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El Papa Francisco, junto a unos novios

El Papa defiende los sacramentos a divorciados vueltos a casar si hay «limitaciones que atenúan la culpa»

Según indica Francisco, la doctrina de Amoris laetitia se basa en «el magisterio de los pontífices anteriores, que ya reconocían la posibilidad de los divorciados en nuevas uniones a acceder a la Eucaristía»

El Vaticano defiende impartir los sacramentos a los divorciados que se hayan vuelto a casar y «en ciertos casos» también si no cumplen la «continencia sexual» reclamada por la Iglesia. Así se asegura en un documento firmado por el Papa Francisco y el prefecto del la Congregación para la Doctrina de la Fe, Víctor Fernández, como respuesta a una consulta del cardenal checo, Dominik Duka. El también arzobispo emérito de Praga, escribió en nombre de la Conferencia Episcopal Checa a la Congregación

El dicasterio ha confirmado que en la exhortación apostólica Amoris laetitia, el Papa Francisco abre la posibilidad de acceder a los sacramentos del perdón y la eucaristía a los divorciados que se han vuelto a casar cuando, en un caso particular, «existen limitaciones que atenúan la responsabilidad y la culpabilidad».

En el texto del Dicasterio, se indica que se trata de un proceso de acompañamiento que «no termina necesariamente con los sacramentos, sino que puede orientarse hacia otras formas de integración en la vida de la Iglesia: una mayor presencia en comunidad, participación en grupos de oración o reflexión o participación en diversos servicios eclesiales».

También se refiere al texto que prepararon los obispos de la región pastoral de Buenos Aires el 5 de septiembre de 2016, para sus sacerdotes, titulado Criterios básicos para la aplicación del capítulo VIII de Amoris laetitia, en el que se subraya que «no es oportuno hablar de 'permisos' para el acceso a los sacramentos, sino de un proceso de discernimiento acompañado por un pastor».

El texto recuerda al cardenal checo que la doctrina de Amoris Laetitia se basa en «el magisterio de los pontífices anteriores, que ya reconocían la posibilidad de los divorciados en nuevas uniones a acceder a la Eucaristía», a la hostia consagrada. En concreto, Juan Pablo II sostuvo que esta apertura podría darse si la pareja se comprometía «a vivir en plena continencia, es decir, absteniéndose de los actos propios de los cónyuges», en su exhortación apostólica Familiaris consortio (1981). Asimismo, Benedicto XVI defendió que esa posibilidad podría otorgarse si la pareja se compromete a vivir su relación «como amigos», escribía en su exhortación Sacramentum caritatis (2007).

Francisco defiende en su magisterio «la propuesta de plena continencia para los divorciados y los casados en nuevas uniones» pero «admite que puede ser difícil cumplirlo», dice el documento de la Doctrina de la Fe. Según puntualiza el dicasterio vaticano, mantiene «la propuesta de la continencia plena para los divorciados vueltos a casar en una nueva unión, pero admite que puede haber dificultades para practicarla y por eso permite en ciertos casos, después de un adecuado discernimiento, la administración del sacramento de la Reconciliación incluso cuando no sean capaces de ser fieles a la continencia propuesta por la Iglesia».

Desde Doctrina de la Fe, subrayan también que es posible, e incluso «deseable que el Ordinario de una diócesis establezca algunos criterios que, en línea con la enseñanza de la Iglesia, puedan ayudar a los sacerdotes en el acompañamiento y en el discernimiento de los divorciados que viven en una nueva unión». Es el sacerdote quien «acoge a la persona, la escucha con atención y le muestra el rostro materno de la Iglesia, acogiendo su recta intención y su buen propósito de poner toda su vida a la luz del Evangelio y de practicar la caridad», continúa la misiva. Por otro lado, es cada persona, «individualmente, la que está llamada a ponerse delante de Dios y exponerle su conciencia, con sus posibilidades y sus límites».