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El Papa Francisco saluda a Giorgia Meloni tras el funeral por el Papa emérito Benedicto XVIGTRES

Francisco y Giorgia Meloni, la cordialidad que algunos no esperaban

Quienes consideran que Francisco es un «papa comunista» y Giorgia Meloni una populista «radical de extrema derecha» no daban crédito a sus ojos ni oídos

La primera audiencia del Papa a la jefa del Gobierno italiano constituye un hito en su progresiva relación de acercamiento mutuo, capaz de romper prejuicios que precedían a la elección de la primera italiana en desempeñar ese cargo.

Quienes consideran que Francisco es un «papa comunista» y Giorgia Meloni una populista «radical de extrema derecha» no daban crédito a sus ojos ni oídos este martes.

¿Cómo es posible que mantengan una relación tan cordial, como la protagonizada en la primera audiencia privada que el pontífice ha concedido a la nueva primera ministra de Italia en el Vaticano?

En el encuentro, de carácter privado, duró 35 minutos, Meloni, que se profesa públicamente católica, presentó a su compañero, el periodista Andrea Giambruno, de 41 años, quien trabaja para un canal de televisión de Silvio Berlusconi, con quien tiene una hija, Ginevra, nacida en 2016.

Obsequios

Jorge Mario Bergoglio regaló a la primera ministra una obra de bronce titulada Amor social, que representa a un niño ayudando a otro a levantarse, con la inscripción «Amar– Ayudar».

El pontífice le entregó su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2013 Nadie puede salvarse solo, el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, que firmó en Abu Dabi, en 2019, junto al gran imán de Al-Azhar en El Cairo, Ahmad Al-Tayyeb, máxima autoridad moral del Islam suní, y el libro Una encíclica sobre la paz en Ucrania, que recoge intervenciones del Papa sobre el conflicto de ese país con Rusia.

A su vez, Meloni donó al Pontífice un ejemplar de La Santa Misa explicada a los niños de María Montessori, de 1955, una de las pedagogas más reconocidas de todos los tiempos; un pequeño volumen que contiene El cántico de las criaturas y Las florecillas de San Francisco de Asís.

Como se puede constatar, Francisco, de 86 años, y Meloni, que el próximo 15 de enero cumplirá 45, son la prueba viviente de que los clichés en ocasiones ayudan, pero casi siempre confunden.

Hace un año, antes de ser elegida primera ministra, el pasado 22 de octubre, cuando en los sondeos su consenso crecía de manera imparable, muchos se preguntaban cómo podría ser la relación con la Iglesia católica, en particular con el Papa Francisco, dado que procedían de sensibilidades aparentemente muy diferentes.

«Soy cristiana»

El 19 de octubre de 2019, Meloni participó en la manifestación «Orgullo italiano», convocada en Roma por Matteo Salvini, líder del partido La Liga. En esa ocasión, criticó duramente la propuesta del entonces gobierno italiano de sustituir las menciones «padre» y «madre» en los documentos de identidad y concluyó: "Yo soy Giorgia, soy mujer, soy madre, soy italiana, soy cristiana”.

La frase fue remezclada por dos DJ milaneses, convirtiéndose en viral con millones de visitas, imitaciones y memes en las redes sociales. Meloni cogió la oportunidad al vuelo y adopto el título «Yo soy Giorgia» para su autobiografía, publicada en 2021, base de su campaña electoral.

Como ella misma admitió después, el éxito mediático y viral del vídeo musical, al haber perdido la intención satírica original en favor de la comunidad LGBT con la que había sido creado, acabó aumentando su popularidad, transformándola «de aburrida exponente política a curioso fenómeno pop».

En esa autobiografía, tras elogiar a Juan Pablo II y Benedicto XVI, Meloni escribe: «He seguido a todos los pontífices, pero no con el mismo entusiasmo. Puede que sea mi edad, y la conciencia que conlleva, pero aunque soy católica y nunca me he permitido criticar a un pontífice, admito que no siempre he entendido al Papa Francisco. A veces me he sentido como una oveja descarriada, y espero tener algún día el privilegio de hablar con él, porque estoy segura de que sus grandes ojos y sus palabras directas podrán dar sentido a lo que yo no entiendo».

La relación entre el Papa y Meloni se explica también por el hecho de que Giorgia ha sido discreta en su profesión pública de fe, a diferencia de Salvini, quien usó y abusó en numerosas ocasiones de los símbolos cristianos en campaña electoral. Esta actitud ha generado serenidad en las relaciones de Meloni con el episcopado italiano, presidido en estos momentos por el cardenal de Bolonia, Matteo Zuppi, uno de los cofundadores de la Comunidad de San Egidio, que mantiene relación de profundo respeto con la primera ministra.

Francisco, fuera de protocolo

Ese día llegó este martes. Por su parte, Francisco ha adoptado gestos fuera de protocolo para demostrar su disponibilidad para entablar una relación con Meloni.

El 5 de enero, al terminar el funeral de Benedicto XVI, Meloni, junto con el presidente de la República, Sergio Mattarella, pudo saludar a Francisco, y las fotos muestran a un primer ministro radiante y a un pontífice benevolentemente sonriente.

El 1 de enero, al desear un «feliz año nuevo» desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano, Francisco quiso se saltó el protocolo saludando no solo al jefe del Estado de Italia, sino que, improvisando, dirigió un deferente saludo a la «presidente del Gobierno».

Esta apertura y curiosidad del Papa por Meloni viene de lejos. El 6 de noviembre, cuando Meloni comenzaba su mandato, el Papa concedió una rueda de prensa en el avión que le traía de Baréin a Roma y respondiendo a una periodista deseó «lo mejor» a la primera ministra «para que saque a Italia adelante» y pedir «a todos los demás que están en contra del partido ganador que colaboren con criticidad, con ayuda». «En esto hago un llamamiento a la responsabilidad –añadió–. Dime, ¿es justo que desde principios de siglo hasta ahora Italia haya tenido 20 gobiernos? ¡Terminemos con estas bromas!».

El mismo Papa pidió en esa ocasión la ayuda de la Unión Europea para que Italia y otros países del Mediterráneo, como España, puedan gestionar la acogida de las oleadas de inmigrantes que atraviesan el mar.

«Cada gobierno de la Unión Europea tiene que acordar cuántos migrantes puede recibir –dijo el Papa–. Por el contrario, son cuatro países que reciben migrantes: Chipre, Grecia, Italia y España, porque son los más cercanos al Mediterráneo. En el interior hay algunos, como Polonia, Bielorrusia. Pero la mayor parte de los migrantes viene del mar. ¡La vida debe ser salvada! Hoy, tú lo sabes, el Mediterráneo es un cementerio, quizás el cementerio más grande del mundo».

Estas palabras del Papa supusieron un argumento para la posición que Giorgia Meloni ha asumido ante Bruselas en materia de inmigración.

Meloni, que hace años había tenido acercamientos a personajes que parecían opositores al Papa Francisco, como el cardenal Robert Sarah, en los últimos meses ha tejido una red de relaciones más institucionales con la Santa Sede, reuniéndose con hombres destacados como el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, y el arzobispo británico Paul Richard Gallagher, «ministro de Asuntos Exteriores» del Vaticano.

El Vaticano no ha revelado contenidos de la audiencia. Sí se han hecho públicos los temas que Meloni afrontó tras su encuentro con el Papa con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado , acompañado por el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede.

El comunicado de la Santa Sede

Un comunicado emitido por la Oficina de Información de la Santa Sede revela «durante las cordiales conversaciones mantenidas en la Secretaría de Estado, se hizo hincapié en las buenas relaciones bilaterales y se mencionaron una serie de cuestiones relativas a la situación social italiana, con especial referencia a los problemas relacionados con la lucha contra la pobreza, la familia, el fenómeno demográfico y la educación de los jóvenes».

En su conversación de Meloni con los máximos exponentes de la Santa Sede, «se examinaron cuestiones internacionales, con especial referencia a Europa, el conflicto en Ucrania y la migración».