El Papa Francisco no viajará a Dubái, pero la Santa Sede espera llevar adelante su misión en la COP28
Con el fin de reforzar el llamado del Pontífice por una ecología integral y la causa climática, la Santa Sede enviará sus representantes para los eventos y reuniones bilaterales que tenía programada la presencia del Sucesor de Pedro y su séquito diplomático.
La inesperada cancelación del viaje internacional del Papa Francisco a Dubái (1-3 de diciembre) debido a problemas de salud plantea un desafío para la diplomacia de la Santa Sede al intentar continuar con la agenda y el mensaje crucial del Pontífice sobre el impacto del cambio climático frente a una audiencia global. Además de la ausencia del Papa, tampoco estarán presentes, aunque no por razones de salud, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden (quien enviará a John Kerry como representante), ni el presidente de China, Xi Jingping, los líderes de las dos naciones más involucradas en el calentamiento global.
En su exhortación apostólica Laudate Deum sobre la crisis climática, divulgada estratégicamente antes de la COP28, el Pontífice destaca que «el mundo que nos acoge se va desmoronando y posiblemente se aproxima a un punto sin retorno». En este contexto, los enviados del Papa se encargarán de cumplir con los compromisos ya programados, que incluyen alrededor de treinta reuniones con jefes de Estado, líderes religiosos y organizaciones durante la cumbre climática.: El Vaticano ha confirmado el viernes, 1 de diciembre, que el Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, presidirá la delegación de la Santa Sede «para aportar, el sábado, la contribución que el Santo Padre habría querido dar. Al día siguiente, junto con el prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, el cardenal Ayuso Guixot, el secretario de Estado participará en la prevista inauguración del Pabellón de la Fe».
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La salud del Pontífice
El estado de salud del Papa Francisco permanece estable, sin fiebre, aunque muestra signos de hinchazón facial debido a su tratamiento con antibióticos. A pesar de su voz fatigada y su indisposición debido a una gripe persistente, delegó la lectura de su catequesis y los saludos a un representante de la Secretaría de Estado. Aunque ha reducido su agenda semanal, ha mantenido encuentros con jefes de Estado (presidente de Paraguay), los galardonados con el Premio Ratzinger 2023 y los voluntarios de la JMJ Lisboa en Portugal, entre otros. A pesar de su cansancio en algunas audiencias privadas, se ha mantenido activo, levantándose para bendecir a las personas.
Desde el sábado pasado, el Papa, quien cumplirá 87 años el 17 de diciembre, ha enfrentado problemas respiratorios debido a una inflamación pulmonar, lo que ha llevado a una disminución en sus compromisos. Durante la oración del Ángelus del domingo, un funcionario de la Santa Sede leyó el texto preparado en nombre del Papa, quien participó desde la Capilla de Santa Marta debido a su incomodidad física. A pesar de esto, se destacó la urgencia de la amenaza ecológica, resaltando la importancia de la COP28 en Dubái y pidiendo oraciones por su compromiso con la protección del planeta. «Además de la guerra, nuestro mundo está amenazado por otro gran peligro, el climático, que pone en riesgo la vida en la Tierra, especialmente las generaciones futuras. Y esto va en contra del plan de Dios, quien creó todo para la vida», dijo.
Las esperanzas del Papa en la COP28
Este propósito se alinea con el llamado del documento Laudate Deum (Alabado sea Dios), publicado el 4 de octubre, donde urge a las principales potencias a abandonar los combustibles fósiles, especialmente cuando los objetivos de reducción de emisiones de carbono se vuelven cada vez más desafiantes. Desde su elección en 2013, el Papa ha convertido la defensa del medio ambiente en un eje central de su labor, como se reflejó en la encíclica Laudato si' (Alabado seas) de 2015. Sin embargo, ocho años después, lamenta las respuestas insuficientes a esta llamada, observando con preocupación cómo el mundo se acerca a un posible punto crítico.
El Papa Francisco hubiera sido el primer sucesor de Pedro en participar en una Conferencia de los Estados Parte en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) desde su establecimiento en 1995. La conferencia ha comenzado el 30 de noviembre y finalizará el 12 de diciembre con el propósito de alcanzar una reducción en las emisiones de gases de efecto invernadero y brindar apoyo a los países en desarrollo para enfrentar las consecuencias del cambio climático. Esto cobra especial importancia tras un año marcado por eventos meteorológicos devastadores. Según cálculos de la ONU, en 2021 más de 23 millones de personas se vieron obligadas a desplazarse debido a sucesos catastróficos.
La instrucción del Papa en Dubái, a cargo de representantes de la Santa Sede, apunta a demandar tratados que no solo se propongan, sino que también apliquen y no eludan las responsabilidades, particularmente enfocadas en naciones que han obtenido ventajas del crecimiento económico e industrial. Además, el Papa considera que esta conferencia podría marcar un punto crítico si se consigue un acuerdo vinculante que promueva la transición desde los combustibles fósiles hacia fuentes de energía limpia, como la solar y la eólica. De lo contrario, su fracaso sería sumamente decepcionante. El obispo de Roma advierte sobre la actitud irracional de los escépticos del cambio climático, inclusive dentro de la Iglesia católica.
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Durante su encuentro con el presidente de la COP28, Sultan al-Jaber, quien también ejerce como ministro de Industria y lidera la compañía petrolera de los Emiratos Árabes Unidos, el Papa expresó su inquietud. A pesar de que los EAU son destacados exportadores de combustibles fósiles, el Santo Padre reconoció sus notables inversiones en energías renovables.
El obispo de Roma hace hincapié en que no hay cabida para la desesperanza en el contexto del desarrollo de la COP28, ya que sería un acto perjudicial que expondría a la humanidad, especialmente a los más desfavorecidos, a los peores efectos del cambio climático. En sus palabras de Laudate Deum, el Papa destaca: «Si consideramos que las emisiones per cápita en Estados Unidos duplican las de un habitante de China y son casi siete veces mayores que la media de los países más pobres, podemos afirmar que un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo». Su encíclica Laudato si' de 2015 desencadenó un debate global sin precedentes, incluso generando discusiones en revistas científicas.
En octubre, el Premio Nobel de Física, Giorgio Parisi, respaldó la Exhortación, Laudate Deum, enfatizando la urgencia de abordar la crisis climática. Parisi elogió la base científica y el lenguaje accesible de la exhortación, apoyando la visión del Papa sobre los desafíos climáticos y la necesidad de acción global. Destacó la responsabilidad de los países desarrollados, abogó por una diplomacia más inclusiva y alerta sobre el posible colapso mundial, señalando la importancia de evitar conflictos para lograr solidaridad global.
Cabe recordar que también será la primera vez que una delegación de la Santa Sede participará activamente en las negociaciones de la COP28 y no sólo como observador, como ocurre en las cumbres de Naciones Unidas. Por tanto, la expectativa es alta y para reafirmar el mensaje que ha promovido desde el inicio el pontificado: el tiempo apremia para la humanidad, las consecuencias sociales son evidentes, especialmente para los países más vulnerables. La tierra está manifestando señales. En un encuentro en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) el 20 de noviembre de 2014, el Papa Francisco expresó: «Dios siempre perdona... las ofensas, los maltratos, Dios siempre perdona, los hombres perdonamos a veces, la tierra no perdona nunca. Cuidar a la hermana tierra, la madre tierra, para que no responda con destrucción».