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El Papa Francisco en la Audiencia General del Vaticano)AFP

¿Qué tenía en las manos Francisco durante la Audiencia general en el Vaticano?

«Los hombres justos «atraen la bendición sobre sí mismos y sobre el mundo en el que viven», y no son «moralistas y censores», sino «soñadores con hambre y sed de justicia y fraternidad», señaló el Papa Francisco en el Vaticano

Después de sus problemas respiratorios, el Papa Francisco ha podido leer su discurso en la tradicional Audiencia General de los miércoles.

En la catequesis ha insistido en la justicia, dentro del ciclo sobre los vicios y virtudes. «La justicia es la virtud social por excelencia», ha señalado Francisco, y ha apuntado que esta «virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido».

«A cada uno lo suyo», ha afirmado el Papa, ya que se trata de «equilibrar la balanza entre los hombres sobre todo cuando se corre el riesgo de algún desequilibrio», a juicio de Francisco.

Para llevarla a cabo, es necesario que esté acompañada de otras actitudes «como el respeto, la gratitud, la afabilidad o la honestidad, que contribuyen a la buena convivencia entre las personas», ha señalado. En este sentido, la justicia «es fundamental para la convivencia pacífica de una sociedad», pues un mundo sin leyes que respeten los derechos humanos «sería una jungla en la que resultaría imposible vivir», ya que «sin justicia no hay paz». De hecho, «si la justicia no se respeta surgen los conflictos», ha añadido.

Pero la justicia no solo afecta a las grandes cuestiones sociales, «sino que también atañe a la ética de nuestra vida cotidiana», ha matizado. Así, «nos permite establecer relaciones sinceras con los demás», ya que el hombre justo «es recto, sencillo y directo, y no usa máscaras, sino que se presenta tal como es».

Además, el justo rehúye comportamientos nocivos «como la calumnia, el falso testimonio, el fraude, la usura, la burla o la deshonestidad». Antes bien, «cumple su palabra, devuelve lo que ha pedido prestado, y reconoce un salario justo a todos los trabajadores», ha señalado.

Los hombres justos atraen la bendición sobre sí mismos y sobre el mundo en el que viven, y no son moralistas y censoresPapa Francisco

Un soldado ucraniano

«Tengo entre mis manos un rosario y un Nuevo Testamento de un soldado muerto en la guerra de Ucrania. Este chico se llamaba Alexander, Alejandro, y tenía 23 años», ha dicho Francisco . El Papa ha explicado que «Alejandro leía el Evangelio y los salmos, y había subrayado el salmo 129: «De lo profundo a ti grito, Señor». Él murió en la guerra, y dejó detrás una vida». Por eso, Francisco ha reflexionado: «yo quisiera hacer en este momento un poco de silencio, para que todos pensemos un momento en este muchacho y en tantos como él, muertos en esta locura de la guerra. La guerra destruye siempre. Pensemos en ellos y recemos, y no nos olvidemos de la martirizada Ucrania, una guerra con tantos muertos».

En los labios de este hombre «se encuentra a menudo la palabra «gracias»», ha destacado el Papa, porque «si amamos es porque hemos sido amados primero». Asimismo, estas personas «tienen veneración por las leyes y las respetan», sabiendo que «protegen a los indefensos de la arrogancia de los poderosos». Tampoco «se preocupan solo por su bienestar individual, sino que miran por el de toda la sociedad». Por eso, «no puede haber verdadero bien para mí si no hay verdadero bien para todos», ha dicho Francisco.

Para finalizar, has insistido en que los hombres justos «atraen la bendición sobre sí mismos y sobre el mundo en el que viven», y no son «moralistas y censores», sino «soñadores con hambre y sed de justicia y fraternidad». «Necesitamos ser hombres y mujeres justos, y eso nos hará felices», ha concluido Francisco.