Sínodo de la Sinodalidad
¿Qué son los círculos menores? Así se están desarrollando los trabajos del Sínodo de los Obispos
Los círculos son agrupaciones formadas por los miembros de la asamblea sinodal, constituidas sobre una base temática y lingüística
¿Cómo se están desarrollando los trabajos de esta 16ª y delicadísima Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos? ¿Quién decidirá el destino de este momento de confrontación entre los 464 participantes religiosos y laicos de todos los continentes que trazarán el camino de la Iglesia del futuro?
Los trabajos de la asamblea se dividen en cinco módulos, clasificados como A, B1, B2, B3 y C. Cada uno de los cuatro primeros tiene como tema una de las secciones del Instrumentum laboris, el documento de trabajo que se redactó sobre la base de los encuentros locales y continentales de la primera parte del Sínodo (2021-2023).
En la etapa actual (la correspondiente al módulo B1), se dan son las sesiones de los llamados círculos menores, que se alternan con las congregaciones generales, que tratan los temas propuestos en los módulos. Es aquí donde toma forma el informe general, sobre el que la asamblea deberá pronunciarse al final de los trabajos, cuya clausura será el próximo 29 de octubre.
De camino a un informe general
El papel de los círculos menores es, por tanto, crucial. Los círculos son agrupaciones formadas por los miembros de la asamblea sinodal, constituidas sobre una base temática y lingüística (teniendo en cuenta la preferencia expresada por los participantes entre italiano, inglés, francés, portugués y español). Su composición también tiene en cuenta la diversidad de procedencia geográfica y son diferentes para cada uno de los cinco módulos. En el aula Pablo VI del Vaticano se instalaron 35 mesas, cada una correspondiente a un círculo menor.
En los cuatro primeros módulos, cada círculo menor debe preparar un discurso para pronunciar en la congregación general (es decir, la reunión de todos los participantes de los círculos, que se alterna con la de los propios círculos) y redactar un informe que ponga de relieve los puntos de convergencia y también los de divergencia del grupo, para entregarlo a la Secretaría General del Sínodo.
El papel de los expertos
Los círculos menores cuentan también con un experto facilitador, que coordina la puesta en común y el intercambio entre los miembros, los delegados fraternos y los invitados especiales. A él le corresponde velar por que los trabajos se desarrollen siguiendo el método de la «conversación en el Espíritu». Un método que requiere capacidad de escucha, atención y discernimiento para captar la esencia de cada mensaje que cada uno de los participantes en el círculo menor desea transmitir a los demás. El propósito de la conversación espiritual es crear una atmósfera de confianza y acogida, para que las personas puedan expresarse con mayor libertad.
El examen de los textos de los círculos menores lo lleva a cabo el relator general del Sínodo (cardenal Jean Claude Hollerich), con la ayuda de los secretarios especiales, debidamente asistidos por los expertos. El examen es muy exigente y consiste en clasificarlas y evaluarlas, decidiendo cuáles de ellas se aceptan o no y cuáles se fusionan, tratando de potenciar al máximo las distintas posturas.
Silencio sinodal
En los círculos menores, estos días se ha hablado de la sinodalidad como visión de conjunto en la Iglesia, de la importancia de la formación, empezando por los seminarios; del papel de los ministros ordenados, de los laicos y de las mujeres; de la Eucaristía, de la importancia del domingo y de la oración en la construcción de la comunión. Y de nuevo la importancia de los pobres como opción para la Iglesia, la necesidad de ser una Iglesia acogedora para todos, especialmente para los emigrantes.
No se filtra mucha información sobre los trabajos, a diferencia de otras asambleas sinodales, porque el reglamento del Sínodo ha impuesto unas reglas precisas para la comunicación. Mientras que en 2019 durante el Sínodo para la Amazonia se filtraron noticias sobre la orientación de los informes de los círculos menores (por ejemplo, sobre el diaconado y el «rito amazónico»), en esta ocasión «para garantizar la libertad de expresión de todos y cada uno respecto a sus pensamientos y para asegurar la serenidad del discernimiento común, que es la principal tarea confiada a la asamblea cada uno de los participantes está obligado a la confidencialidad y a la privacidad tanto respecto a sus propias intervenciones como a las intervenciones de los demás participantes. Este deber permanece en vigor incluso después de finalizada la asamblea sinodal». Una normativa mucho más estricta que en el pasado, querida por el Papa Francisco para evitar tensiones y ambigüedades sobre los temas tratados.