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Francisco invita a seguir los pasos de Benedicto XVI en un funeral con cincuenta mil personas

En las exequias que superan todas las expectativas de participación, el Papa Francisco testimonió la «unción, sabiduría, delicadeza y entrega» con la que anunció el Evangelio Joseph Ratzinger

«Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz», la voz de Dios. Este fue el deseo que el Papa Francisco compartió al concluir la homilía en el funeral de Joseph Ratzinger, en este jueves.

Como había sucedido desde el día de su fallecimiento, el 31 de diciembre, también el funeral del Papa emérito ha superado todas las expectativas: al inicio de la ceremonia «sencilla» (como él la había deseado), las autoridades de policía italianas calculaban la presencia de unas cincuenta mil personas.

En los tres días precedentes casi doscientos mil peregrinos habían visitado la capilla ardiente en la basílica vaticana. Todo ha tenido lugar en orden absoluto.

Georg Wanswein, el secretario personal de Benedicto, se ha acercado a besar el féretro antes de la ceremoniaGtres

Ovación al féretro

El féretro de Benedicto XVI llegó cuarenta minutos antes del inicio de la celebración eucarística, suscitando una larga y conmovida ovación entre los presentes, entre quienes destacaba la presencia de la Reina Sofía, en representación de España, junto a las únicas delegaciones oficiales de Alemania e Italia.

A continuación, el arzobispo Georg Gansweïn, secretario de Benedicto XVI durante casi 20 años, colocó el Evangelio abierto sobre el ataúd de madera, como ocurrió en el funeral de Juan Pablo II.

Respetuosamente, el prelado alemán se arrodilló para besar el féretro. Los fieles comenzaron entonces a rezar el Rosario. Al fondo, se escuchaba el tañido a muerto de las campanas de la basílica.

Estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadez y entrega que él supo esparcir a lo largo de los añosPapa Francisco

La ceremonia estaba siendo cubierta por más de mil periodistas, mientras que 3.700 sacerdotes concelebraron junto al Papa.

Momento de la Consagración.AFP

Benedicto XVI, buen pastor

Para recordar la vida de Joseph Ratzinger durante la homilía, el Papa Francisco recurrió a las últimas palabras de Jesús en la cruz, «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu», para trazar una descripción profundamente teológica de la figura de pastor que deja Benedicto XVI.

Ser pastor, recordó Francisco citando la primera homilía de Benedicto como Pontífice, «quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir. Amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios; el alimento de su presencia».

En particular, el Papa argentino reconoció en su predecesor «la búsqueda apasionada por comunicar la hermosura y la alegría el Evangelio», compartiendo «esa recia paz que no agrede ni avasalla».

Al final de la Misa, el ataúd ha sido trasladado al interior de la Basílica, donde será enterrado en las grutas vaticanas.EFE

«En manos del Padre»

El Papa Francisco quiso «confiar a nuestro hermano en las manos del Padre», como testigo del Evangelio, «que él esparció y testimonió durante su vida».

«Como las mujeres del Evangelio en el sepulcro, estamos aquí con el perfume de la gratitud y el ungüento de la esperanza para demostrarle, una vez más, ese amor que no se pierde; queremos hacerlo con la misma unción, sabiduría, delicadeza y entrega que él supo esparcir a lo largo de los años», afirmó.

Entre los carteles traídos por los peregrinos, una religiosa exponía «Santo súbito», el mismo clamor que caracterizó el funeral de Juan Pablo II en 2005.

Tras la misa, el Papa Benedicto XVI será enterrado bajo la Basílica de San Pedro, en el mismo lugar en el que fue enterrado Juan Pablo II en 2005. Este espacio, en las grutas vaticanas, cerca de la tumba del apóstol Pedro, permanece vacío desde que los restos del pontífice polaco fueron trasladados al nivel superior de la basílica en 2011, con motivo de su beatificación.