No os dejéis confundir!».

«A menudo parece como si la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica», explicaba el gran teólogo en su última voluntad.

El Pontífice al final de su vida constataba: «He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas, que solo parecen ser competencia de la ciencia».

«He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe», sigue constatando Ratzinger, pero concluye:. «Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo».

«Nunca dudó de la decisión de renunciar»

El mismo secretario del Papa, en declaraciones al canal de televisión RAI1 ha confirmado que Ratzinger nunca sintió dudas tras la decisión de renunciar al ejercicio del ministerio del Papa.

«Él mismo dijo que no tenía la fuerza física y psíquica para ser Papa, para guiar la barca de San Pedro», aclaró el secretario privado. «Después nunca tuvo un momento en el que dudara o dijera ‘me arrepiento’».

La conmoción por el fallecimiento del Pontífice emérito ha dado una profundidad inesperada a la Jornada Mundial de la Paz, que la Iglesia celebra desde 1968, por decisión de san Pablo VI, el 1 de enero, fiesta de Santa María, Madre de Dios.

En esta Jornada, constató el Papa, «sentimos de manera aún más intensa e intolerable, el contraste de la guerra, que en Ucrania y otras regiones siembra muerte y destrucción. Sin embargo, no perdamos la esperanza, porque tenemos fe en Dios, que en Jesucristo nos ha abierto la senda de la paz. La experiencia de la pandemia nos enseña que nadie puede salvarse solo, sino que juntos podemos recorrer sendas de paz y de desarrollo».

Adiós a Benedicto XVI

A partir de este lunes, el féretro del Papa emérito será expuesto en la Basílica de San Pedro para que todos los que lo deseen puedan darle su último adiós.

El funeral, «solemne, pero sobrio» se celebrará el 5 de enero. Se espera que acudan a Roma unas 60.000 personas.