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El Papa Francisco, durante la Misa del GalloAFP

El Papa advierte en la Misa del Gallo sobre «el riesgo de vivir la Navidad con una idea pagana de Dios»

El Pontífice, que hace unos días cumplió 87 años, presidió los ritos de esta Navidad, que arrancaron con la Misa del Gallo en la basílica de San Pedro

El Papa Francisco presidió la Santa Misa de la Noche en la Solemnidad de la Navidad del Señor en la Basílica de San Pedro, congregando a más de 6.500 fieles este domingo 24 de diciembre.

Durante su homilía, indicó: «Hermanos y hermanas, esta noche podemos preguntarnos: nosotros, ¿en qué Dios creemos? ¿En el Dios de la encarnación o en el del beneficio? Sí, porque existe el riesgo de vivir la Navidad con una idea pagana de Dios, como si fuera un amo poderoso que está en el cielo; un dios que se alía con el poder, con el éxito mundano y con la idolatría del consumismo. Vuelve siempre la imagen falsa de un dios distante e irritable, que se porta bien con los buenos y se enoja con los malos; de un dios hecho a nuestra imagen, útil solamente para resolvernos los problemas y para quitarnos los males».

La lógica perdedora de la guerra

Asimismo, instó a buscar el perdón y la reconciliación, mientras lamentó los «horrores» actuales de las guerras. «Nuestro corazón esta noche está en Belén, donde el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el rugir de las armas que también hoy le impiden encontrar una posada en el mundo (cf. Lc 2,7)», expresó el Papa. Horas antes, durante el rezo del Ángelus al mediodía en la plaza de San Pedro, también nos exhortó a reflexionar sobre las poblaciones que sufren conflictos bélicos, mencionando específicamente a Palestina, Israel y Ucrania.

El Santo Padre reflexionó profundamente sobre el contexto del nacimiento de Jesús, destacando el contraste entre la manera en que el mundo busca el poder y la gloria, mientras que Dios elige entrar en el mundo de manera humilde y casi desapercibida. «El Rey de la historia elige el camino de la pequeñez. Ninguno de los poderosos se percata de Él, sólo algunos pastores, relegados a los márgenes de la vida social», afirmó el Papa que vistió una casulla blanca, que es un color comúnmente asociado con las festividades importantes en la liturgia.

El Pontífice explicó cómo el censo, mencionado en el Evangelio, contrasta con el nacimiento de Jesús. Mientras el emperador lleva a cabo un censo para contar y medir la fuerza, Dios entra en la historia de una manera discreta, permitiéndose ser contado humildemente. Se resalta la diferencia entre el poder humano, que busca el éxito y la fama, y el camino de Jesús, que llega a nosotros a través de la encarnación.

La Basílica de San Pedro, durante la Misa del GalloAFP

«No es el dios del beneficio, sino el Dios de la encarnación», recordó el Obispo de Roma. Dios «no combate las injusticias desde lo alto con la fuerza, sino desde abajo con el amor; no irrumpe con un poder sin límites, sino que desciende a nuestros límites; no evita nuestras fragilidades, sino que las asume». Estas fueron las palabras del Santo Padre en su homilía, momentos después de haber llegado a la Basílica en silla de ruedas para presidir la Santa Misa.

La predicación se adentra en la imagen que a menudo tenemos de Dios: «¡Qué arraigada está en nosotros la idea mundana de un dios alejado y controlador, rígido y poderoso, que ayuda a los suyos a imponerse sobre los demás! Pero no es así, Él ha nacido para todos, durante el censo de toda la tierra».

Él, que se hizo carne, no espera de ti tus resultados exitosos, sino tu corazón abierto y confiado

Sin embargo, el Santo Padre nos recuerda que el verdadero Dios es el de la encarnación, el que no busca el beneficio sino que se acerca para cambiar la realidad desde adentro. El Sucesor de Pedro instó a preguntarnos en qué Dios creemos, si en el Dios encarnado o en uno que se ajusta a nuestra imagen y necesidades.

La profundidad de la encarnación de Dios se destaca, sostuvo el Papa: «Él, que se hizo carne, no espera de ti tus resultados exitosos, sino tu corazón abierto y confiado. Y tú en Él redescubrirás quién eres: un hijo amado de Dios, una hija amada de Dios. Ahora puedes creerlo, porque esta noche el Señor vino a la luz para iluminar tu vida y sus ojos brillan de amor por ti».

Imagen de Jesús nacido que ha presidido la celebración de la Misa del GalloAFP

El Papa invitó a contemplar la Navidad no como una celebración superficial, sino como el momento en que Dios se hizo carne para cambiar la historia desde adentro. La adoración se presenta como el camino para acoger la encarnación, invitándonos a permanecer con la mirada fija en Jesús y a redescubrir la importancia de la adoración en nuestras vidas.

«Miremos al Niño, miremos su cuna, contemplemos el pesebre, que los ángeles llaman la «señal» (Lc 2,12). Es, en efecto, el signo que revela el rostro de Dios, que es compasión y misericordia, omnipotente siempre y sólo en el amor», expresó.

El Papa cita a Tolkien

El Papa citó en su homilía al escritor J.R.R. Tolkien para indicar que «la adoración es el camino para acoger la encarnación». Un gran narrador de aventuras épicas escribió a su hijo: «Pongo delante de ti lo que hay en la tierra digno de ser amado: el Bendito Sacramento. En él hallarás el romance, la gloria, el honor, la fidelidad y el verdadero camino a todo lo que ames en la tierra», sostuvo.

El Pontífice instó a contemplar la Navidad como mucho más que una celebración, sino como el momento en que Dios se hizo cercano, encarnándose para cambiar nuestras vidas y la historia misma. La homilía culminó con una súplica al Señor para que nos permita creer en el poder de su amor. «Esta noche el amor cambia la historia. Haz que creamos, oh Señor, en el poder de tu amor, tan distinto del poder del mundo. Haz que, como María, José, los pastores y los magos, nos reunamos en torno a Ti para adorarte. Haciéndonos Tú más semejantes a Ti, podremos testimoniar al mundo la belleza de tu rostro», concluyó.

La Celebración Eucarística estuvo precedida por la preparación y el canto de la Kalenda, término que se refiere al anuncio solemne del nacimiento de Jesucristo. Es un momento en el que se proclama y se anuncia la llegada del Salvador al mundo. Después de la Kalenda, un grupo de niños desveló la estatua del Niño Jesús. Sucesivamente se incensó el altar y la estatua de la Virgen.

Antes de la homilía del Santo Padre, resonaron las profecías bíblicas acerca del nacimiento del Salvador. Durante la preparación de la celebración, los fieles se sumergieron en las lecturas que enfatizan que Jesucristo, nacido de la Virgen María, es el epicentro de la historia y el cosmos.

Cabe recordar que el lunes 25 de diciembre a mediodía, desde el balcón central de la Basílica Vaticana, el Papa dirigirá su acostumbrado mensaje navideño a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro e impartirá su Bendición Apostólica Urbi et Orbi. Es decir, un bendición a la ciudad de Roma y al mundo.