La «titánica» restauración del baldaquino de San Pedro: diez meses y por valor de 700.000 euros
El tiempo estimado para la intervención es de diez meses, y se destaca la importancia de mantener la función litúrgica del Altar Mayor durante los trabajos
El Vaticano ha presentado los trabajos de restauración del Baldaquino de bronce dorado de la Basílica Papal de San Pedro. Este proceso reviste un valor simbólico, ya que el baldaquino, alzándose sobre el altar mayor, señala el sitio de la tumba del apóstol Pedro, a quien está dedicada la Basílica Vaticana, considerada la madre de todas las basílicas cristianas en el mundo.
Esta labor conservativa se realiza en la perspectiva del próximo Jubileo del 2025 y concluirá en diciembre de este año, justo antes de la apertura de la Puerta Santa, informa el cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la Basílica Papal de San Pedro en el Vaticano.
El baldaquino es una obra de inspiración procesional, única en su género que se alza sobre el altar mayor de San Pedro, bajo la grandiosa cúpula de Miguel Ángel. Se trata de un «gigante anciano» de 400 años, alto como un edificio de 10 pisos, que requiere nuevos cuidados, especialmente porque ha estado expuesto a cambios microclimáticos que han causado su deterioro. Además, se encuentra ubicado en una basílica que recibe diariamente a hasta 50.000 personas.
Este tesoro del arte y la arquitectura barroca con casi 30 metros de altura y más de 60 toneladas de peso en total, tiene pedestales de mármol de aproximadamente 2.5 metros de altura y columnas de bronce decoradas en oro de alrededor de 11 metros que sostienen, en los cuatro lados, marcos y paños decorativos. El techo es de madera, enriquecido con elementos de bronce dorado.
El proyecto
Bajo el altar papal de la Basílica de San Pedro, descansan los restos del Apóstol Pedro en una humilde tumba. A lo largo de casi dos mil años, esta sepultura ha sido un llamado para personas de todo el mundo, afirma el cardenal Mauro Gambetti al reconstruir la historia y la importancia del proyecto.
El baldaquino de Bernini destaca en la basílica, representando el punto central alrededor del cual gira toda su arquitectura. Motivada por una solicitud conservadora, la restauración se realiza en vísperas de un año jubilar y del cuarto centenario de la dedicación de la basílica, que ocurrió, el 18 de noviembre de 1626 con el Papa Urbano VIII Barberini.
Este proyecto, el primero en su totalidad en 250 años, sigue la obra maestra de Bernini, completada con la colaboración de muchos hábiles artesanos. El baldaquino se erige como un homenaje a la antigua tumba de Pedro, con columnas retorcidas de bronce que simbolizan las columnas del templo de Salomón en Jerusalén.
«Fue, de hecho, Urbano VIII, en el verano de 1624, quien confió la supervisión de la obra al entonces joven Gianlorenzo Bernini, arquitecto y escultor de su confianza, que no estuvo solo en esta empresa. De hecho, fue asistido por Francesco Borromini y por un nutrido grupo de hábiles escultores, fundidores, carpinteros y artesanos especializados», comenta el cardenal Gambetti.
La restauración, compleja y articulada, no afectará las celebraciones papales, permitiendo la continuidad de la santa Misa sobre la tumba de Pedro, confirma el arcipreste de la basílica papal, quien agradeció a quienes contribuyeron a encontrar soluciones para estas celebraciones, especialmente durante la Semana Santa y la Santa Pascua.
¿Por qué someter el baldaquino a una restauración?
«La restauración del Baldaquino surge de una necesidad», pues se «requiere intervenciones de mantenimiento extraordinario ineludibles», explica Pietro Zander, responsable de la sección de Necrópolis y Bienes Artísticos de la Fábrica de San Pedro en el Vaticano.
«Todas las superficies del monumento están cubiertas por una pátina oscura, bajo la cual solo son parcialmente visibles las doraduras que embellecían los detalles decorativos», añadió el también profesor de Arqueología cristiana en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
«Esas doraduras, detalladamente descritas en el llamado Libro de Oro de 1632-1633, aparecen hoy alteradas y apagadas. En todas las superficies, se encuentran pátinas oscuras formadas por sustancias grasas utilizadas en intervenciones de mantenimiento pasadas», explica.
Estos problemas se atribuyen en parte a la afluencia diaria de visitantes y peregrinos, que afectan el microclima de la Basílica de San Pedro. Las variaciones microclimáticas también contribuyen a la alteración y corrosión del metal, oxidación de soportes de hierro y expansión de partes de madera, causando levantamientos y desprendimientos de la pintura.
El ingeniero Alberto Capitanucci destacó que se llevarán a cabo intervenciones específicas en la limpieza y protección de las superficies, con un enfoque innovador que incluye la digitalización completa del Baldaquino para facilitar la gestión y conservación a largo plazo, esto con tecnología puesta al servicio por Microsoft.
Los costos
El cardenal Gambetti ha anunciado que la restauración, valuada en 700.000 euros, será financiada en su totalidad por organización benéfica católica, Caballeros de Colón, en un gesto de servicio a la Iglesia y al Papa. Este proyecto se integra en la continuidad del esfuerzo de valorización e iluminación de la necrópolis vaticana, también respaldado por los Caballeros de Colón.
El cardenal ha expresado su agradecimiento al Caballero Supremo, Patrick Kelly, por compartir este proyecto de restauración y destacó la colaboración fructífera de cuarenta años con la Fábrica de San Pedro.
Además, agradece al cardenal Fernando Vérgez y a la dirección de los Museos Vaticanos por su respaldo científico en las investigaciones diagnósticas. Los trabajos estarán a cargo de la Fábrica de San Pedro, con la dirección de destacados profesionales, entre ellos Giorgio Capriotti, Sante Guido, Giuseppe Mantella, Carlo Usai y Susanna Sarmati, junto con Mallio Falcioni para la documentación fotográfica.