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Víctor Manuel Fernández, junto al Papa Francisco

Víctor Manuel Fernández, junto al Papa Francisco

La difícil misión que el Papa confía al nuevo prefecto de la antigua Inquisición: custodiar la fe

El dicasterio, dice el nuevo prefecto, prestará atención a «la promoción del pensamiento cristiano, la profundización de las verdades de la fe, el estudio de los grandes temas en diálogo con el mundo y las ciencias»

Desde que el Papa Francisco le nombró Prefecto para el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, monseñor Víctor Manuel Fernández ha reiterado en varias ocasiones cómo piensa llevar a cabo su tarea al frente de uno de los dicasterios más importantes del Vaticano. Lo ha hecho en las redes sociales y en entrevistas con periódicos, para despejar el campo de cualquier malentendido, ya que su nombramiento ha hecho mucho ruido en los círculos eclesiásticos. El dicasterio, dice el nuevo prefecto, prestará atención a «la promoción del pensamiento cristiano, la profundización de las verdades de la fe, el estudio de los grandes temas en diálogo con el mundo y las ciencias».

Conocido teólogo argentino y joven arzobispo de La Plata –tiene 61 años–, Fernández ha precisado que su nombramiento no se produjo por su amistad con Bergoglio, sino porque el Papa está convencido de que tiene la posibilidad de desarrollar mejor la misión del dicasterio, que es «salvaguardar la fe».

Monseñor Fernández quiere conseguir este objetivo siguiendo el camino «ejemplar» que ya inició su antecesor, el cardenal Luis Ladaria, pero a su manera. Según el responsable del Dicasterio para la Doctrina de la Fe hay un primer peligro que conjurar: «Hoy no hay peligro de una Inquisición que torture, pero sí de que en lugar de fomentar el pensamiento y el diálogo, se frustre, se falte al respeto o se maltrate al teólogo», dijo en una entrevista al diario ABC.

Este peligro se conjura escuchando el mensaje central de la carta que le envió el Papa. «La mejor manera de cuidar la doctrina de la fe es hacer crecer su comprensión», escribe Francisco a Fernández, porque «un crecimiento armónico preservará la doctrina cristiana con más eficacia que cualquier mecanismo de control. Sobre todo si sabemos presentar a un Dios que ama, que libera, que eleva, que promueve a las personas».

El Papa pide una teología «humana», no provocadora y agresiva, sino que sepa hacerse entender por los exigentes tiempos actuales.

También por este motivo el recién nombrado Prefecto, en una entrevista con Infovaticana, aclaró su punto de vista sobre este tema: «La doctrina no cambia, porque al fin y al cabo es el misterio insondable, maravilloso e inmutable de la Trinidad expresada en Cristo. Todo está ahí y no se puede mejorar ni cambiar. No hay nada que añadir. Otra cosa es nuestra comprensión de esa doctrina, y eso sí que ha cambiado y seguirá cambiando. Por eso Dei Verbum –constitución dogmática del Concilio Vaticano II– dice, por ejemplo, que »el trabajo de los exégetas puede madurar la opinión de la Iglesia".

Parejas del mismo sexo

Un ejemplo práctico de la doctrina de la fe, según Fernández se da en una respuesta sobre las parejas del mismo sexo. «Así como estoy firmemente en contra del aborto (y te desafío a que encuentres a alguien en América Latina que haya escrito más artículos en contra del aborto que yo), también entiendo que el matrimonio en sentido estricto es una sola cosa: esa unión estable de dos seres tan distintos como el varón y la mujer, que en esa diferencia son capaces de generar nueva vida. No hay nada que pueda compararse a eso y utilizar ese nombre para expresar otra cosa no es bueno ni correcto».

Al mismo tiempo, subraya monseñor Fernández, «creo que se deben evitar gestos o acciones que puedan expresar algo diferente». Por ello, el teólogo pide que se eviten ritos o bendiciones de parejas homosexuales, como ha ocurrido, por ejemplo, en Alemania. Y precisa que «si se da una bendición de manera que no cause esa confusión, habrá que analizarla y confirmarla. Como verán, hay un punto en el que dejamos una discusión propiamente teológica y pasamos a una cuestión más prudencial o disciplinaria».

El prefecto teólogo también reveló que no aceptó inmediatamente el cargo que le ofreció el Papa. Primero dijo no a Francisco porque en el Dicasterio hay una sección dedicada a la lucha contra los abusos sexuales. «No me siento capacitado ni he tenido formación para dirigir algo así», había respondido al Pontífice. Quien, sin embargo, insistió. Volvió a llamarle, durante los días de su último ingreso en la policlínica Gemelli. Esta vez, el Papa le dijo «que no es necesario que yo dirija los asuntos relacionados con los abusos a menores, porque hay un grupo de especialistas que lo hacen muy bien y que pueden trabajar con bastante independencia (la Pontificia Comisión para la Protección de Menores)». Y que lo que necesitaba era un prefecto que pudiera dedicar más tiempo a lo que da nombre al Dicasterio: la doctrina de la fe". Así que le convenció para que aceptara esta tarea tan delicada. El 5 de agosto se despedirá de la diócesis de la Plata, en Argentina, con destino a Roma.

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