Fundado en 1910

El prelado del Opus Dei, Fernando Ocariz.

Tras el congreso extraordinario del Opus Dei

Los cinco desafíos que afronta el Opus Dei con su reorganización

Al concluir el congreso extraordinario de reorganización, convocado para responder a las propuestas del Papa Francisco, aparecen con más claridad algunos de los desafíos que afronta la Obra

El Opus Dei se prepara para vivir, a partir de 2028, el centenario de su fundación. El Papa Francisco ha pedido que emprenda una reorganización, que se hace necesaria para enmarcar en la reforma de la Curia Romana a esta prelatura personal, fundada por san Josemaría Escrivá de Balaguer.

Este 17 de abril concluía el congreso extraordinario, convocado por este motivo por el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, con la participación de 126 mujeres y 148 hombres, cuyas conclusiones se presentarán a la Santa Sede para ser analizadas y aprobadas por el Papa. Sólo entonces podremos conocer las novedades.

Lo que ya sabemos es que, más allá de algunas cuestiones jurídicas técnicas, que apasionan a canonistas eclesiásticos, pero que a la mayoría de los lectores les resultan engorrosas, estas propuestas servirán para adaptar los estatutos del Opus Dei, una oportunidad histórica para dar un nuevo empuje a esta institución.

¿Cuáles son, entonces, los desafíos que debe afrontar el Opus Dei en estos momentos más allá de vericuetos canónicos?

A la luz de la documentación publicada por la Obra, como la llaman familiarmente sus miembros, con motivo del congreso extraordinario y de la preparación del centenario, El Debate recoge cinco retos que se presentan como más relevantes.

Los jóvenes

El Opus Dei comparte con casi todas las congregaciones religiosas, movimientos, comunidades, y asociaciones, un desafío evidente: la difícil adhesión por parte de los jóvenes. Y sin jóvenes, no hay futuro por más perfecta que pueda ser la estructura jurídica.

Por este motivo, en su mensaje de preparación del centenario, el prelado del Opus Dei se ha dirigido en particular a los jóvenes de la prelatura, a quienes «tocará un papel fundamental sobre cómo llevar el Opus Dei a los próximos cien años».

Por este motivo, han creado un comité de preparación del centenario que «se dedicará sobre todo a escuchar a fieles de la Obra y a muchas otras personas. Las sugerencias que se reciban servirán para plantear mejor la celebración».

De manera estratégica, no se ha nombrado como presidente del comité a un alto prelado, o a un sacerdote: la elección ha recaído sobre una joven brasileña de 36 años, Fernanda Lopes.

En su primera entrevista, Lopes ha explicitado este desafío: «Desde el comité esperamos poder contar con la intervención muy activa de los jóvenes. También me siento especialmente interpelada, porque quienes hemos llegado a la Obra ya en el tercer milenio nos sabemos protagonistas de este momento histórico».

Fernanda Lopes, presidenta del comité de preparación para el centenario de la ObraOpus Dei

Posicionamiento eclesial

Con las nuevas realidades eclesiales sucede algo parecido a la evolución de una persona, aunque con tiempos diferentes: infancia, adolescencia, juventud, madurez…

Todas las nuevas realidades surgidas en la Iglesia católica, desde los padres del desierto de los primeros siglos, pasando por las diferentes órdenes religiosas como los franciscanos o jesuitas, hasta llegar a las comunidades surgidas de la Renovación Carismática, todas han tenido que comprender cómo integrarse en la Iglesia. Por otro lado, el resto de las realidades católicas también ha tenido que aprender a acogerlas.

En ocasiones, este proceso ha podido ser más fácil o complicado en virtud del contexto: una realidad como el Opus Dei que surgió en el contexto eclesial precedente al Concilio Vaticano II suponía en algunos aspectos una fuerte novedad. Y las novedades no son fáciles de integrar en una institución de dos mil años de vida.

En vísperas de su centenario, es posible constatar que la Obra ha llegado a un momento de madurez, que ayuda en este proceso de adaptación de sus estatutos, para mostrar de manera más explícita todavía que esta institución tiene sentido sólo en la Iglesia, para la Iglesia y con la Iglesia.

En días pasados, Manuel Sánchez Hurtado, director de la Oficina de Comunicación Internacional del Opus Dei en Roma, en declaraciones a El Debate, ponía un ejemplo de la contribución que puede dar esta reorganización: «Los fieles del Opus Dei son fieles de sus diócesis. El ser fieles del Opus Dei no les quita nada de ser fieles de sus diócesis. Esto los miembros de la prelatura lo sabían, pero quizá no está explícitamente expresado en los estatutos».

La madurez eclesial alcanzada por el Opus Dei se ha podido demostrar en el espíritu de obediencia y colaboración con la que sus representantes han acogido las observaciones del Papa Francisco y su propuesta de adaptación de los estatutos.

En su homilía de inauguración, Ocáriz pidió al congreso extraordinario trabajar «en plena fidelidad al espíritu recibido de san Josemaría, que incluye necesariamente la unión con el Romano Pontífice, principio visible de la unidad de la Iglesia. Esta santa Iglesia, de la que el Opus Dei es parte y a la que quiere servir –siguiendo el ejemplo de san Josemaría– como ella quiere ser servida».

Todavía hoy, en algunas parroquias y en realidades eclesiales, se percibe al Opus Dei como una realidad apartada. Esta reorganización promovida por el Papa Francisco y el centenario harán que esta sensación se vaya superando.

Relación con el mundo

Desde el día de su fundación, el 2 de octubre de 1928, hasta nuestros días el mundo ha cambiado a velocidades vertiginosas. Lo que en siglos precedentes sucedía en un siglo, ahora acontece en pocos años.

El centenario, según ha explicado el prelado en el mensaje preparatorio, será «un momento propicio para considerar los desafíos que se presentan a la Iglesia y a la sociedad y plantearnos cómo podríamos contribuir mejor. Será un tiempo oportuno para mirar al futuro y pensar juntos».

Como explica el Papa Francisco, «no vivimos una época de cambios», nos encontramos en «un cambio de época». Este congreso y el centenario plantean al Opus Dei el reto que han debido afrontar desde el primer siglo los reformadores en la Iglesia: preservar el espíritu recibido del fundador, adaptando eso sí las formas, superando tradiciones con minúscula que hoy pueden impedir a nuevas generaciones saciar su sed en la frescura del carisma legado por san Josemaría Escrivá de Balaguer.

En esta relación con el mundo, la humildad es clave. Ha sido acogido como algo positivo en este contexto el comunicado que emitió la Región del Plata (correspondiente a los países de Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina) del Opus Dei sobre denuncias de abusos.

Se hace referencia a denuncias fundadas contra ocho miembros: tres referidas a clérigos (dos ya fallecidos) y cinco a fieles laicos. «En todos los casos se procuró reparar y acompañar a las personas afectadas en su proceso de sanación», ha afirmado el Opus Dei.

«Revitalizar el servicio a los más necesitados»

En el contexto de la preparación del centenario, fueron muy significativas las conclusiones del encuentro denominado Be To Care, celebrado en septiembre pasado en Roma, que congregó a representantes de más de setenta iniciativas de cooperación, ayuda y desarrollo en treinta países, animadas por el espíritu de san Josemaría. Ocáriz tomó la palabra para constatar la necesidad de «revitalizar el servicio a los más necesitados» como uno de los objetivos de cara al centenario.

La nota informativa final, emitida por el Opus Dei, recogía la contribución de una de las representantes de Kenia, Josephine, quien explicó que «uno de los retos es ser fieles al ideal cristiano que inspira estas instituciones y, al mismo tiempo, estar abiertos al cambio y a la autocrítica, para servir mejor; dejarnos interpelar por la realidad, pues es esta la que nos sugiere las necesidades de la sociedad y de cada persona».

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Santificar la vida ordinaria

Toda reforma en la Iglesia debe servir para que resplandezca aún con más claridad el carisma de la Obra: en el caso del Opus Dei, la santificación de la vida ordinaria. Un carisma cuya profecía es aún más importante en momentos en los que la humanidad reflexiona sobre cómo las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial, condicionarán irremediablemente la vida laboral de millones de personas.

Como decía san Josemaría dirigiéndose a los fieles del Opus Dei: «Dios os llama a servirle en y desde las tareas civiles, materiales, seculares de la vida humana: en un laboratorio, en el quirófano de un hospital, en el cuartel, en la cátedra universitaria, en la fábrica, en el taller, en el campo, en el hogar de familia y en todo el inmenso panorama del trabajo, Dios nos espera cada día».

«Sabedlo bien –concluía el fundador–: hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más comunes, que toca a cada uno de vosotros descubrir». De eso se trata la reorganización del Opus Dei, de eso se trata el centenario: hacer brillar con más claridad este mensaje.