Exhortación apostólica 'Laudate Deum'
Las seis claves de 'Laudate Deum', la nueva exhortación del Papa Francisco sobre el cuidado del planeta
Si Laudato si, la encíclica publicada en el año 2015 se convirtió en la base de la ecología integral, Francisco ha seguido ahondando en este concepto. Todo lo que ha sucedido desde entonces es de lo que habla Bergoglio en Laudate Deum, publicada este miércoles 4 de octubre en coincidencia con la fiesta de san Francisco de Asís –día en que también se publicó Fratelli tutti en 2020. Alaben a Dios es el título traducido al español, con el que el Papa quiere recordar que «un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo».
Con seis capítulos y 73 parágrafos, Francisco da una respuesta a la crisis climática. Laudate Deum es una ampliación y precisión del camino abierto en el primer volumen, mediante el que el Pontífice lanza un llamamiento de alarma y responsabilidad ante la emergencia del planeta. El Santo Padre dedica expresamente su carta a «todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática» a quienes encomienda el cuidado de la casa común.
«Con el paso del tiempo, advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre», se puede leer en la encíclica. Advierte así Francisco de la inacción política y los intereses económicos ante el desastre está provocando el deshielo de los polos, incendios forestales imparables, la muerte y extinción de especies y la invasión plástica de los mares.
1. La crisis climática global
En esta verde exhortación, Francisco carga contra los negacionistas de la emergencia climática. «Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos», escribe.
Al tiempo, lamenta que para «ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global, se acude al hecho de que suelen verificarse fríos también extremos». Se olvida, insiste Francisco, que «este y otros síntomas extraordinarios no son más que diversas expresiones alternativas de la misma causa: el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta».
Francisco rechaza en esta carta la versión de que «reduciendo el uso de los combustibles fósiles y desarrollando formas de energía más limpias, se provocará una reducción de los puestos de trabajo». En este sentido, lamenta que la crisis climática no sea de interés para los poderes económicos, que están «preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda».
Las criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimasExhortación apostólica 'Laudate Deum' 6, 65
El hombre es el responsable de estos cambios. Recuerda Francisco en su exhortación que la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que provocan el calentamiento del planeta, se mantuvo estable hasta el siglo XIX, por debajo de las 300 partes por millón en volumen. «Mientras escribía la Laudato si se alcanzó el máximo de la historia –400 partes por millón– hasta llegar en junio de 2023 a las 423 partes por millón», recuerda.
No se puede ocular la «coincidencia de estos fenómenos climáticos globales con el crecimiento acelerado de la emisión de gases de efecto invernadero sobre todo desde mediados del siglo XX», que coinciden en el tiempo con la Revolución industrial y que mientras una «abrumadora mayoría de científicos especializados en e clima sostienen esta correlación, solo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia».
2. Más paradigma tecnocrático
Tras exponer los daños y riesgos que supone para el planeta este calentamiento, algunos de los que son ya irreversibles «al menos por cientos de años», como el aumento de la temperatura de los océanos o el deshielo continental, el Papa Francisco pasa al segundo capítulo de la exhortación. En Laudato si, ya dijo del paradigma tecnocrático que es «un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla», «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico». El paradigma tecnocrático es la idea de un ser humano sin límites.
Ahora, en Laudate Deum ahonda todavía más en este concepto y afirma que «la inteligencia artificial y las últimas novedades tecnológicas parten de la idea de un ser humano sin límite alguno, cuyas capacidades y posibilidades podrían ser ampliadas hasta el infinito gracias a la tecnología».
No se puede dudar del origen humano, antrópico, del cambio climáticoLaudate Deum
En contra de este paradigma, «decimos que el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada», escribe el Papa. Superar este reto pasa por «repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites», por «un ambiente santo que también es producto de la interacción del ser humano con el ambiente» que el paradigma tecnocrático ha destrozado; por considerar al ser humano como «parte de la naturaleza».
3. La debilidad de la política internacional
Para que haya avances sólidos y duraderos, Francisco afirma citando su encíclica Fratelli tutti: «Me permito insistir que deben ser favorecidos los acuerdos multilaterales entre los Estados». Sobre esto, advierte que no ha confundirse el multilateralismo con una «autoridad mundial concentrada en una persona o en una élite con excesivo poder» e insiste en que «hablemos sobre todo de organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales».
El Papa Francisco denuncia que es «lamentable» que las crisis mundiales sean «desaprovechadas», cuando serían «la ocasión para provocar cambios saludables». Ello lo ejemplifica con la crisis financiera de 2007-2008 y la crisis del Covid-19. «Las verdaderas estrategias que se desarrollaron posteriormente en el mundo se orientaron a más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes», ahonda.
¿Qué les importa el daño a la casa común si ellos se sienten seguros bajo la supuesta armadura de los recursos económicos que han conseguido con su capacidad y con su esfuerzo?Laudate Deum
4. Las conferencias sobre el clima
En el cuarto capítulo de la exhortación, Francisco hace un repaso de las cumbres del medio ambiente que se han celebrado, cuáles han sido sus objetivos y cuáles sus logros y fracasos, desde Río de Janeiro (1992,) hasta Sharm El Sheikh (2022). «Los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos», denuncia el Papa.
5. ¿Qué se espera de la COP28 de Dubái?
«Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, 'verde', romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos», apunta Francisco de cara al futuro. Pone el foco también en la próxima cumbre medioambiental que se va a celebrar en los Emiratos Árabes Unidos, y desea que esta sea «histórica» y dé lugar a una «una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente».
Tres son las características que le pide Francisco no solo a la COP28, sino a todas las demás que vengan después: «que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorizar fácilmente». «Sólo con ese proceso se podría recuperar la credibilidad de la política internacional, porque únicamente de esa manera concreta será posible reducir notablemente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males», escribe.
Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos
Laudate Deum
6. Las motivaciones espirituales
El Santo Padre termina la Laudate Deum recordando a los católicos las «motivaciones que brotan de la propia fe» para el cuidado de la creación. Dado que el universo muestra la inagotable riqueza de Dios, «no es irrelevante para nosotros que desaparezcan tantas especies, que la crisis climática ponga en riesgo la vida de tantos seres».
Lo importante, escribe Francisco, es recordar que «no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas». En este sentido, insiste en que los esfuerzos en los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, «va creando una nueva cultura» que contribuirá a "gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad».
El Pontífice concluye su exhortación recordando que «las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres». Y afirma que «un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo».