Permanecer con Jesús, por lo tanto, requiere la valentía de dejar. ¿Dejar qué? Nuestros vicios y nuestrospecados, por supuesto, que son como anclas que nos sujetan a la orilla y nos impiden remar mar adentro. Pero hay que dejar también lo que nos impide vivir plenamente, como los miedos, los cálculos egoístas, las garantías de estar seguro viviendo una vida mediocre".