Apertura del Sínodo
El Papa insta al Sínodo de Obispos a evitar «estrategias, cálculos políticos o batallas ideológicas»
«No estamos aquí para celebrar una reunión parlamentaria o un plan de reformas». El Papa Francisco inauguró el Sínodo «por una Iglesia sinodal» en el Vaticano este miércoles 4 de octubre
El Papa Francisco presidió la Misa de apertura del Sínodo de los obispos en el Vaticano, marcando el inicio de este evento que tiene lugar –en su primera sesión– en el Aula Pablo VI del 4 al 29 de octubre de 2023.
En su homilía de esta mañana, el Santo Padre destacó la naturaleza del Sínodo como un proceso espiritual, no político y reiteró, en el día de san Francisco de Asís, que el Sínodo no es un «parlamento», ni una «aduana».
En su primer discurso ante el Sínodo de Obispos sobre la Sinodalidad, el Papa Francisco pidió a los 464 participantes no adoptar una «una perspectiva inmanente, basada en estrategias humanas, cálculos políticos o enfrentamientos ideológicos».
Este Sínodo, que se llevará a cabo en dos sesiones (octubre 2023 y 2024) en el Vaticano, reunirá a 464 participantes, de los cuales 365 (el Papa, obispos y laicos) tendrán derecho a voto. Un aspecto notable es la participación de 54 mujeres con derecho a voto, una inclusión sin precedentes, desde que el Sínodo fue instituido por el Papa Pablo VI en 1965.
Según el Pontífice «la reunión no busca ser un parlamento ni un plan de reformas, sino un camino conjunto, inspirado en la mirada de Jesús, que bendice al Padre y acoge a los afligidos y agobiados». Una mirada «caracterizada por la bendición y la acogida»
Primera sesión de trabajos
En la tarde del miércoles, sin decir un discurso tradicional, como ocurrió en las pasadas ediciones, el Pontífice ha bendecido a los participantes en la 16ª Asamblea y ha tomado asiento en la mesa, entre los demás miembros divididos en idiomas.
«Los saludo y comenzamos este camino sinodal juntos». En la primara Congregación General del Sínodo, que inició a las 16:15 p.m, el Pontífice invitó a los presentes a «expresarse con libertad». Y «discernir las voces del Espíritu» y no caer en la «mundanidad», es decir, escuchar las voces del mundo o los temas de moda, lejanos de la fe y de la verdad.
Los temas que se abordarán en la Asamblea que inició hoy incluyen el aumento de la presencia femenina en roles de liderazgo, una mayor participación de los fieles en la gobernabilidad y la respuesta pastoral a quienes no se sienten aceptados en la Iglesia, como los divorciados vueltos a casar o las personas LGBTQ.
Críticas al sínodo
Sin embargo, los diversos temas propuestos en el Instrumetum Laboris (Instrumento de trabajo) no han estado exentos de críticas, especialmente por parte de los cardenales más conservadores, que temen que estas medidas socaven la identidad y las «enseñanzas de la Iglesia».
El Cardenal estadounidense Raymond Burke, uno de los críticos más visibles, ha expresado sus preocupaciones en varias ocasiones, incluida una conferencia del martes en Roma antes de la apertura de la 16ª Asamblea, titulada: «La Babel Sinodal». Según el Purpurado, la visión del Papa Francisco sobre la sinodalidad y su proyecto de «reforma» en general amenazan la «esencia misma de la Iglesia». Además, junto con otros cardenales, desafiaron formalmente al Papa para que respondiera a sus «dudas» y reafirmara la enseñanza tradicional sobre la homosexualidad y la ordenación de mujeres.
En su homilía, respondiendo a sus críticos a distancia, el Santo Padre exhortó a los participantes: «Hermanos y hermanas, Pueblo santo de Dios, frente a las dificultades y los retos que nos esperan, la mirada de Jesús que bendice y que acoge nos libra de caer en algunas tentaciones peligrosas: la de ser una Iglesia rígida –una aduana–, que se acoraza contra el mundo y mira hacia el pasado; la de ser una Iglesia tibia, que se rinde ante las modas del mundo; la de ser una Iglesia cansada, replegada en sí misma».
Más tarde, el obispo de Roma citó a san Juan XXIII al recordar que la Iglesia no debe apartar la mirada del «patrimonio de la verdad, recibido de los padres; pero, al mismo tiempo, debe mirar a lo presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que han abierto nuevos caminos para el apostolado católico».
En el día de la fiesta de san Francisco de Asís y de la publicación de la Exhortación Apostólica Laudate Deum, sobre la crisis climática, el Papa pidió «caminar juntos»: «humildes, vigorosos y alegres». «Caminemos siguiendo las huellas de san Francisco de Asís, el santo de la pobreza y la paz, el ‘loco de Dios’ que llevó en su cuerpo las llagas de Jesús y, para revestirse de Él, se despojó de todo. ¡Qué difícil es para nosotros, así como para nuestras instituciones, realizar esta expoliación interior y también exterior!».
Una convocatoria del Espíritu Santo
Y luego, afirmó: «Francisco de Asís, en un período de grandes luchas y divisiones entre el poder temporal y el religioso, entre la Iglesia institucional y las corrientes heréticas, entre cristianos y otros creyentes, no criticó ni atacó a ninguno, sólo abrazó las armas del Evangelio, es decir, la humildad y la unidad, la oración y la caridad. ¡Hagamos lo mismo también nosotros! Humildad y unidad, oración y caridad».
El Pontífice concluyó su homilía despejando temores sobre el Sínodo y recordando que es una convocatoria en el Espíritu Santo: «Recordemos una vez más que no se trata de una reunión política, sino de una convocación en el Espíritu; no de un parlamento polarizado, sino de un lugar de gracia y comunión. El Espíritu Santo deshace, a menudo, nuestras expectativas para crear algo nuevo que supera nuestras previsiones y negatividades».
«Abrámonos e invoquemos al Espíritu Santo, Él es el protagonista. ¡Dejemos que el protagonista del Sínodo sea Él! Y caminemos con Él, con confianza y alegría», concluyó en su predicación en la misa de apertura del Sínodo.