Navidad en el Vaticano
Los cien pesebres de la plaza de San Pedro: «La esperanza nació el día de Navidad»
Los fieles y peregrinos que visiten Roma durante estas festividades tendrán la oportunidad de explorar la exhibición «100 pesebres en el Vaticano», que representa la tradición de San Francisco a través de diversas expresiones culturales de todo el mundo
100 Pesebres en el Vaticano es el nombre de la muestra abierta al público desde el 8 de diciembre, ubicada bajo el brazo izquierdo de la Columnata del Bernini, en la Plaza de San Pedro. La exposición estará abierta hasta el 7 de enero, de 10:00 a 19:30, y ya ha atraído a una gran cantidad de visitantes, registrando decenas de miles en los primeros tres días.
Durante la inauguración, monseñor Rino Fisichella, pro-prefecto de la Sección para las Cuestiones Fundamentales de la Evangelización en el Mundo, enfatizó la importancia especial de recordar este año el primer pesebre de san Francisco en Greccio durante la Navidad de 1223. Expresó su deseo de que cada persona que visite la exhibición de los pesebres se sumerja en ella, asegurándose de que «nadie se sienta ajeno, sino más bien involucrado».
Además, el Vaticano, tras la tradicional ceremonia de iluminación del árbol de Navidad y la inauguración del pesebre en la Plaza de San Pedro el pasado 8 de diciembre, organizó una cena para varias personas sin hogar en el mismo lugar de la exposición.
La muestra celebra también el aniversario de los 800 años de la primera representación de la Natividad, conmemorando la visión de san Francisco. Fisichella compartió un mensaje de esperanza, citando a Charles Peguy: «la esperanza nació el día de Navidad». Deseó a los peregrinos y fieles que al visitar los pesebres, «la llama de la esperanza se encienda en cada uno para un futuro mejor».
El primer Belén
Por otro lado, el padre Massimo Fusarelli, ministro general de la Orden de los Frailes Menores, habla sobre la visión de san Francisco en esta ocasión especial de conmemoración de la primera representación de la Natividad realizada por el santo en la Navidad de 1223 en Greccio. Durante ese año, el santo patrón de Italia se detuvo en el valle del Reatino, posiblemente de regreso de Roma, donde el 29 de noviembre recibió del Papa Honorio III la confirmación de su Regla. Las cuevas cercanas a Greccio le recordaban mucho a las que había visto en Tierra Santa y, en particular, al paisaje de Belén.
«El primer biógrafo de Francisco nos describe esta Navidad de manera muy sencilla: Francisco hace entrar un buey y un asno en la cueva, pone un poco de heno sobre la roca y celebra la Eucaristía. Entonces, el significado profundo de estos signos, que en la Biblia son signos mesiánicos, es la paz. Francisco quiere vivir una Navidad en la paz, no la paz psicológica o emocional, sino la paz que es Cristo. En un tiempo muy violento, como lo era el suyo y también el nuestro, Francisco se da esta pausa contemplativa. [...] Sabía que sus gestos tenían un gran poder, una gran fuerza».
El padre Fusarelli resalta cómo la pobreza en la que Jesús quiso nacer es la misma que está presente hoy en todos los lugares de sufrimiento, en los lugares de guerra y desesperación, concluyendo así su reflexión sobre esta conmemoración especial. «Celebrar este año el octocentenario de la Navidad de Greccio no es un paréntesis, no es una huida de una realidad amarga, dramática, incierta, sino que nos ayuda a estar dentro de ella con una mirada diferente».
El origen del pesebre
El origen del pesebre de Greccio se destaca como un evento de gran relevancia en la historia de la devoción popular, aunque no sea considerado el primer belén, a pesar de la creencia común.
La festividad de la Natividad tenía un significado especial para San Francisco, quien la celebraba con una solemnidad extraordinaria, viendo en ese día el momento en que Dios, en forma de niño, se alimentó de un pecho humano.
La principal fuente que relata este suceso se encuentra en la Vita beati Francisci de Tomás de Celano, redactada poco después de la canonización de Francisco en julio de 1228. Este relato describe la celebración de la Navidad en Greccio como uno de los momentos más destacados de la vida del santo, la Vita, siendo una obra original de Tomás de Celano.
Para san Francisco, la Navidad representa la encarnación de Jesús, donde la celebración eucarística adquiere un papel fundamental al transformar el pesebre en un altar. Esta transformación resalta la pobreza de Jesús como el signo más representativo de su encarnación, demostrando su humildad para redimir a la humanidad. El relato invita a celebrar la grandeza del Señor, quien en su humildad, se ofrece a nosotros para acogernos plenamente.