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El Papa emérito Benedicto XVI ya ha encontrado el rostro que tanto amaba.GTRES

El testamento espiritual de Benedicto XVI: «Pido perdón de corazón»

La Oficina de Prensa de la Santa Sede publica la última voluntad de Joseph Ratzinger tan solo unas horas después de su muerte

«Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás, lo primero que veo son las razones que tengo para dar las gracias». Es la frase con la que Benedicto XVI comienza su testamento espiritual. La Oficina de Prensa de la Santa Sede lo ha publicado tan solo unas horas después de la muerte del Papa emérito.

«En primer lugar, le doy las gracias a Dios, que me ha dado la vida y me ha guiado en diversos momentos de confusión», confesaba Joseph Ratzinger en este texto escrito el 29 de agosto de 2006. «Siempre me levantaba cuando tropezaba y me iluminaba con la luz de su cara». En su última voluntad, Benedicto XVI reconoce que «incluso las partes oscuras y agotadoras de este viaje eran para mi salvación».

Joseph Ratzinger contaba que «la fe lúcida de mi padre nos enseñó a los niños a creer». Dice que gracias a esa certeza se mantuvo firme en sus creencias a pesar «de todos mis logros científicos». Por su parte, califica «la profunda devoción y la gran mondad de mi madre» como «un legado que nunca podré agradecer lo suficiente».

A su hermana le reconoce «haberme asistido durante décadas con afecto». Y a su hermano «la lucidez de sus juicios, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón». Añade que «siempre me ha allanado el camino» y que sin él «no podría haber encontrado el camino correcto».

Dieciséis años antes de morir, Benedicto XVI daba las gracias a Dios «por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado». También «por los colaboradores en todas las etapas de mi camino, por los maestros y alumnos que me ha dado». E incluso por Alemania y, más particularmente, «mi hermoso pueblo en las estribaciones de los Alpes bávaros, en el que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo». Sobre su país, también decía que rezaba «para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe». Y encargaba a sus compatriotas que no se dejaran «distraer de la fe». No solo tuvo palabras para Alemania. También para Roma e Italia, «que se han convertido en mi segunda patria».

Pido perdón de corazón

En su testamento, aparte de dar las gracias, Benedicto XVI decía explícitamente: «Pido perdón a todos aquellos a los que les haya hecho daño de cualquier manera». E insiste a los cristianos en que «las ciencias naturales son capaces de ofrecer resultados irrefutables si se completan con la fe católica». Celebraba todos los avances tecnológicos que había visto a los 79 años con los que escribía su última voluntad y pedía un mayor diálogo entre ciencia y fe como lo hizo durante todo su pontificado.