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El Papa Francisco saluda mientras viaja en el papamóvil entre peregrinos y espectadoresAFP

44º Viaje Apostólico

Francisco se despide de Marsella con una Misa ante 50.000 personas: «Aprendamos a conmovernos»

El Santo Padre ha alentado en su homilía a aprender de Jesús a «conmovernos por quienes viven a nuestro lado» y aprender de él a «tener compasión ante las multitudes cansadas y exhaustas»

En la tarde de este sábado 23 de septiembre, el Papa Francisco ha celebrado la Misa de despedida de su viaje en Marsella por la clausura de los Encuentros del Mediterráneo. La Eucaristía ha sido concelebrada por el Pontífice y el arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline. Las lecturas del Evangelio han dado paso a la homilía del Santo Padre que ha versado sobre el don de la fe.

Francisco ha animado a todos los presentes a preguntarse si realmente creen que Dios actúa en sus vidas. «¿Creemos que el Señor de manera escondida e imprevisible actúa en la historia, obra maravillas y está obrando en nuestra sociedad marcada por el secularismo mundano y por una cierta indiferencia religiosa?», ha exhortado el Papa. La respuesta la encuentra en la lectura del día, que cuenta cómo el niño en el seno de Isabel da un salto en su vientre cuando escuchó el saludo de María.

«La experiencia de la fe genera sobre todo un salto ante la vida», ha continuado. Esto es lo contario de un corazón aburrido, según ha descrito Francisco, «acomodado a una vida tranquila, que se blinda a la indiferencia y se vuelve impermeable. insensible a todo y a todos, incluso al descarte de la vida humana que es rechazada en tantas personas que emigran, en tantos niños que no nacen y en tantos ancianos abandonados», ha denunciado.

En cambio, quien tiene fe «descubre diariamente la visita de Dios» e incluso en medio de las fatigas y los sufrimientos «recibe ojos nuevos para observar la realidad», ha destacado. Frente a los desafíos de la sociedad, el que cree da un «salto», ha añadido, «tiene una pasión, un sueño que cultiva, un interés que impulsa a comprometerse en primera persona», ha afirmado Francisco. Pero esa fe genera también un salto ante el prójimo, según ha indicado el Pontífice, y este se da muchas veces en el encuentro, como el misterio de la Visitación, que «se produce en el simple acto del abrazo entre dos mujeres». «Dios es relación y nos visita con frecuencia a través de los encuentros humanos», ha continuado.

El Santo Padre ha alentado a aprender de Jesús a «conmovernos por quienes viven a nuestro lado» y aprender de él a «tener compasión ante las multitudes cansadas y exhaustas». De esta misma manera, ha afirmado que la sociedad necesita «un nuevo salto de fe, esperanza y caridad». «Necesitamos recuperar la pasión y el entusiasmo, redescubrir el compromiso de la fraternidad y reencontrar en el Evangelio una gracias que transforma y embellece la vida» ha culminado su intervención, tras recordar una oración de Paul Claudel dedicada a la Virgen María.

Antes de la bendición final, el arzobispo de Marsella ha dedicado unas palabras de agradecimiento por sus palabras «fuertes y valientes», ha dicho Jean-Marc Aveline. Francisco ha sido obsequiado con un cáliz y él ha dado a los presentes las gracias, al presidente de la república, a todos los franceses y «un abrazo a toda la Iglesia de Marsella». El Santo Padre ha querido saludar a los supervivientes de los atentados de Niza que se han desplazado en esta tarde hasta Marsella y ha recordado a las víctimas del terrorismo de Francia y de todo el mundo. «El terrorismo es cobarde. No nos cansemos de rezar por la paz». El Santo Padre ha dedicado unas palabras al «martirizado pueblo de Ucrania» y un saludo «lleno de afecto para los niños, los ancianos y los enfermos».

Al fin de la Eucarística, Francisco se ha despedido de los presentes y ha partido rumbo al aeropuerto, donde será despedido por el presidente Macron, junto a otras autoridades marsellesas y francesas. A las siete y cuarto de esta sábado está previsto el despegue del avión papal con rumbo de vuelta a Roma, donde aterrizará a las nueve menos diez, poniendo así punto y final a este corto pero intenso viaje de dos días del Papa Francisco a Marsella.