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El cuerpo incorrupto de san Juan XXIII

Cómo fueron las últimas horas de Juan XXIII: un familiar lo cuenta entre bastidores

Montini relató en sus escritos los sentimientos de aquel encuentro de despedida con el Papa moribundo. «Rezamos un rato con los demás y luego lo dejé con gran pena»

El sobrino y biógrafo del Papa Juan XXIII ha contado una historia inédita entre bastidores sobre los últimos días del pontífice, fallecido el 3 de junio de 1963. Según Marco Roncalli, no solo había miles de personas en la plaza de San Pedro para acompañar en la oración la agonía de su tío Angelo Roncalli, sino que un influyente cardenal, que se convertiría en su «heredero», estuvo junto a su cama en las horas previas a su «fallecimiento». Ese cardenal era Giovanni Battista Montini, que se convirtió en Papa el 21 de junio con el nombre de Pablo VI.

Amistad con su sucesor

Roncalli y Montini se conocían bien. Había entre ellos una gran amistad nacida cuando ambos eran obispos. Montini era un hábil diplomático y ocupó importantes cargos en la Secretaría de Estado, primero como Subsecretario y luego como Prosecretario. No es casualidad que el Papa Juan XXIII le delegara como su representante en las misiones extranjeras (África, América, Europa), tras nombrarle cardenal en el Consistorio del 15 de diciembre de 1958.

Roncalli como arzobispo de Venecia

La estima de Juan XXIII hacia el futuro Pablo VI era muy alta. Tanto que confesó a su secretario particular, Loris Capovilla, que habría votado a Montini si hubiera estado entre los papables en el cónclave de 1958. «No habría dudado en darle mi preferencia», dijo Roncalli, que fue elegido pontífice en ese mismo cónclave.

Entre las tutelas, el Papa Juan XXIII quiso nombrar a Montini (que ya ostentaba el autorizado cargo de arzobispo de Milán) también miembro de la comisión preparatoria del Concilio Vaticano II.

En este contexto, hubo primero un intercambio de cartas, y luego la presencia física de Montini en los últimos días de la vida de Roncalli.

Era el 20 de mayo de 1963, cuando el Cardenal Montini escribió al Papa Roncalli lo siguiente: «Que Vuestra Santidad recoja los frutos de su ministerio apostólico en el Concilio Ecuménico, que en su próxima segunda sesión desea tenerle en medio de su gran asamblea, refrescado en las fuerzas del cuerpo y siempre magnífico en las del espíritu».

Montini informó al Papa de que había firmado el decreto para la fundación de la Accademia di San Carlo en Milán, un proyecto al que Juan XXIII era muy aficionado. El pontífice, para entonces ya muy enfermo, respondió a través del Secretario de Estado, el cardenal Cicognani, quien informó textualmente del comentario papal: «Hace cincuenta años que quiero esta Academia de San Carlos; insistí un poco en ello; el cardenal Montini lo comprendió inmediatamente y sus buenos milaneses le han apoyado...».

Canonización de san Juan XXIII

Hijo y amigo de la Lombardía

La salud del Papa Juan se deterioraba rápidamente. Montini, con algunos miembros de la familia del pontífice, se apresuró a acudir al Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano el 31 de mayo. El cardenal había encomendado la vida del pontífice a la intercesión de San Carlos, y permaneció rezando durante algún tiempo junto a la cama de su querido amigo. «Recé junto a nuestro venerabilísimo Papa y luego me atreví a acercarme a él y besar su mano inerte, casi como para contar sus respiraciones y evocar los recuerdos del país».

El 1 de junio se produjo el último encuentro entre Roncalli y Montini. Roncalli, según la reconstrucción de su bisnieto Marco, tuvo algunos momentos de lucidez. Incluso consiguió hablar. Dijo a los que le rodeaban que se sentía preparado para ir a Cristo; luego expresó su deseo de dejar la vida mortal para tender hacia la inmortal.

Montini relató en sus escritos los sentimientos de aquel encuentro de despedida con el Papa moribundo. «Rezamos un rato con los demás y luego lo dejé con gran pena, porque preveía que sería la última vez que tendría la suerte de acercarme a él».

Así fue. El Cardenal regresó a Milán el 2 de junio. Al día siguiente, 3 de junio de 1963, se enteró por la radio de que su querido amigo el Papa Juan XXIII había muerto. Inmediatamente, hizo colgar un cartel fúnebre en la fachada de la catedral de Milán. Decía así: «Los milaneses, unidos en el pesar y en la oración, acompañan al cielo a Juan XXIII, hijo y amigo de Lombardía. Buen Pastor. Papa del Concilio y de la Paz».